41. Una no muy agradable sorpresa

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Samuel.

Después de haber dejado a Guillermo en su casa, recibí una llamada suya, algo que me extrañó. No estaría su padre en casa, aunque aun así me parecía raro. Ya que él hubiese comenzado una conversación conmigo por whatsapp, pero no me hubiese llamado.

Me había pillado aún en el coche. Acababa de aparcar.



-¡Samuel! Menos mal que contestas...

-¿Qué te pasa, Guillermo? -El tono de voz que usó me asustó un poco. ¿Habría pasado algo grave?

-Es mi padre... Me ha dejado una nota en la que dice que lo espere despierto, que quiere hablar conmigo. ¿QUÉ QUERRÁ DECIRME? ¿SABRÁ ALGO? ¿HABRÁ LLAMADO A ALEX O SE LO HABRÁ ENCONTRADO Y HA DESCUBIERTO QUE LE MENTÍA?

-Guille, Guille, Guille... Tranquilízate primero, ¿va? -Le hablé, lo más tranquilo que pude. Tenía que relajarse o le daría algo. Estaba demasiado alterado. Lo escuché respirar. Intentaba regular la respiración- A ver... No tiene porqué saber lo nuestro. Quizás sólo sea porque descubrió tu mentira, pero eso puede arreglarse contándole otra.

-Tienes razón... Pero... ¿qué podría inventarme? -Hmm. Podría decirle a su padre que sale con alguien de su universidad o alguien que le presentó Alex...

-Que tienes una relación con alguien.

-¿Acaso no es eso lo que tengo contigo?

-Sí, Guillermo... -Suspiré con suavidad. Menuda idiotez la mía. Tendría que explicarme bien desde el principio, o encima ahora lo enfadaría. Y no es conveniente que se enfade cuando está a punto de darle algo a causa de los nervios- Sólo que tendrás que inventarte el nombre. ¿O vas a decir que soy yo?

-Quizás fuese lo mejor... Dar por finalizadas las mentiras... -¿Qué coño le pasaba a este chico? ¿Quería que me matara su padre y luego disecaría mi cuerpo para colgarlo en la pared de su habitación?

-¿Estás loco? Nos mataría... No, rectifico. Me mataría a mí -Y se quedaría a gusto, fui a decir, pero no lo dije-. Me colgaría de los huevos.

-Nadie va a colgar a nadie -Es muy fácil decirlo, cuando él es el hijo-. Diré que es Frank, un compañero de clase. -¿Frank? ¿Ese al que nombró una vez en mi casa, mientras hablaba con su padre?

-¿Ese tío? ¿Por qué ese?

-Samuel, le hablé de ese en un principio, por nombrar a alguien. Habría dicho Alex, pero eso no era nada convincente. Alex no me atrae en lo absoluto, además él es hetero -Hizo una pausa, y esperaba que no dijera lo que pensaba que iba a soltarme-. ¿Acaso estás celoso, Samu? -Lo sabía.

-En absoluto -respondí, con serenidad-. ¿Estás más calmado, entonces?

-Sí, lo estoy.

-¿Me pondrás al tanto cuando hable contigo?

-Claro, ya te contaré... Espero que no sea nada. -Sí. Se notaba en su voz que estaba más tranquilo. Sonreí para mí. "Menos mal" me dije.

-No te preocupes. Los únicos que saben lo nuestro son tu amigo Alex, su novia, mi prima y su marido, y ahora mis padres. Ninguno ha podido decirle nada. Y tampoco ha podido vernos juntos, porque somos precavidos.

-Tienes razón. -Claro que la tenía. No había manera de que él se hubiese podido enterar. La única forma sería una que no tenía sentido ninguno. ¿Para qué iría él a una boda a la cual no estaba invitado? Era imposible esa opción así que la descarté del tirón.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora