Samuel.
—Una vez nos bajemos de aquí, podemos salir por dos sitios —dije, mientras subíamos. Esto de subir a una montaña rusa no estaba planeado—. Así que si ese señor va a esperaos donde me habéis dicho, podemos salir por el otro lado.
—Es una buena idea, pero si nos pilla, ¿qué haremos? —preguntó Guille, volviéndose para mirarme. Luego sonrió. Supe que se alegraba de poder mirarme, por fin.
—No nos pillará. —respondí.
Y en ese mismo instante, comenzamos a bajar y al mismo tiempo gritar como si se nos hubiese aparecido un fantasma.
No me iban esos cacharros.
[...]
Habíamos salido corriendo de allí, sin que el vigilante de Julio nos hubiese visto.
Nosotros lo miramos, y lo vimos buscando como loco a Guillermo y Alex. Era divertido.
Los tres empezamos a reírnos, una vez dejamos de correr.
Nos habíamos parado en un sitio, el cual estaba un poco más escondido.
No habían atracciones cerca. Estábamos rodeados de naturaleza, y de vez en cuando, algunas personas pasaban por allí con sus niños o sus amigos.
—Ha sido alucinante —dije, sin dejar de apartar la mirada de los ojos de mi precioso Guille—. Hay que hacer cosas de estas más a menudo.
Él sonrió con ternura, y me rodeó con sus brazos, con tanta fuerza que me quedaría marcado en la piel.
—Te he echado muchísimo de menos, Samu —Separó un poco la cabeza de la mía, rozando nuestras narices—. No sabes lo feliz que me hace que estemos así ahora.
—Y tú no tienes ni idea de lo perfecto que es el tener tu preciosa carita tan cerca de la mía. —Besé su nariz, y él cerró los ojos, disfrutando de aquel contacto. Luego besé sus labios, con cariño.
Alex se mantenía un poco alejado de nosotros, como si no quisiera interrumpir. Algo que no era así en absoluto.
—No quiero volver a separarme de ti, Samu... Por favor, hagamos algo para que eso no ocurra...
Esas palabras me hirieron, tanto que no pude evitar apartarme del cuerpo de mi chico, repentinamente.
Él me observó, confuso.
—¿Pasa algo? —dijo. Y de pronto sentí que me hundía.
Lo miré a los ojos, y luego desvíe la mirada hacia Alex, quién no mostraba expresión alguna.
—¿Puedes dejarnos solos un momento, Alex? No será demasiado tiempo. —Él asintió, y se alejó lo suficiente para no oír lo que hablaríamos a continuación.
—Samu, me preocupas. —Intenté sonreír, pero no hubo suerte.
—Siéntate —le dije. Él se sentó sobre el césped, y a continuación lo hice yo. Guillermo me miraba con interés, y algo de miedo. Yo intentaba apartar los ojos de él, aunque no siempre resultaba. Debo reconocer que estaba aterrado. Me odiaría una vez le dijera aquello—. Verás... Hay algo que debí decirte desde un principio.
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Wigetta: Más allá
FanfictionGuillermo, un chico joven de veintiún años -el cual iba a la universidad, situada a unos novecientos metros de su casa-, se sentía extremadamente atraído por el compañero de trabajo de su padre, Samuel. Julio, el padre del universitario, se reunía a...