Capítulo 6 🍎

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Christopher

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Christopher.

Quité el cinturón de seguridad luego de estacionar el auto. Por mi mente no dejaba de rondar la conversación de la amiga de Violett junto a uno de los otros estudiantes, el cual reconocí al instante por su cabello llamativo de un intenso rojo.

Además de su esbelta figura y rostro encantador.

Dejé de pensar en eso y recordé lo que me perturbo todo el viaje hasta el lugar donde vivía la castaña. Antes de subirme al auto, pude escuchar claramente como alguien le preguntó a Violett por Becca. Oír su nombre por parte de otro, ciertamente no me gusto, y no tenía una buena razón como para que no me gustara.

«No, no debo preocuparme por esas cosas». Pensé, borrando cualquier tipo de pensamiento que me llevaran a creer que estaba sintiendo celos irracionales.

Observé a través del cristal de la ventana. Frente a mí se alzaban las estructuras donde vivía la bella castaña.

Nunca llegué a pensar que una hora de espera sería una tortura dolorosa. Pero luego de ver las tan simples y sensuales fotos que Becca envió, hasta hubiera pagado porque la bendita hora terminara antes.

Por su culpa cuando salí casi corriendo del aula para llegar a mi auto, tuve que usar de escudo mi bolso para que nadie notara que estaba excitado. Además de poner todo de mí para soportar el dolor en mí entrepierna.

«Aún duele como la mierda».

Salí del auto y active la alarma luego de ponerle el seguro.

Miré alrededor del lugar, algo incomodo. El espacio en el que se encontraba el edificio donde vivía Becca era demasiado tranquilo, como si solo ella lo habitara. Pero eso era imposible, a menos que fuera una persona millonaria y dueña del lugar no podía vivir sola en este lugar.

Era una simple estudiante.

Con eso en mente, quité cualquier duda. Me encaminé a las escaleras ya conocidas para subirlas con una rapidez desconocida. La adrenalina y excitación estaban comenzando a correr por todo mi cuerpo, anticipándome a todo lo que sucedería.

No tuve que tocar la puerta para que supiera que ya estaba ahí. Apenas había terminado de subir el último escalón que noté su esbelta figura recostada en el marco de la puerta.

Tenía una sonrisa maliciosa que prometía muchas cosas y nada a la vez.

«Demonios, diablos, está ardiente».

A pasos agigantados, crucé los dos metros que nos separaban.

No me contuve de admirar su aspecto. El cabello lo traía algo alborotado, pero sus rizos permanecían ahí. No llevaba maquillaje, solo un poco de labial del mismo tono que su conjunto de encaje. El cual todavía llevaba puesto, pero ahora acompañado de una pequeña bata de seda.

Ambiciosa Atracción © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora