El ritual de sangre

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Era necesario, si de verdad buscaba solucionar el problema era necesario arrasar con la aldea. Sus espías le habían verificado que el rey y su caballero se encontraban en el Reino Zora. Estaban muy lejos de allí, era imposible que a Doyoung le pudiera dar tiempo a reaccionar.

Aprevechó la luz de la luna llena para prepararse. Iba a emplear un tipo de magia que temía pero que era la única capaz de restablecer el poder, la única que terminaría con el inmenso poder del rey.

Colocó sus dos amuletos con los ojos de Majora y con el mismo silencio que un felino comenzó. No les dio tiempo a poder defenderse, no les dio tiempo a sorprenderse. Antes de que pudieran hacer cualquier cosa, él ya habia absorbido las almas de las víctimas.

Los amuletos recolectaban las almas y su cuerpo absorbía el poder de estas. Los cuerpos de los difuntos no serian en vano pues el norme odio y dolor que albergaban le daba el poder que necesitaba.

Al principio se sintió como si fuese incapaz de respirar pero una vez adquirido el poder sólo podía desear hacerse con más poder aún. Era adictivo, tanto que terminó matando a toda la aldea. O al menos eso creyó.

Su piel estaba muy pálida pero podía sentir el enorme poder que recorría sus venas. Era el mismo poder que habría tenido el Lobo Blanco, era un poder lleno de destrucción y capaz de poder hacer lo impensable.

No pudo evitar sonreír, aquello habló resultado mejor de lo que esperaba. Pronto sería más poderoso que el mismísimo Thanos, pronto podría hacerse  con el poder del ser y convertirse en un ángel del infierno. Un ángel inmortal.

Sonrió y usando su reciente poder se esfumó. Era el momento de ponerse al mando del Clan Yiga, su siguiente objetivo sería matar a la líder de las Gerudo. Doyoung no sería capaz de personarse esa pérdida.



Doyoung se despertó en un sudor frío. No fue por el efecto del alcohol de la noche anterior sino porque su espíritu sintió un enorme desequilibrio. Como llevaba temiendo, una especie de poder destructivo había despertado y alguien lo estaba empleando.

John seguía dormido pero cuando se tumbó cerca suya buscando su confort pudo sentir que el pelinegro estaba experimentando una pesadilla. El corazón le latía tan rápido que sentía que se colapsaría. El pelinegro parecía estar pasándolo muy mal.

Doyoung trató de despertarle pero John no lograba reincorporarse. Lo único que el rey pudo hacer fue usar su poder para calmar la respiración del pelinegro. Era terrorífico, odiaba ver a John haciendo frente a las pesadillas que solían invadirle. Algunas estaban relacionadas con el cataclismo, John soñaba que no conseguían detenerlo y que él caía quedándose Doyoung como el único capaz de mitigar al ser infernal. Otras veces el caballero no quería decirle sobre lo que soñaba pero el peliblanco intuía que no era sobre cosas bonitas.

Una hora después, cuando las luces del alba empezaron a asomarse, el pelinegro despertó de su pesadilla. Parecía confuso de encontrarse despierto en una cama y no en el agua fría del Santuario de la Vida. No comprendía dónde estaba ni la razón por la que Doyoung le miraba expectante.

El caballero poco a poco fue acordándose de que estaba vivo, que había pasado mas de un año desde que despertó de su letargo y que en esos momentos se encontraba en el Reino Zora. Doyoung le ayudaba poco a poco, le ayudaba a respirar de forma calmada y constante. Le ayudaba a que no llegase a perder la cabeza.

John aún tenía la pesadilla muy presente en su conciencia como si aún siguiese en su cabeza. Tenia un mal presentimiento uno muy distinto a los recuerdos de la pesadilla que seguían invadiendo su mente. Era la misma sensación que cuando estaba en la cueva con Doyoung segundos antes de que fuese el peliblanco maldito.

La espada maestra estaba brillando intensamente como el fuego de una gran hoguera. Sin escuchar a Doyoung se acercó al arma y las desenvainó. Doyoung se sorprendió de la luz que la Espada Maestra comenzó a emitir, una vez liberada descubrieron lo que esta quería decirles.

"Heroes de Porthaven, habéis logrado instaurar La Paz y prosperidad en el reino pero una gran fuerza se despierta entre las sombras. Un humano corrupto por el poder ha invocado el poder de las sombras y está dispuesto a romper con todo lo que habéis luchado por conseguir. Dirigiros a la aldea de Ikigai, allí encontraréis respuestas."

Aquello lo había dicho el gran Arbol Deku desde la espada. Había usado el arma como instrumento de comunicación entre ellos. Doyoung permanecía en la cama con la mirada perdida tratando de digerir lo que el árbol les había dicho.

Ikigai no estaba muy lejos de el Reino Zora, se encontraban en el suroeste del reino mientras que Ikigai se encontraba en el sureste. Si saliesen esa misma mañana podrían llegar por la tarde.

Doyoung se levantó finalmente y se vistió con una túnica. John le imitó y ambos salieron rápidamente a informar a Yuta sobre la situación. El pelirrojo estaba en las cascadas tratando de movilizar a Ruta para poder ser estudiada por el rey, la bestia divina tendría que esperar a la próxima visita.

El pelirrojo se acercó a los dos jóvenes extrañado por la rapidez con la que se habían aproximado. Yuta perdió su si¡sonrisa nada ver el rostro de Doyoung quien estaba completamente serio.

Ha ocurrido algo– Intuyó el príncipe Zora. Doyoung asintió y Yuta respiró con dificultad al recibir aquella información.

–Hay una nueva amenaza. No sabemos aún si es un gran peligro o no pero se trata de alguien que ha recurrido a fuerzas oscuras. – Explicó John al príncipe Zora. Yuta parecía sorprendido de escuchar aquello, no esperaba que surgiese una amenaza tan temprano.

–¿A dónde pensáis dirigiros?– Yuta quería acompañarles pero era arriesgado dejar el reino Zora. En cualquier momento podrían necesitar de la ayuda de las bestias divinas. Si Yuta les acompañase dejaría a Ruta sin piloto.

–Hoy mismo partiremos en dirección a Ikigai. Permanece atento, es posible que necesitamos de las bestias divinas.–

Aquella amenaza no llegaría muy lejos si el mismísimo rey les acechaba.

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora