27. Amigos

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Guillermo.

De vez en cuando, sin darme cuenta, terminaba leyendo las conversaciones que Samuel y yo habíamos tenido, anteriormente.

No era del todo consciente de ello, hasta que acababa y me maldecía por dentro unas miles de veces.

Intentaba coger el móvil lo menos posible, pero una de las veces, me quedé un rato mirando el chat que tenía con él, esperando, y a la vez que no que estuviera en línea, lo cual pasó en unos segundos.

Lo increíble fue cuando la palabra "escribiendo" se hizo visible en la parte superior. En ese momento sentí que el corazón iba a salirse de mi cuerpo. Estuvo un rato así, pero luego optó por no mandarme nada. Supongo que se arrepintió en el acto. La verdad es que me sentí desilusionado, pero a la vez, algo más relajado.

(...)

Había transcurrido casi toda la semana. Pronto De Luque estaría de vuelta, aunque dudaba que volviera a verlo.

Mi madre ya se había vuelto a Los Ángeles y mi padre casi no pasaba tiempo en casa. Andaba todo el tiempo nervioso de un lado para otro. Un par de veces le había preguntado qué le pasaba, pero siempre me soltaba cualquier excusa mala. Él nunca fue de contar sus cosas, ni a mí, ni a nadie.

Muchas cosas habían estado rondando por mi mente en estos días, incluso aquella conversación que tuve con mi madre, sobre el padre de Samuel y el mío. Aún tenía esa duda, y la verdad es que me hubiera gustado saber más, pero mi madre decidió no decirme más.

Le dije que la llamaría antes de que pasara un mes, y que tendríamos una conversación entretenida, en la que mi padre no podría estar molestando, como era habitual. Ella rió y asintió con la cabeza.

Siempre supe que mi madre hubiese querido que me fuese con ella, de hecho, siempre preferí estar con mi madre, pero no podía dejar mis estudios, por lo que me vi obligado a quedarme con mi padre. Aunque sonase cruel lo de obligado, no era así cómo sonaba en mi cabeza. Quería a mi padre, y siempre sería así, por supuesto, pero él era un hombre terco y orgulloso, difícil de aguantar. Era ese el único problema. Al mismo tiempo era una buena persona, y un buen padre, después de todo. Sabía que desde que mamá se fue, él nunca había sabido cómo cuidar de mí sin su ayuda, pero no era algo que le hubiese tenido en cuenta. Siempre le agradecí todo el esfuerzo que ponía conmigo, incluso cuando pasé por mi época rebelde. Ahí sí que le di la tabarra.

Hoy había quedado con Alex, y luego iríamos a recoger a su novia. Sí, su novia. Eva y él habían empezado a salir. Se gustaban mucho y se habían dado la oportunidad de intentarlo.

Cuando llegó la hora, ya estaba listo para salir. Se podría decir que me había preparado como dos horas antes.


-¡Qué rápido has llegado, ¿no?! Me has dejado, completamente, sorprendido. -me dijo mi amigo.

-No seas mamón, Alex -Reí-. Estaba deseando salir de casa, la verdad. -Él agachó la cabeza y volvió a mirarme.

-¿Quieres que hablemos de ello, antes de que recojamos a Eva?

-No, no te preocupes. Vamos a por ella.

-Tío, podemos ir en un rato, en serio. Dime cómo te sientes, ábrete. -Suspiré con desesperación.

-Es sólo que lo echo de menos, ¿vale? -dije, sentándome en un escalón de la acera- Además pasó algo muy raro al empezar esta semana.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora