5. La fotografía

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Narra Guillermo:

Alex y yo estábamos saliendo por la puerta de la Universidad, volviendo a oír estupideces salir de su boca.

Tío, pero ¿por qué no? Si algo describía a la perfección a mi mejor amigo era, pesado. Y lo peor, es que no se rendía hasta que le dejara hacer cualquier cosa que se le hubiese metido en la mente. Una vez se le mete algo en la cabeza, difícil era impedírselo llevar a cabo.

Que no, Alex. No vas a venir, ni hoy, ni mañana. Se había propuesto convencerme para que lo dejara venirse una tarde a mi casa. Una de las tardes, en que Samuel estaría. "Ni hablar" Me dije a mí mismo. Lo conocía demasiado bien y sabía que terminaría liándomela.

Anda, Willy... no seas así. Encima ahora intentaba darme pena. Pues no me la daba en absoluto. Está bien, como quieras. No insistiré más.

Aquello último no me dio buena espina, pero lo ignoré y ambos seguimos nuestro camino. Llegamos a la parada de autobús, subimos, me coloqué los auriculares en los oídos y me puse a escuchar música un rato. No tenía ganas de oír las quejas de mi compañero.

Al fin, mi estancia en el bus se terminó. Me despedí de mi amigo con un gesto, y ya estaba de nuevo en casa.

¿Y Samuel? le pregunté a mi padre al mismo tiempo que soltaba la mochila en uno de los sofás, intentando no parecer nervioso. Era extraño, porque los jueves al llegar a casa, me lo encontraba allí charlando con él.

Hoy no vendrá, hijo. ¡¿Cómo?! No podía estar ocurriendo eso. Ya me parecía poco lo que lo veía normalmente, como para que ahora me quitaran un día junto a él.

¿Por qué? ¿Qué ha pasado? Se notaba la frustración que sentía en esos momentos.

Tenía otros planes. me respondió, entrando ahora en la cocina. ¿Quieres que te caliente la comida? Aun conserva el calor, pero no demasiado.

¿Has comido sin mí? Fui tras él, y vi la cacerola en la cual se dejaba ver tallarines colocada sobre la vitrocéramica.

Sí. He estado almorzando con Samuel, y le preparé esto. Señaló al recipiente.

¡¿Samuel ha comido aquí?! Qué casualidad que cuando yo salía más tarde, él venía a casa a comer. Menuda mierda. Y no, no tengo hambre. Al final decidí comer con Alex en el burger, como me sugeriste.

Sí, le invité yo. Salió del lugar, siendo seguido por mí y añadió: Entonces, te lo dejaré para esta noche.

Asentí con la cabeza, volví a coger mi mochila, me la llevé a mi habitación -indignado porque no iba a ver a De Luque esa tarde-, me senté de golpe en la silla y saqué un libro, al azar, de la maleta.

(...)

Decidí darme una ducha, ya que no conseguía concentrarme, no sin antes echar un vistazo a la foto que había cogido "prestada" de la habitación de mi padre —la cual había guardado en el primer cajón del escritorio, debajo de un par de cuadernos—. Mi padre vestía —como habitualmente lo hace ahora— con un traje de chaqueta negro, una corbata del mismo color y una camisa blanca; mientras que Samuel llevaba puesto el uniforme de agente de policía.

Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora