44. El dichoso papelito

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Guillermo.

El beso de Samuel, ni siquiera pareció tal.

Me extrañó muchísimo que me besara de aquella forma. Se supone que tenía ganas de verme, ¿no? ¿Qué manera de demostrarlo era esa?

Mis ojos sólo podían mirarlo a él. Él y su preciosa cara iluminada por los rayos de sol. Su castaño cabello en movimiento por la brisa primaveral. Seguía siendo el guapo de Samuel al que siempre había amado en secreto. Aquello me hacía sonreír.

El sonido de unos pasos me evadieron de mis pensamientos.

Una joven y atractiva chica se acercó a nosotros.

Yo la miraba con inocencia, pero sabía que el motivo por el cual caminaba hacia nosotros, era Samuel.

Y es que tenía ese poder de embelesar a todo el que lo viera. Es hermoso de contemplar.

La mujer sonrió a mi chico y le tendió un papelito. "Llámame" dijo. Y se fue por donde había venido.

No creo que hubiese que mencionar cómo estaba mirando a mi novio en esos momentos. Lo estaba fulminando con la mirada.

-No voy a llamarla, lo sabes, ¿no? -Él sostenía el papelito entre el dedo índice y el corazón. Mientras que lo levantaba, para que fijara la mirada en él.

-Claro que no, porque lo voy a rom... -Samuel fue más rápido que yo y apartó el trozo de papel blanco de mi rostro. Quería romperlo. Quemarlo. Lo que sea. Pero no quería que él lo tuviera.

-Estate quieto, Guillermo -Odiaba cuando me hablaba así. Parecía que era mi padre y me estaba riñendo-. No voy a deshacerme de él, estando la chica delante. No soy ningún capullo.

-Ya eres uno -respondí, enfadado. Alex me agarró del brazo para que me callase-. Has aceptado su número.

-Guillermo...

-Si quieres que me vaya y os deje a solas, sólo tienes que decírmelo -Aquello lo estaba diciendo sin mirarlo. Tenía la vista fija al frente, donde unos niños jugaban al escondite-. Al fin y al cabo, ella es una mujer -Noté la fuerza de sus dedos aferrarse en mi brazo. De seguro me dejarían huella-. ¡Ah! -Me quejé. Me había hecho daño.

-¿Eres idiota o qué te pasa? -Yo me mantenía con el ceño fruncido. No tenía el derecho de decirme eso. Ni mucho menos de esa forma.

-Tranquilizaros, ¿vale? -habló mi amigo- Tú, Willy, no tienes que enfadarte, en cuanto salgamos de aquí, Samuel se deshará del papelito. Y Samuel... No te enfades, sabes cómo es de celoso.

El idiota de mi novio suspiró, intentando calmarse. Mientras que yo seguía mirándolo con mala cara.

-¿Qué pasa? -dijo él, mirándome de frente- En cuanto salgamos de aquí, te daré el estúpido papel para que hagas lo que quieras con él. -Yo lo observé de reojos.

-¿Es ella el motivo por el cual no quieres besarme? -No me apetecía mirarlo de frente, al oír esa respuesta. Me asustaba que la respuesta resultara ser afirmativa.

-¿Qué insinúas?

-Lo sabes perfectamente -Samuel bufó y se levantó del banco. Supuse que para irse. Me puse de pie y lo detuve, agarrándolo del brazo-. ¿Adónde vas? -Él se dio media vuelta, para mirarme.

-No soporto que desconfíes de mí, Guillermo.

-Pues no me des motivos -dije-. ¿Por qué no me das un beso en condiciones si no es por esa mujer?

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora