42; 𝖠𝗇̃𝗈𝗌.

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Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años... Desde que nacemos hasta que morimos es una completa aventura, unos hacemos caso a nuestros padres y otros no, unos vivimos para buscar respuestas y otros viven para hacer las preguntas e ignorar las respuestas, o en el caso de muchos, nos hacemos las preguntas y buscamos las respuestas.

La juventud trajo alegrías, penas, odios, miles de emociones llenaron mas de una vez la cabeza del joven Abadejo. Por su cabeza lo que últimamente pasaba era lo tanto que extrañaba ser jinete meterse en problemas si poder ser reprochado por su ser adulto interior.

~¿En que piensas tanto?

Pregunto Patapez a su amigo, se le notaba distraido en lo que el intentaba hacer una silla para Patán, básicamente estaba en otro planeta.

~Solo.. Solo pensaba en ellos, digo, ¿cuando fué la última vez que hicimos una carrera? ¿o cuando fue la última vez que metimos las narices donde no debíamos?

Pronunció moviendo sus brazos de un lado a otro, Brutacio estaba ahí con ellos escuchando todo.

~¿Cuando fue la última vez que Tilda y Tacio explotaron algo?

~Tal vez dejamos de hacer todas esas cosas por el bien de todos, y además estamos viejos, tenemos mas bolsas de ojos que espalda.

Dijo Brutacio sin alguna expresión, había madrurado bastante.

~Tiene razón, creeme que por mí volvería a tener 20 años.

Todos soltaron una leve risa, eran 22 años desde que dejaron de ser jinetes, ya necesitaban acción, si fueron por sus dragones, pero eso no cambio nada.

~¿Recuerdan  al pantano rompe cuellos?

Preguntó Patapez concentrado en la silla de Patán, en eso llegó el nombrado ex-jinete a unirse a la charla amistosa.

~Por culpa de Johan terminamos ahí.

Dijo arrogante, se cruzo de brazos recordando aquella aventura, Patán no había cambiado nada desde que se marcharon los dragones.

~Y Johan termino siendo un impostor.

Soltaron una risa, eran bonitos tiempos en los que lo único que importaba  eran sus dragones, era su vida alocada llena de explosiones, no le hacían caso a nadie.

—Básicamente no le hacíamos caso a nadie.

—En especial tu querido Hipo.

Hablaron los adultos riendose del castaño, eran el reflejo exacto de ellos en la adolescencia, pero con cabello canoso, bolsas en los ojos, y dolor de espalda, más del que tenían.

—¿Quien diría que somos adultos?

—Creo que nadie.

Pregunto Patapez, fue respondida por Patán, Tacio e Hipo en unismo.
Pasaron la tarde juntos, hablando y haciendo de todo, casí nunca tenían tiempo para hablar o hacer algo que no sea de trabajo.

᭙ꫝꫀ𝘳ꫀ ꪀꪮ ꪮᥒꫀ ᧁꪮꫀ᥉. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora