El Verdadero Enemigo

31 2 1
                                    

Las cosas habían cambiado, demasiado rápido como para poder prever que algo semejante ocurriría. Haechan no estaba seguro de si había tomado la decisión correcta, desde lo alto de las montañas nevadas podía ver el desierto gerudo. Ya quedaba muy lejos, no podría volver necesitaba primero ser mas fuerte. Le dolía poner una carga tan grande a su madre pero ella era fuerte, podría mantenerse hasta que él volviera. Debía actuar, debía aprovechar que un tanto el rey como su caballero aún no habían recuperado completamente su poder. Taeil apoyó su brazo en el hombro del pelirrojo.

–Debemos continuar, aún queda camino– Haechan asintió y se acomodó el abrigo. No estaba acostumbrado a la nieve, no cuando toda su vida la había pasado en un desierto.

–Me preocupa que les ocurra algo en mi ausencia– Admitió el pelirrojo mientras se hacían paso en la tormenta de nieve.

–De nada serviría quedarte si no puedes salvarles, la única forma de proteger a las gerudo es haciéndote mas fuerte. Debes ocupar el puesto que es tuyo, Doyoung adquirió el poder de la sabiduría, John el valor y ahora tú debes adquirir la fuerza. Sólo de esa forma estará el ciclo completo.– Haechan se sentía a salvo al escuchar a Taeil hablar, él siempre respondía a sus preguntas sin importar lo absurdas que fueran. Él era el único que parecía ver algún valor en el pelirrojo.

–¿Por qué lo ocultaron? Doyoung es diferente a los otros monarcas que han reinado en Porthaven. Él no parece querer hacer ningún tipo de mal, arriesgó su vida para detener el cataclismo.– Dentro de su alma no so podía imaginar que Doyoung fuera malo, aunque era cierto que el peliblanco atraía las desgracias.

–Tienen miedo, temen a tu yo verdadero. Cuando superes las pruebas y obtengas el poder de las diosas serás mas fuerte que hasta el mismísimo cataclismo. Gracias a ello podrás liberar al pueblo gerudo y podrán salir del desierto. Dejarán de usar a las guerreras como los peones que dejan morir, podremos viajar mucho mas lejos de lo que conocemos.–

Haechan quiso responder, quiso decirle que se equivocaba pero su voz fue acallada por un gran estruendo. Taeil desenvainó su cimitarra al mismo tiempo que Haechan, juntaron sus espaldas para tener un visual completo de toda la zona. Cuando la nieve les permitió observar, se percataron de que habían caído en un trampa de una manada de lobos.

Riju permanecía en una audiencia con Doyoung, debido a ello John tuvo que quedarse con la niña en el oasis. La situación era muy complicada, Adine había muerto y Haechan había desaparecido. No había ningún lider que pudiera dirigir el oasis aunque la situación parecía estar siendo muy bien controlada por las gerudo.

Si John era sincero, aquello no era lo que mas le preocupaba. Lo que no le permitía dormir era saber que la niña aún no despertaba, Riu llevaba tres dias durmiendo y no respondía a las clemencias. Doyoung había intentado usar su poder pero la niña no estaba enferma ni maldita, no había explicación a lo ocurrido. John esperaba fuera de su tienda, Impa llegaría ese mismo día junto a la sacerdotisa de su tribu. Ella le podría brindar respuestas sobre la situación en la que ambos se encontraban.

Fue con los primeros destellos del alba que el caballero pudo ver a las mujeres de cabellos blancos como la nieve. Ambas se habían desprendido de sus vestimentas sheikah para vestirse con los ropajes del desierto. Ninguna de las dos se detuvo a comer o beber agua, fueron directamente a la tienda de John donde se encontraba la niña descansando.

–Es bueno ver que se encuentra bien el héroe de Porthaven– Dijo la sacerdotisa a modo de recibimiento. Impa ni siquiera se paró a saludarle, entró directamente en la tienda para examinar a la niña.

–Me alegra volver a verla. ¿Cómo está el reino? ¿Le ocurre algo a Impa?– La sacerdotisa le sonrió y tras mirar durante unos segundo a la tienda de campaña, decidió que lo mejor era ir a otro lugar.

John la condujo hasta la zona de bazares donde encontraron un local que servía té del gusto de la sacerdotisa. La mujer no mostró su verdadero cansancio hasta que se sentaron y pudo beber aquella delicia, había sido un viaje duro.

–La situación en el reino es bastante complicada. Han aumentado en los ataques de monstruos pero no ha habido ningún pueblo o aldea atacado. Algo que nos ha llamado la atención es que han comenzado a desaparecer personas, sin ninguna razón aparente.– John agarró el vaso de té, un tanto preocupado por la situación. Pequeños altercados que podrían desencadenar un mal mayor.

–El hijo de la líder gerudo ha desaparecido. La heredera del la ciudadela gerudo ha muerto... Es cierto que una vez salvamos el reino pero ahora no somos capaces de hacer nada por la tribu gerudo...– La sacerdotisa tomó la mano de John, si él seguía apretando con fuerza el vaso este podría romperse.

–Sois los elegidos pero no sois dioses. La tribu gerudo es fuerte y aunque se encuentre en graves problemas ahora no podeís hacer nada para ayudar. Comprobad las bestias divinas, acudir a las fuentes de las diosas. Vosotros sois la conexión que tenemos entre lo puro y lo terrenal. Si un mal está surgiendo es mejor asegurarnos que nuestras mejores defensas están preparadas.–

–Eso significa que es verdad... ¿Has tenido alguna visión? No imaginé que sería tan pronto.–

Los meses que pasaste en el santuario de la vida recuperándote, cuando acudía con el príncipe siempre tenía una sensación como que vuestra lucha no iba a ser la última. Hace poco lo consulté a las llamas y resultó ser así, todo este tiempo solo hemos estado resguardando un mal mayor.– John suspiró un tanto abatido por la situación. ¿Acaso nada salía como correspondía?

Antes de que pudiera hablar escuchó como alguien entraba. Impa hizo una reverencia de inmediato, Doyoung acababa de volver de reunirse con Riju. Doyoung asintió a la sacerdotisa y se sentó al lado de John, inclinándose sobre él. El peliblanco abrazó a John ignorando completamente a la mujer. John le sonrió y le dejó quedarse así hasta que Doyoung necesitase marcharse. Al menos tenía a Doyoung a su lado.

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora