No dejes de mirarme

83 21 5
                                    

Una parte de mi
que nunca quise enseñar

La gente estaba emocionada. Pasaron a levantarse para observar el duelo que iba a comenzar. Doyoung caminaba enfrente de John. Sabía que él pelinegro no atacaría primero, su forma de combatir era más defensiva. Necesitaba quitarle el escudo, era la único que le retenía de terminar aquél duelo de una forma rápida.

Siguió girando hasta que la luz de los últimos rayos de sol  alcanzaron los ojos del alto. Necesitaba cegarlo antes de poder atacar.

El príncipe se abalanzó rápidamente sin que John se pudiera preparar, buscaba hacer un ataque sorpresa para simplemente quitarle el escudo pero John notó la duda en los movimientos de Doyoung.

Como si se parase el tiempo, John pudo hacer una guardia perfecta. Con el escudo detuvo el ataque de Doyoung y empujó lejos al príncipe que terminó en el suelo al borde del círculo. Sorprendido por la rapidez no era la primera vez que veía ese ataque defensivo de John. Ya lo había hecho previamente cuando un guardián les atacó.

Ahora es el momento de luchar de verdad, alteza— Gritó desde el trono Donghyuck. El castaño sabía que Doyoung no estaba luchando con su espíritu. Los movimientos del príncipe se asimilaban a los de una persona que temía a luchar.

Doyoung no respondió, se limitó a incorporarse de nuevo. Un escalofrío recorrió el cuerpo del mayor, la mirada de Doyoung era desafiante. Como si John hubiera activado una faceta del príncipe que nunca antes había visto.

Doyoung levantó la arena de forma que John tapó sus ojos para que no le entrase. Con la misma rapidez que un guepardo inmovilizó al alto y lanzó el escudo lejos del círculo. John reaccionó tarde pero lo suficientemente rápido para que Doyoung se alejase antes de que el príncipe le llevase lejos del círculo. El peliblanco se había escapado de recibir un puñal en el costado.

John expuesto, debía de cambiar su forma de luchar al haber perdido el escudo. Doyoung había saltado hacia atrás aprovechando el impulso del salto para poder lanzarle unas dagas impregnadas de calmantes. Sólo pudo esquivar dos de ellas, otras dos se clavaron en su brazo izquierdo. Doyoung estaba jugando sucio, no estaba dispuesto a perder. Ni siquiera a manos de John.

El alto consideró que era el momento de sacar el látigo. Si Doyoung había jugado sucio el jugaría mucho más aún. El brazo izquierdo no le respondía y el calmante empezaba a extenderse por su cuerpo. No tendría mucho tiempo antes de dejar de sentirlo. Debía de actuar rápido.

Aprovechó el siguiente ataque de Doyoung para pararle con su látigo. El peliblanco no se esperó aquél ataque por lo que cayó al suelo con una herida en el pecho que empezaba a tener bastante mala pinta. Doyoung sonrió, estaba despertando a la fiera.

Los espectadores observaban admirados, la forma de luchar era distinta. No estaban adaptados a ver esos movimientos. Doyoung había adaptado el estilo de lucha gerudo a si forma de combatir. Mezclando movimientos agresivos pero con facetas defensivas.

Cuando el príncipe se levantó desenvainó sus dos cimatarras. Era el momento de enseñarle la furia del rayo.
Las cimatarras brillaban con los últimos rayos del sol, como un rayo el príncipe atacó. Sus movimientos eran como un baile, esquivaba el látigo de John mientras levantaba la arena para dificultar la visión al pelinegro.

No iba a hacerle mucho daño, tan sólo iba a dejar inconsciente al alto. Cuando estuvo lo suficientemente cerca quiso golpearle con la cimatarra pero el pelinegro fue más rápido. Desequilibró al  príncipe y lo hizo caer. Doyoung en sí caída agarró el peto de John haciéndole caer a él también.

Al caer encima del príncipe pudo inmovilizarlo apuntándole con una daga en el cuello. Doyoung sonreía emocionado de ver a John.

Te he ganado— Doyoung no pudo evitar reír ante la incredulidad del pelinegro.

Demasiado tarde— Doyoung se había dejado tirar para clavarle un tranquilizante.

Lo que no sabía John es que en el arte de la guerra de las gerudo, atacar requería paciencia. Doyoung había sido el verdadero ganador pues John ya no podía moverse.

Todo el público empezó a gritar de la emoción al ver el desenlace del duelo. Estaba claro que John era un rival fuerte pero aquella batalla ya tenía un favorito desde el principio. Las gerudo habían luchado con Doyoung años atrás y eran conscientes de las cualidades del príncipe, lo respetaban como uno más y eran conscientes de que él no había luchado como solía hacerlo. Aquél combate había sido demasiado flojo para lo que era capaz Doyoung.

Esto es lamentable— John estaba avergonzado, estaba siendo llevado por unas guerreras que lo llevaban junto a Doyoung a la carpa donde dormía.

Tranquilo en unos minutos se pasará el efecto y podrás empezar a moverte.— Doyoung acompañaba al pelinegro que poco a poco podía empezar a mover las manos. John quería decirle muchas cosas pero no enfrente de las guerras.

El camino hacia la carpa fue un tortura, Doyoung hablaba animadamente con las guerreras pero John no entendía el idioma. Poco a poco iba pidiendo mover las extremidades y se sentía como un inútil. Quería hacerse invisible un par de horas.

Eres bueno— Le dijo una de las mujeres que le llevaba. Como la gran mayoría llevaba el pelo rojo en un trenza y se vestía con la armadura gerudo. Su cuerpo estaba lleno de tatuajes en honor a su tribu.— Eres el primero que consigue derribar al príncipe

En ese momento John entendió que no le veían como un perdedor. Las gerudo tenían una percepción distinta de la lucha, quienes se atrevían a luchar eran valientes y aquello ya los hacia ganadores. Respetaban a John hubiera perdido o no y admiraban su forma de luchar de la misma forma que admiraban a Doyoung.

Doyoung se quedó todo el tiempo con John. Le limpió las heridas y las desinfectó mientras esperaban a que el efecto del calmante terminase de pasarse. Doyoung se marchó uno segundos para poder quitarse la armadura y cuando volvió John ya podía moverse.

Te he hecho daño— John miraba con cuidado la herida que le había producido el látigo. No tenía mala pinta pero debía de dolerle una barbaridad.

¿Quieres que te recuerde todo lo que te he hecho? Esto es sólo un rasguño, no duele apenas— Era verdad, dentro de todas las heridas que se había hecho aquella era de las que menos dolían.

Te veías muy guapo mientras te apuntaba con la daga— Doyoung quiso pegar a John pero se tenía que mantener tumbado mientras le terminaba de curar.

Se quedó mirando fijamente al pelinegro mientras le terminaba de curar. El pelo que siempre había llevado liso se le empezaba a ondular y se estaba aclarando casi adquiriendo el tono castaño que John solía tener. Habían pasado demasiado tiempo fuera de la etiqueta del palacio.

Tú también te veías guapo mientras pensabas que me ibas a ganar— John frunció el ceño y fingió enfadarse con el príncipe.

Nos vamos a perder el duelo de Donghyuck.— Doyoung se había sentado encima de John sin que este pusiera resistencia. El pelinegro se pensaba que iban a ir a verlo pero el príncipe parecía tener otros planes.

Tenemos que solucionar primero unas cosas—

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora