Samuel.
Guillermo quería más, aunque, sinceramente, yo también. Dudaba que en algún momento pudiera cansarme del chico que tenía bajo mi cuerpo.
Me levanté, apartándome un poco para mirarlo y respondí de inmediato.
-A ver qué eres capaz de hacer. -dije, alentándolo. Ambos sonreímos con deseo, pero, en ese preciso instante, mi móvil empezó a sonar. Mira que inoportuno.
Me separé de Guillermo, estiré la mano y cogí el móvil, que se encontraba sobre la mesita de noche.
-¿Sí? -respondí, mientras veía al de ojos rasgados, mirarme, intentando averiguar quien estaba al otro lado del teléfono.
-Samuel, tu prima ya está despierta. Ya puedes venir a verla.
-Voy enseguida. ¿Están allí todos?
-Sí. Tú, ¿cómo estás?
-Bien, sólo fue un pequeño mareo.
-Está bien. Nos vemos ahora.
-Hasta ahora, Raúl.
Me levanté de la cama, me agaché para recoger la ropa, que se encontraba esparcida por el suelo y comencé a ponérmela.
-¿Todo bien?
-Mi prima ha despertado. Necesito verla.
-Está bien... -Parecía no saber qué responderme.
-¿Quieres... venir? -le pregunté. No hizo falta oír ninguna respuesta, ya que su sonrisa lo decía todo.
-Sí. -respondió, al mismo tiempo que asentía con la cabeza.
-Vístete, anda -Le lancé la ropa, y la paró con ambas manos-. No quieras distraerme más. -Le dediqué una pequeña sonrisa, antes de volver la vista al frente.
(...)
-¡Mamá! -La abracé con fuerza, nada más verla en la sala de espera- ¿Has entrado ya?
-No, hijo -articuló, separándose del abrazo, para poder mirarme a los ojos-. Te estaba esperando. Tu padre ya está dentro.
-Vamos. -Avancé a pasos lentos hasta la puerta.
-Señora De Luque. -Escuché tras de mí.
Al abrir la puerta, vi cómo Isa dirigió la vista hacia ésta para ver de quién se trataba.
-¡Isa! -Corrí hasta ella- ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo? -Estaba desesperado.
-Tranquilo, Samu. Estoy bien. -dijo, con una conciliadora sonrisa.
-¡No, no lo estás! -grité. Quería recriminarle lo que había hecho. Necesitaba hacerlo. ¿Desde cuándo ella era tan débil? Nunca lo había sido- ¿Por qué lo hiciste, Isa? ¡Me asustaste mucho! Habrías muerto de no ser porque aparecí por allí para darte una sorpresa... Y resulta que fuiste tú quien me la diste... ¡Una mierda de sorpresa!
-Hijo... -vocalizó mi padre, para que me tranquilizara y dejara el tema.
-¡No, papá! ¡No puedo calmarme! ¡Se estaba desangrando! ¡Su cuerpo estaba...! Casi inerte... -No me di cuenta en qué momento mi padre se acercó a mí para abrazarme, pero aquel contacto me hizo sentir mejor. Algo más relajado.
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Wigetta: Más allá
FanfictionGuillermo, un chico joven de veintiún años -el cual iba a la universidad, situada a unos novecientos metros de su casa-, se sentía extremadamente atraído por el compañero de trabajo de su padre, Samuel. Julio, el padre del universitario, se reunía a...