51. Capítulo especial

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Capítulo especial.

Julio.

La mañana del sábado me había levantado a las ocho, para prepararme e ir a buscar a mi hijo a casa de su mejor amigo. No había podido pegar ojo apenas, en toda la noche.

La idea de que Guillermo acabara yendo en busca de Samuel me ponía de los nervios.

Fui a casa de Alejandro, en vano. Él no estaba allí.

Busqué a ese tal Jorge en estudiantes de la universidad a la que iba mi hijo. Habían varios de ellos, y me llevaría tiempo saber cual de esos era con quién se había ido... Pero claro, también estaba dando por hecho que la historia que me había contado Alejandro era cierta, pero ¿y si no la era?

Él siempre había sido el mejor amigo de Guillermo, y era capaz de mentir por él todas las veces que hiciera falta.

Entonces hice lo siguiente, fui hasta casa de Samuel, quién, evidentemente, no estaba en casa, lo cual sólo hacia enfurecerme más.

Visité varios sitios en los que Samuel podría estar, e incluso hice una visita a su prima Isabel, con la excusa de qué tal les iba la vida de casados, pero allí tampoco estaban.

Ahí fue cuando me metí de pleno en la investigación.

Samuel tenía dos tarjetas de crédito, las cuales había registrado para saber cuanto antes el paradero de este. Eso fue lo mejor que hice, porque enseguida tuve el primer aviso sobre ello... Estaban en un hotel a las afueras de la ciudad, cerca de un pueblo.

[...]

Decidí que lo mejor sería, hacerse pasar por uno de los trabajadores de allí. Así que pagué una habitación, y a continuación planeé cómo hacerlo.

Acabé llevándome bien con uno de los trabajadores del hotel, cuando me llevó un par de cosas a mi habitación. Hablamos varias veces y me contó que terminaría su turno en unas horas... Entonces se me ocurrió, la gran idea, de vestirme con su uniforme.

Lo primero que hice fue hacerme retoques en la cara, porque a pesar de que llevaría un sombrero que podría ocultar bastante mi rostro, si, por casualidad se me viera la cara, tendría que disimular que era yo. Ambos me conocían perfectamente, y tenía que hacer algo con eso.

Me hospedé en la habitación de al lado de ambos, al parecer. Eso no fue lo que pretendí en un principio, pero fue una magnífica noticia enterarse de ello.

Había estado la mayor parte del tiempo encerrado en mi habitación, hasta que ideé todo a la perfección. Y cuando escuché sus voces en el pasillo, supe que ya era la hora.

[...]

Le había quitado las llaves a Pedro, el chico que trabajaba en este lugar del que me había hecho "amigo", sin que se diese cuenta. Esas llaves abrían una puerta en la que se encontraban su uniforme y varias cosas más.

Me hice pasar por él y enseguida tuve mi primer trabajo como repartidor de comida.

[...]

—Servicio de habitaciones. —Fue lo que dije tras la puerta. Obviamente, cambié un poco mi voz para que no se notase que era yo.



Mi hijo fue quién me abrió la puerta, sin apenas mirarme.



—Buenas noches. —saludé.



Wigetta: Más alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora