7. Sensaciones

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Narra Guillermo:

De Luque me soltó sobre la cama, acomodándose él a mi lado, esperando a qué yo lograra decir algo —cosa que me estaba resultando muy difícil—. Las palabras estaban atoradas en mi garganta.

—¿Y bien? —Levanté la mirada para observarlo, y estaba serio. Una expresión poco común en él, ya que siempre lo veía sonreír. Tragué saliva y comencé a hablar, obviamente sin mirarlo a los ojos. No podría hacerlo si fuese así.



—Y-yo... Q-quería decirte que... —Sentí su mano posarse sobre mi mentón, haciéndome girar la cabeza, hasta que nuestras miradas se entrelazaron—. Q-q-que es c-ci-ciert-to.



—¿El qué lo es? —Samuel arqueó una ceja, como queriéndome dar a entender que él no sabía nada al respecto. Pero aquellos ojos me decían que ya lo sabía todo... Bueno, eso y que Alex había estado soltando de todo por esa maldita bocaza enorme que tiene. Fruncí el ceño ante lo ocurrido recientemente con mi mejor "amigo".



—T-tú... —Mi mano se levantó, inconscientemente, y lo apuntó con el dedo índice—. T-t-tú... m-me g-gu-gustas... —Y dicho aquello, giré la cabeza al lado contrario de donde él se encontraba y cerré los ojos en un movimiento involuntario.



—Entonces, ¿es por eso que te comportas así conmigo? ¿Por eso hablas con esa dificultad? —Su voz se escuchaba tras de mí, como unas dulces y delicadas manos tocando, con suavidad, música en un piano.



—S-sí... T-tú c-ca-causas es-t-o en m-mí... —Su mano volvió a rozarme, obligándome a reencontrarme con sus preciosos ojos castaños.



—¿Y desde cuándo te gusto? —Me miró con interés. ¿Por qué me seguía haciendo preguntas sobre el tema? Ya le había dicho lo que jamás creí poder hacer, no quería responder a nada más, me iba a dar algo ahí mismo.



—Y-y-yo... D-d-d-de-des-desd... —Mi boca se cerró de inmediato, intentando analizar la situación. Intentando controlar los nervios que estaba sintiendo en ese momento y el tenerlo tan cerca, que parecía estar enfermándome—. Desde siempre. —Conseguí decir, después de una calmada pausa, y acto seguido me sonrojé, como nunca antes lo había hecho. Sentía mis mejillas arder con tanta intensidad, que realmente creí que estaba prendido en fuego.



—¿Desde la primera vez que me viste? —me preguntó sorprendido, con los labios ligeramente separados el uno del otro—. Nunca lo hubiera imaginado. —Esta vez, él había bajado la mirada para a continuación fijarla en el suelo—. Hasta día de hoy. —Y volvió a clavar sus ojos en los míos, haciéndome temblar ante el contacto visual.



—L-lo s-siento... —De nuevo, dejé de observarlo, para mirar a cualquier sitio sin importancia—. T-t-te d-daré asc-co... —Y otra vez nos encontrábamos cara a cara.



—No me das asco, pequeño. Y no dejes de mirarme, no tienes que ponerte nervioso y mucho menos asustarte de lo que pueda decirte. —Me quedé en silencio unos segundos, contemplándolo por un momento. Sus ojos; observándome con tranquilidad, su pelo; ligeramente despeinado, sus finos labios rosados, deseando ser besados... "Pero no por ti, Willy" Y la maldita voz de mi subconsciente volvió a aparecer cuando menos la quería en mi mente.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora