Especial Halloween

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31 de octubre, 2019.

Becca.

—Si ganamos la carrera, quiero tú cabeza.

—Si nosotros ganamos, te tendremos como nuestra puta.

Observé a Adam quien dio un paso adelante para intentar defenderme. Él me observo y yo negué con la cabeza, una sonrisa maliciosa se formo en mi rostro, dándole a entender que esas estúpidas palabras nunca me harían daño.

—Bien, pero antes de todo—alcé la mano con el arma cargada y disparé a uno de los tipos que estaba detrás de ellos—, así está mucho mejor.

—¡¿Qué haces, maldita zorra?!

Rodé los ojos con su estúpido insulto.

—Intento meterle mano a mi bebé—señalé la moto a unos cuantos pasos de donde me encontraba—. Agradezcan que no acabara con ustedes, aún quiero divertirme.

Los tipos frente a nosotros se miraron entre ellos. Vieron que yo no tendría miedo de arrancarles la lengua sí era necesario, así que no podrían usar la intimidación conmigo.

Sonreí ante ese pensamiento.

El líder, a quién yo quería entre mis manos, hizo una seña para que se llevaran el cuerpo de quien acababa de morir.

—En cinco—declaró, metiéndose entre la multitud de su gente.

Les di la espalda y encaminé mis pasos a la moto. La acaricié con cuidado, era uno de mis elementos más preciados, no dejaría que ningún hijo de perra pusiera sus manos en ella. Solo yo podía utilizarla, aunque era genuinamente de Adam.

—¿Crees que jugaran limpio?

—No, esos imbéciles no jugaran limpio. De alguna u otra forma intentaran hacer algo.

—¿Ganaras?

Enarqué una ceja.

—Me ofende que siquiera lo consideres. Ganaré, y aunque no lo hiciera, me llevaré su cabeza para ponerla frente a la tumba de la chica que se cargaron.

Adam asintió con cierto brillo en sus ojos, la malicia hizo presente en ellos, demostrando el deseo de acabar con esos malditos hijos de perra.

—No puedo comprender cómo la justicia no los ha declarado culpables. Es evidente que ellos la mantuvieron cautiva durante semanas hasta matarla—masculló, pateando una piedra que estaba a su alcance.

—No hay justicia más allá de la que nosotros mismo imponemos.

Terminé de recargar el arma, le puse el seguro y la coloqué en la parte trasera de mi cintura.

—Tú no haces justicia—se carcajeó—, solo te deshaces de quienes te encargan.

Desvié la mirada en dirección a donde estaban todos juntos preparándose para la carrera impuesta. Varios de ellos no dejaron de mirar en nuestra dirección, algunos con miradas de odio, y otros imbéciles haciendo señas obscenas.

«Los asesinaré a todos. Está noche algo se incendiara».

—Nunca dije que era una heroína, cariño.

Nunca me compararía con una. Yo no sentía remordimientos por hacer lo que hago. Simplemente es dinero.

—Y así me encantas.

Su confesión me hizo sonreír entre la oscuridad de la noche.

Estiré un brazo y con rudeza sujeté del cuello de su chaqueta, tiré de este hasta tenerlo cerca. Ni siquiera nos importaron las miradas de sorpresa, ni el que estuviéramos en medio de algo parecido a un campo minado.

Ambiciosa Atracción © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora