34. Ojalá me tragase la tierra

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Samuel.

Habían pasado varios días ya. Estábamos a mediados de marzo y había estado evitando la propuesta de Julio para ir a su casa. Sabía que era para ese discurso que tenía que soltarle, y no me apetecía demasiado hacerlo, aunque todo fuera a ser una farsa.

Julio y yo ya estábamos bien. En el trabajo todo marchaba como antes de que dejara de hablarme, lo cual me facilitaba mucho las cosas.

Con Guillermo también me iba bien. Las últimas dos semanas nos habíamos visto menos, por la cantidad de exámenes que le habían puesto, así que habíamos quedado un día por semana, y de esos días, dos horas cada uno, pero al menos nos habíamos podido ver, y sabía que a él eso lo hacía muy feliz.

Acababa de empezar una nueva semana, y como cada día, realicé el proceso diario: Me desperté, siempre antes que la alarme, me estiré, cogí ropa limpia, me duché, me vestí, desayuné, me miré al espejo y ya estaba listo para un nuevo día de trabajo.

Antes de salir, mi móvil sonó, avisando de un nuevo mensaje en whatsapp.

>> Guillermo: Iba a mandarte un mensaje de buenos días, justo al despertar, pero estaba demasiado dormido, no literalmente, como para hacerlo. Y como supongo que ya estarás despierto, pues... Buenos días, guapo. <3 Espero que tengas un buen día hoy. El mío será de lo peor, todos los lunes lo son. Te quiero. <<

A lo que yo respondí de inmediato.

>> Yo: Buenos días, Guille. ¿Qué pasa con los lunes? ¿Es por ser el primer día de la semana o por algo en especial? Y no te preocupes, no tienes que darme los buenos días cada mañana, aunque es agradable recibirlos cada día. Yo también te quiero. Luego hablamos, salgo para el trabajo. Hoy sí me paso a por tu padre, por lo visto los lunes sí puedo hacerlo.

Guillermo: Claro, porque yo no estoy... (cara de enfado) Que te vaya bien en el trabajo.

Yo: No te enfades, niño. Ya te daré cariño para que no te sientas mal. (cara pervertida) Ya me contarás que tal te va el día.

Guillermo: Pues quiero mucho, mucho cariño, así que ya sabes... Hasta luego, guapo. <3

Yo: Ya que no sueles decirme guapo a menudo, y esta vez lo has hecho dos veces, supongo que será porque quieres que te diga algo parecido a ti... Así que... Luego hablamos, precioso. ;)

Guillermo: Touché. (beso) <<

Sonreí ante la ternura del pequeño Díaz y guardé el móvil. Salí de casa, cogí el coche y paré frente la puerta de Julio.

Llamé a la puerta, y enseguida me abrió.

—Espera un momento, no tardo. —dijo, dejándome pasar al interior de la casa. Yo suspiré, cerré la puerta y me senté, a esperar, en el sofá. Desde luego, Julio nunca cambiaría.

Me aburría tanto mientras esperaba, que se me ocurrió hacer algo que molestaría a Guillermo. Me hice una foto, abriéndome un poco la camisa con la otra mano, dejando ver al fondo, parte de su casa, y se la mandé añadiendo: Mira dónde estoy y cómo estoy... (cara de angelito)

A lo que enseguida respondió.

>> Guillermo: Samu, te la estás jugando. (cara de enfado)

Yo: Es que me aburro... Tu padre tarda mucho.

Guillermo: Pues ponte a hacer flexiones, pero no me hagas esas cosas... Estoy en clase, ¿recuerdas? ¬¬

Yo: ¿Quieres fotos mías haciendo flexiones? No lo veo muy apropiado, Guillermo.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora