Como un copo de nieve

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John no se esperaba que el príncipe se lanzase inmediatamente a sus brazos. Con cariño lo resguardo entre estos y acariciando su pelo se dio cuenta de que dos pequeños cuernos habían aparecido en su cabellera. Eran como los cuernos que solían tener las estatuas de las diosas. Su príncipe se había convertido en un ser espiritual.

Le había extrañado, tanto que al separarse de él había sentido como que había perdido una parte de su alma. Doyoung era real, estaba entre sus brazos. Vivo, respirando. Gracias a las diosas aquello no era un sueño.

El príncipe solo se separó de él lo suficiente para poder sujetar el rostro del caballero entre sus delicadas manos. Con cariño secó sus lagrimas mientras trataba de calcar el rostro del mayor en su mente.

John interrumpió los pensamientos del menor. Acortó la distancia que les separaba para poder besarle. Estaba tan cerca que no podía sentir su cuerpo estable, su corazón latía tan rápido como el aleteo de un colibrí. Le había dado mil besos a su príncipe pero aquel beso era especial. Tanto como el primer beso.

Sus labios eran mas delicados que cualquier cosa que pudiera imaginar, delicados como el primer copo de nieve. Sus besos le recordaban lo que era sentirse a salvo, sentirse seguro y feliz. Le amaba con toda su alma y nunca podría decírselo lo suficientemente claro. Incluso si todos los días le recordase que le amaba, nunca se habría sentido satisfecho porque todas esas veces nunca fueron suficientes para poder expresar lo que le quería.

Volvieron despacio a casa del caballero. El alto no pensaba soltar su mano, ni aunque eso supiera perderla. Doyoung sonreía avergonzado, aunque todo el pueblo estuviera mirando no le importaba porque su caballero había vuelto. Arkadia se había vuelto a llenar de gente, había mas familias que habían decidido asentarse en los calmados hogares de la aldea. Las risas de los niños, las luces de los hogares... Arkadia era su hogar, había vuelto a casa.

La madre de John regañó al príncipe nada mas este entró en la puerta de la casa. Estaba claro que antes de ir al faro, John había pasado por la casa y había despertado a su madre. La mujer al percatarse que el príncipe no se encontraba descansando se enfadó más que un oso al perder la miel que acechaba.

John reía mientras escuchaba a la mujer reñir al príncipe. El caballero ya se había limpiado y se dedicaba a curarse las heridas, mientras el príncipe recibía en la mesa del salón un sermón de la mujer. Aunque su madre tenía razón, Doyoung aún seguía débil después del cambio que había sufrido. Ya no tenia ojeras y se le veía mas sano ahora que la maldición no dañaba su cuerpo. Aunque el duelo y que su cuerpo cambiase tan repentinamente había dado lugar a la constante fatiga del príncipe. Necesitaba recuperarse lo antes posible y si seguía haciendo escapadas nocturnas en vez de dormir eso no le ayudaría. No tardó mucho en mandar a descansar a ambos jóvenes e hizo como que no vio que John se quedó a dormir donde estaba durmiendo Doyoung.

John no paraba de acariciar los cuernos del príncipe, le encantaba ver lo relajado que parecía estar Doyoung. Con cada toque del mayor los cuernos se volvían brillantes, el brazo de Doyoung tampoco es que fuese muy normal. Las zonas que antes habían sido envueltas por la marca maligna ahora eran de tonos azulados y esmeraldas. Era como si fueran capaces de albergar energía espiritual.

Doyoung se incorporó lentamente y puso su mano en la cicatriz del pelinegro. En el mismo lugar que la flecha de cordera había impactado. Su brazo y sus cuernos comenzaron a brillar con fuerza, sus ojos se tornaron blancos y no fue hasta que apartó su mano que él volvió a la normalidad.

–No podía sentir si estabas vivo por eso. La flecha de KIndred te mató, solo los espíritus pueden hablar con el Árbol Deku. Él vio que eras digno y te revivió– John le miró extrañado, el se había sentido vivo. El arbol le había dicho que aquello había sido una broma de Kindred pero no se había sentido como una.

–Ahora no habrá nada que no puedas saber– John no había hablado sobre cómo había sido su viaje, aún se sentía confuso ante ello. Sin embargo Doyoung había sido capaz de ver todo lo que él había vivido en cuestión de segundos.

–No pienso volver a dejar que nada nos separe. Tendrás que aguantarme, y es posible que viva durante muchos años. Años en los que no pienso dejarte en paz ni un solo segundo– John sonrió y volvió a besar a su príncipe con miedo de que su madre entrase de golpe en la habitación.

–Descansa, en cuanto te recuperes no voy a darte ni un solo segundo de descanso– Susurró en los oídos del menor. Doyoung se sonrojó completamente y golpeó al mayor lleno de vergüenza.  El alto no pudo dejar de reír mientras el príncipe resoplaba sobre lo malvado que era su pareja.

Dormir escuchando el latido de John fue mejor que cualquiera de las medicinas que la madre del caballero pudiera preparar. Los brazos del mayor le protegían como una cadena sagrada y su espíritu fue capaz de descansar en paz una vez estando el mayor a su lado.

John era feliz, era el hombre mas feliz de todo el reino. Su príncipe estaba en sus brazos, sus cabellos blancos recorrían su espalda desnuda, sus dedos acariciaban el pecho del caballero como si se tratase de un movimiento casi automático. Había extrañado aquello, había extrañado esos momentos de calma en los que todo se quedaba en un segundo plano. Su príncipe se convertía en el centro de su vida, en el centro de sus miradas, en el centro de sus acciones.

Con una sonrisa imposible de quitar, con la calma de un recién nacido. John fue capaz de conciliar el sueño en pura calma.














Aviso:
Si he prometido que va a haber continuación es porque no les va a pasar nada malo a los personajes principales. Soy muy bromista respecto a matarlos pero es que me es imposible, sin ellos no podría seguir el fic. Gracias por aguantarme con mis bromas de mal gusto ay 😓

Últimamente estoy muy mal de salud y no tengo fuerzas para levantarme de la cama. Anímicamente tampoco estoy muy bien.

Actualizar este fic me devuelve la ilusión y me alegra.

Espero que os encontréis bien

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora