Guillermo.
Entré en casa, golpeando todo a su paso, sorprendiendo a mi madre, que me observaba asustada.
-¿Qué te pasa, cariño? -Miré a mi madre con tristeza, y, sin pensármelo dos veces, me abalancé hacia ella para abrazarla, mientras empezaba a llorar.
-¿Podemos salir y te cuento? -le pregunté entre sollozos.
-Claro, hijo. -Agarró su bolso, se lo colgó del hombro y salimos juntos de casa.
Ella me rodeaba con sus brazos, mientras íbamos caminando, intentando que me calmara y pudiera abrirme.
-Mamá... -La miré, sin saber por dónde empezar.
-Es ese chico, ¿no?
-Sí... -respondí, bajando la mirada- Nunca tuve que ilusionarme con él... Ni siquiera tiene claro si quiere estar con un hombre...
-Oh, cielo... -Nos paramos y ella me abrazó con fuerza. Agradecía, enormemente, que estuviera conmigo y no a miles de kilómetros- Me parte el alma verte así.
-Lo odio, mamá...
-Cariño... No digas eso... No lo odias, sólo quieres hacerlo porque te ha hecho daño -Paró un momento de hablar y continuó animándome, tras secar mis lágrimas con sus delgados dedos-. Pero, ¿sabes? Tu madre está aquí, y no dejaré de estar a tu lado, jamás, mi vida.
-Lo sé... Te quiero.
-Y yo a ti, cariño. Con toda mi vida.
(...)
Estuvimos fuera todo el día, le conté que se trataba de Samuel, y que era eso lo que temía que se enterase mi padre.
Le hablé sobre cómo me sentía. Le dije todo lo que había pasado entre De Luque y yo, y ella escuchó atentamente, con una sonrisa amarga.
Me entristecía que mi madre sufriera porque yo estuviese mal, lo último que querría en esta vida era dañar a mi madre. Pero claro, una madre siempre se preocuparía por su hijo...
En casa, como imaginábamos, no estaba mi padre.
No sabía dónde ni con quién podría estar, ya que el único amigo que tenía era Samuel, al menos que yo supiera, y con él las cosas aún iban mal.
La cabeza me dolía a horrores tras el lote de llorar que me había dado. Sentía mis ojos arder, como nunca antes. Notaba el hinchazón en ellos.
Todo me daba vueltas, y, de repente, me sentía muy cansado.
Mi madre me dijo que me echara un rato y descansara, que iba a venirme bien. Quizás sería el momento de dormir, ahora mi mente no trabajaba al ritmo que solía hacerlo, lo que sería lo suficiente para callar los pensamientos por un rato.
(...)
Me desperté por un sonido que podía oír con algo de dificultad. Me moví un par de veces en la cama, sin querer levantarme. Llevé ambas manos hasta mis ojos para restregármelos y abrirlos a continuación.
Noté cómo en la cabeza me daban punzadas de dolor.
Miré a mi alrededor, enfocando mi móvil -el cual se movía, por la vibración, sobre la mesita de noche-. Lo agarré y descolgué sin mirar quién me estaba llamando. Aún estaba bastante dormido.
-¿Sí? -contesté, tras bostezar.
-¡Tío, ¿dónde coño te metes?! -gritó Alex, desde el otro lado del teléfono- Te he estado intentando localizar, desde anoche. -Imágenes difusas pasaron por mi mente, haciéndome sobresaltar. ¡Anoche! Samuel...
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Wigetta: Más allá
FanfictionGuillermo, un chico joven de veintiún años -el cual iba a la universidad, situada a unos novecientos metros de su casa-, se sentía extremadamente atraído por el compañero de trabajo de su padre, Samuel. Julio, el padre del universitario, se reunía a...