Capítulo 12 🍎

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Becca

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Becca.

Amarré mi cabello en un moño desaliñado y me puse de cuclillas. El suelo de madera crujió bajo mis pies, de esa forma el polvo se levantó, ocasionando que me molestara la nariz.

Entrecerré los ojos, relamiendo mis labios.

—Será mejor que hables de una buena vez, no tengo paciencia. Solo llevamos diez minutos, cinco minutos más y te haré mierda—mencioné.

Eran pasadas las tres de la madrugada del lunes.

Fuera del lugar hacia frio, y no había casas que estuvieran cerca. Observé al imbécil amarrado en la silla. No dejaba de mirarme con odio.

«Compartimos el sentimiento».

—No lograras sacar nada de mí, perra.

Arqueé una ceja.

—Sí no comienzas a hablar, te sacaré los sesos, piensa bien.

Mi paciencia se estaba yendo al carajo con el imbécil.

No podía hacerle nada hasta que lograra sacarle todo lo que necesitaba. Después de tener la información, podría hacerle lo que quisiera. Palabras por parte de Richard, y palabras que iba a tomar muy seriamente.

Hace mucho no me daba un pase libre para torturar a alguien. Siempre era matarlos y ya.

«Quita las partes más divertidas».

Estábamos intentando encontrar a una chica que fue secuestrada el sábado luego de la feria. Unas cámaras de seguridad vieron a este idiota por última vez con la chica. Lo interrogaron, pero salió limpio.

Pero no por eso Richard dejo de vigilarlo. Horas antes notó algo extraño, así que decidió que me encargara de él. Yo estaba completamente segura de que él la tiene e iba a hacer lo que sea para sacarle toda la puta información para poder encontrar a la chica. No sabíamos en qué estado puede estar, o si todavía seguía con vida.

Pero no por eso nos daríamos por vencidos, al menos no yo.

Con ese pensamiento en mente, busqué en el bolso que me dio Richard antes de partir en busca del tipo, una manopla con cuatro puntas de hierro.

Me incorporé y lo coloqué en mi mano derecha.

Esperaba no romperme una uña, estaba dejando que crecieran de nuevo para que se vieran bien bonitas.

El castaño agrandó un poco sus ojos cuando me vio con el objeto en mano.

Le di una gran sonrisa maliciosa, antes de estampar mi puño por completo en su rostro. Repetí la acción unas seis veces, y me detuve cuando la sangre comenzó a brotar de su labio partido, nariz rota y una abertura en su pómulo izquierdo.

Ambiciosa Atracción © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora