Capítulo 37 🍎

24K 1.3K 118
                                    


Becca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Becca.

Su sonrisa arrogante me daba asco, y ganas de golpearla.

¿Con qué derecho se atrevía a aparecer frente a mí? Claro, porque llevaba el apellido de su esposo creía que podía conseguir lo que fuera, pero sin ese apellido era nada.

La peor persona que pude haber conocido en el mundo se mostraba frente a mí luego de tantos años de no verla. Nunca tuve una buena relación con mi madre, especialmente porque ella siempre me dijo que solo serviría para el arreglo matrimonial que tenía con Jake.

Durante mi niñez estuvo ausente, y ni que decir de mi adolescencia. Pero no ausente en presencia, porque no podía hacer nada sin que ella estuviera viendo, sino como madre.

Nunca recibí un abrazo de su parte, una muestra de cariño, o consejo para alguna situación difícil.

—¿Qué haces aquí?—prácticamente escupí las palabras.

Quería que comprendiera de una buena vez que la seguía odiando, y con cada día el odio había aumentado. Esperaba que entendiera que no era bienvenida, que si pudiera se mantuviera a 50 metros de distancia, que se fuera al fin del mundo y no regresara.

—¿Esa es la forma de recibir a tu madre?—mantuvo su sonrisa impasible.

Siempre fue así. Cualquiera podía estar diciéndole los peores insultos de su vida, pero se mantenía tranquila como si fuera la cosa más insignificante del mundo, como si ella hubiera inventado esas palabras.

Obviamente todo lo contrario a mí. Yo con unas cuantas palabras lograba perder la paciencia y necesitaba quemar todo, arrasar con lo que me obstruyera el camino.

Y lo hacía.

Bueno, tantos años bajo control debía tener sus repercusiones, una adolescente con ganas de libertar y sed de venganza hacia su propia sangre fue la consecuencia de una madre controladora y ambiciosa, arrogante, clasista y desvergonzada.

La detestaba con cada gota de sangre porque nos parecíamos en ciertas cosas. Era lo que menos quería en el mundo, tener características o cosas comunes con Victoria Edwards.

—Lamento no haber recibido a su majestad con una fiesta—ironicé.

Su presencia me sacaba de quicio, era imposible ocultar mi desprecio a su persona. Ni siquiera podía prestar atención a lo que estaba haciendo Christopher, o preguntarme dónde estaba mi padre. Porque con ella ahora mismo no estaba, eso era claro.

¿Acaso me estaba siguiendo? Claro que sí, era una de sus especialidades, espiarme y joderme la vida desde que nací.

—No me respondas de esa forma, yo no te eduque así—formuló con serenidad.

Aunque aparentara que estaba respondiendo a la actitud de una adolescente caprichosa y descarada, pude notar que su sonrisa se tensó. Era claro que no esperaba que le respondiera de esa forma.

Ambiciosa Atracción © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora