43. A escondidas

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Samuel.

Me levanté de la cama, temprano, como cada mañana y fui directo a la ducha.

Una vez salí, me sequé, y me vestí con unos calzoncillos negros, con una raya morada que atravesaba mi muslo derecho, y una camiseta de manga larga negra. Por el momento era lo que me iba a poner para estar por casa.

Me tomé un colacao para desayunar y me puse a limpiar un poco la casa. Ya era hora de hacerlo, y me ponía muy nervioso que el tiempo pasara y las cosas no estuvieran como debían estar. Al menos desde mi punto de vista.

Desde las siete de la mañana que me levanté, estuve poco más de cuatro horas liado con las tareas domésticas. Aunque de vez en cuando echaba un vistazo el móvil y respondía a Guillermo, quién empezó a hablarme con un 'Buenos días, príncipe' Es un encanto.

A las once y cuarto ya me encontraba sentado en el sofá, quejándome con raros sonidos de lo cansado que me habían dejado las tareas. Desde luego las mujeres que decían que el trabajo de casa era lo más duro, estaban totalmente en lo cierto.

Cerré los ojos unos instantes, y entonces escuché un sonido proveniente de mi móvil. Era un whatsapp.



11:23

>> +34*********: Samuel, soy Alex. Estoy frente la puerta de Willy. Me ha dicho de bajar un rato porque estaba agobiado. No sé sí podrás venir, te lo agradecería mucho. Willy lo necesita. Gracias. <<



Vaya, eso sí que no me lo esperaba.



>> Has cambiado el nombre de +34********* a Alex <<



>> Yo: Nada me gustaría más que ir a verlo. Pero cómo están las cosas ahora, no sé sí será lo mejor.

No sé qué podría tener planeado Julio para nosotros.

¿Por dónde estaréis? Por si me acerco.

Alex: Bajaremos por la calle de Willy. No creo que nos aleje los demasiado.

Ya nos vemos si eso. <<



Él dejó de hablar y yo no volví a responderle. No sabía qué hacer.

Si intentaba verlo, Julio podría enterarse y las cosas se complicarían aún más. Y por supuesto, no quería eso.

Me puse en pie y recorrí un par de veces el salón a pasos indecisos.

"Lo haré" Y salí de allí de inmediato, tras ponerme una sudadera un gorro. Iría de incógnito. Aunque llegara a parecer estúpido.

[...]

Estaba bajando por la calle donde ese encontraba la casa de Guillermo, a la cual observé desde donde estaba.

Caminaba a una distancia prudente de ella. Era completamente consciente del problema que suponía si el padre de Guille me veía desde el interior.

Mis pasos eran sigilosos, y cada poco me iba ocultando tras algo para no ser visto.

No sabía si Julio llegaría hasta el punto de espiar a su hijo o de mandar a alguien a que lo hiciera, pero más valía prevenir.

En ese momento, vi a Guillermo frente a su amigo, junto a un buzón de correos. Ambos muy serios y charlando entre ellos. Parecían indignados.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora