Una nueva esperanza

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No había llegado pero podía percibir el horror que rodeaba el ambiente. Sentía el pánico y dolor de las almas asesinadas. Habían tenido que aminorar el ritmo, John había comenzado a sentirse extraño, un dolor en el abdomen le invadía. Por alguna casualidad el dolor era en la misma zona que fue herido por culpa de Thanos. Doyoung tenía miedo de que el pelinegro llegase a caerse del caballo debido al dolor por lo que no apartó en ni un solo momento sus ojos del joven.

Iban a una aldea que siempre había sido pacifica, un lugar conocido por las termas que lo rodeaban y que eran las fuentes de ingresos de la población. Ikigai nunca había sido conocido por ser un lugar de conflicto pero esa paz parecía haberse convertido en palabras del pasado.

Una vez atravesado el denso bosque podrían encontrar a la aldea, algo les decía que lo mejor que podrían hacer en esos momentos era darse la vuelta y alejarse del lugar.

Viendo que se aproximaban al final del bosque decidieron bajar de sus caballos ñ. Doyoung ayudó a John con miedo a que el caballero cayese mal.

Majestad – Anunció el rey para intentar aliviar la tensión del ambiente, mientras ayudaba a John a bajarse del animal. El pelinegro le miró avergonzado de la situación.

No quiero ser una carga– Doyoung quien le estaba sujetando en brazos se limitó a sonreír mientras dejaba al mayor en el suelo. Acto seguido sujeto el rostro del joven entre sus manos y miro a sus ojos del mismo color que las avellanas.

Nunca serás una carga, recuerda que somos un equipo.– Doyoung era fuerte, y seguramente si en esos momentos se enfrentasen a una pelea Doyoung la ganaría, aunque John tratase de arriesgar todo a cambio de ganar. El joven habia luchado ferozmente por su lugar como rey de Porthaven. Aunque aquello no significaba asegurarse un paz constante.

Dejaron a los caballos pastando mientras trataban de rodear el perímetro de la aldea buscando algún tipo de trampa o pista que les pudiera explicar lo ocurrido. Desde el cobijo de los arboles podían ver como las llamas ardían arrasando consigo gran parte de los edificios. Una vez haciendo analizado todo el lugar Doyoung obligó a John a detenerse.

Los ojos del rey  habían cambiado a ser completamente dorados como la luz de los faros, eso significaba que Doyoung estaba empleando su poder. John no comprendía como pero prefirió seguir las ordenes del rey mientras él miraba en dirección a la aldea. Cuando sus ojos volvieron a su tono azul, John supo que el rey había descubierto algo.

–Hay muchos muertos pero no quedan sus almas, es como si se hubieran muerto al ser arrestadas sus almas. Aunque puedo sentir que hay una persona que aun permanece viva, pero su aura contiene la misma energía que aquello que ha logrado arrebatar los espíritus de los habitantes.– John pensó sobre ello. Si la persona que habia producido la tragedia seguía allí, si aun tenia las almas... ¿Doyoung podría devolverlas a las personas? ¿Podría ocurrir aquello si mataban al ser que habia usado el poder maligno?

Era posible que aquello ocurriera. Nunca lo habia tratado de averiguar pero en teoría debía de ser correcto lo que el mayor estaba. proponiendo.

Es posible que podamos devolver a la vida algunos. Pero solo a los que han muerto por haber sido arrebatadas sus almas. Aquellos que muriesen de forma violenta no podían recuperar su espíritu, murieron antes de perder sus almas. Los que podemos revivir murieron a causa de perder sus almas.–

Doyoung le miró para saber si el pelinegro estaba listo. John aun sentía un enorme dolor en el abdomen que aumentaba según se acercaban a la aldea. Antes de adentrarse y actuar, el rey se giró y miró a John.

–¿Estás listo?– Preguntó el peliblanco mientras tomaba con decisión sus dos katanas. El pelinegro asintió pero detuvo al menor antes de que se pudiera girar para darle un corto beso. Doyoung se sonrojó, la acción del alto le había pillado por desprevenido.

Ahora si, magestad

De esa forma se adentraron en la aldea. Doyoung había envuelto a ambos en un aura dorada que les protegía. John empuñaba la espada maestra que había comenzado a brillar con la misma intensidad que cuando la sacó del pedestal donde se encontraba. Sin embargo de nada servía empuñarla, con su mano izquierda tocaba su abdomen que no paraba de doler. Si le atacasen sería en vano usar el arma, John no era capaz de sostenerla por culpa del dolor.

Doyoung se paró de inmediato y formó un escudo para proteger a John. Antes de que el pelinegro pudiera preguntarle la razón, el peliblanco desapareció de sus ojos para aparecer a metros más en adelante mientras apuntaba con sus katanas a un barril.

John se acercó al lugar, para darse cuenta que Doyoung había estado a punto de despedazar a una niña que de alguna forma había logrado sobrevivir.

John, ayúdame– Le gritó el rey para que el caballero se acercase más rápido.

Doyoung guardó las katanas y se alejó un poco para no asustar a la niña que estaba temblando por el miedo. El rey había confundido a la niña con un espíritu maligno por su aura pero la chica de cabellos pelirrojos no parecía ser la razón.

John envainó la Espada Maestra y se acercó a Doyoung. La niña estaba llena de polvo por culpa al fuego y su traje estaba lleno de roturas y sangre. Parecía haber logrado huir del ataque.

Esta permanecía en posición fetal y se negaba a mirar a los dos jóvenes quienes trataban de averiguar la forma de poder tranquilizarla.

Usa las golondrinas– Susurró el pelinegro a Doyoung. John se refería a un aspecto del poder del rey. Cuando John tenía pesadillas o los recuerdos de lo ocurrido le perturbaban, Doyoung solía crear unas golondrinas con su poder que su canto lograba calmar al pelinegro.

Doyoung asintió y entre sus manos se creó una luz dorada que pasó a tener la forma de una golondrina. La niña dejó de respirar tan rápido y sus ojos dejaron de mirarles con pánico para mirarles con una especie de sorpresa.

El rey– Su voz se había llenado de esperanza, algo que no se esperaban ninguno de los dos.

John se quedo cuidando de la niña, se aseguró de darla agua y tratar de averiguar el nombre de ella. Mientras Doyoung trató de averiguar lo que había ocurrido. La imagen de la aldea era como ver el mismísimo infierno. Unas llamas negras quemaban el lugar, había cuerpos apilados en el centro del lugar y todos parecían haber muerto por perder sus almas. Aquel que los mató buscaba deshacerse de los cuerpos de esas personas pero debió de escapar antes de completar el ritual. Gracias a ello podrían salvar al menos a treinta personas.

Dentro de las casas habían muchos cuerpos que habían muerto de forma violenta.

Aquella niña era la clave para averiguar lo que había ocurrido.

Creo que tenemos algo–

John había logrado explicar porque in aura maligna cubría a la niña.

Ahora van a ser padres ...
Perdonar por haber estado tanto tiempo ausente. Ahora estoy produciendo un guion que escribí para mi carrera. Cuidaos mucho, os quiero. Vuestros comentarios siempre me animan mucho 💕🥺

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora