29. ¿Celoso?

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Guillermo.

Terminé por sucumbir a los encantos de Samuel, y acabé por quedarme dormido en su cama, con un brazo por encima de él.

Desperté, quedándome mirándolo por un rato.

No sabía si lo que estaba haciendo estaba mal o bien. ¿Debía irme e impedir que esto volviese a ocurrir, o dejarme llevar?

Me levanté de la cama, colocándome bien la ropa. Me dirigí al cuarto de baño y me lavé la cara varias veces.

Mi teléfono comenzó a sonar. Lo saqué de mi bolsillo y vi que era mi padre.

-¿Qué pasa,papá?

-¿Dónde estás? Son las siete de la tarde y aún no has venido a casa. Te he estado llamando y no me lo cogías.

-¿A sí? Ni me había enterado. Estoy en casa de Alex. -Mentí.

-Ya llamé a Alejandro y me dijo que te fuiste con otro amigo, un tal Frank -Ufff, menos mal que tenía un gran amigo, que me encubría-. ¿Por qué me mientes?

-Papá, estoy harto de tener que darte explicaciones de todo. Ya soy mayorcito.

-¿Es ese chico tu novio y no quieres decirme nada?

-¿Y qué pasa si tuviera algo con Frank y, simplemente, no quería contárselo a nadie?

-¿Ni a tu propio padre?

-Aish, papá. Es que te pones muy pesado.

-Está bien, hijo. Está bien, lo siento. No quería ser tan controlador... Pero... vuelve pronto a casa, ¿vale?

-Lo haré, papá. -Sabía que mi padre estaba mal. El día en el que me vio, por casualidad, en aquel bar del que me hizo irme, me contó que había visto a los padres de Samuel por la calle, lo que significaba que los padres no habían ido al viaje... Y por lo que me doy cuenta ahora... la prima tampoco había ido... ¿Había ido él solo?

-Hasta luego, Guille. Ten cuidado.

-Lo tendré. Adiós, papá. -Colgué, y unos brazos me rodearon por la espalda.

-¿No pensarías en irte sin despedirte, no?

-Samuel... -pronuncié su nombre, quitando sus manos de mi cuerpo- Tenemos que hablar, ¿no crees? -Él asintió, sin estar muy de acuerdo con ello. Desvié la mirada al suelo, sin saber qué decir.

-¿Quién es ese tal Frank? -me preguntó. Volví a mirarlo, sin esperar aquella mirada.

-¿Me estás recriminando algo? -Pretendía estar molesto por ello, pero no podía fingir tal cosa- ¿Estás celoso, Samuel?

-¿Debería estarlo? -dijo, alzando una ceja.

-¿Tú que crees? -Él negó con la cabeza.

-Que no. -La forma en la que respondió aquello, me hizo sonreír.

-Pero no por eso, idiota -Era evidente que intentaba estar molesto, pero me hacía sentir todo lo contrario a molestia-. No deberías estarlo porque no somos nada, no porque mis sentimientos hacia ti sean evidentes.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora