Capítulo 41 🍎

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Christopher

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Christopher.

No dejaba de admirarla.

Era lo más bello que mis ojos habían visto nunca.

—Si no enfocas tus ojos en el camino terminaremos chocando.

Puso un mechón de cabello detrás de la oreja.

—No me importaría morir si eres lo último que mis ojos vean.

Ella rodó los ojos, conteniendo una sonrisa pequeña. Apoyando su mentón en la palma de la mano desvió la mirada para observar por la ventana del auto.

—Exageras—me acusó.

—Nunca exagero cuando se trata de mis sentimientos.

Becca y yo nos encontrábamos en dirección a la primera parada de nuestra cita, la primera cita de muchas, al menos eso quería esperar.

«Nada de negatividad, lo será, habrán muchas más». Me dije, volviendo a verla.

Ocultó una sonrisa tras poner una mano delante de su boca. Negué divertido y regresé la mirada al camino, porque a pesar de querer seguir molestándola, debía conducir con seguridad. Pero me era inevitable no dejar de observarla.

No quería dejar de admirar su rostro, sus ojos, sonrisa, todo de ella.

Tal vez para otros se vería con un estilo simple, pero no para mí, lo que se pusiera o hiciera le quedaría magnifico, y me sentía agradecido de tenerla a mi lado.

Cuando sus amigas se corrieron a un lado para dejar que viera a Becca, me quedé sin palabras para poder describir lo maravillosa que se veía. A causa del frío por la estación en la que nos encontrábamos salimos algo abrigados, y aún así ella era fabulosa.

Siempre usaba colores oscuros, no iba a negar que no era su estilo y me encantaba, por lo que me sorprendió verla con un simple abrigo rojo, alació su cabello dejando atrás los rizos que siempre portaba.

Carajo, era preciosa por donde mis ojos vieran.

—¿En qué piensas?—preguntó llamando mi atención.

No me tarde nada en responder sinceramente.

—En que te ves hermosa.

—¿Lo crees?—bajó la mirada a su ropa—. No hice mucho en realidad.

Bufé con ese comentario. Ella podía verse espectacular incluso sin nada. Claramente la prefería sin nada de ropa, sobre mis sabanas, el cabello alborotado, la respiración agitada, el sudor recorriendo su cuerpo por los movimientos rápidos, y que de su garganta salieran los gemidos más gloriosos que mis oídos pudieran escuchar...

Tragué saliva, moviendo la cabeza levemente para despejar esas ideas, no era el momento para imaginarla de esa forma.

—Para mis ojos siempre te vas a ver hermosa, incluso llorando—hablé recuperándome.

Ambiciosa Atracción © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora