El poder de la matriarca

70 19 4
                                    

No hay tiempo para fallar

John no estaba lejos, cuando lo vio se alarmó por la herida que tenía en el hombro. No tenían tiempo para pararse a hablar por lo que ambos huyeron rápidamente en dirección al Oasis.


Doyoung tenía un mal presentimiento, aquello había sido demasiado fácil como si se hubieran dejado derrotar.

John no había dicho ni una palabra. El pelinegro observaba preocupado el brazo de Doyoung. No por la herida del hombro sino por la marca de su muñeca, había aumentado considerablemente su tamaño. El príncipe estaba lleno de sangre y no parecía ser de él.

Donghyuck les esperaba desde la torre vigía. Llevaba una antorcha con la que indicaba que todo el plan había ido correctamente.

No me vuelvas a pedir algo así— Dijo nada más entregarle el casco del trueno al castaño.

Donghyuck se rió pero el príncipe iba muy en serio al decir aquello. Al día siguiente se reunirían con Riju. Ella se encargaría de llevarlos hasta Naboris.

John se quedó mirando el casco, no comprendía la importancia de él. Parecía más una reliquia que algo fundamental para acceder a Naboris.

¿Por qué el casco?— Preguntó el pelinegro. Donghyuck no contestó, miraba fijamente el casco mientras mantenía silencio.

Lentamente se puso el casco, caso con temor de hacerlo. Un zumbido comenzó a sonar y la piel de los presentes se erizó, como si un rayo se aproximase.

El cielo dejó de estar despejado y las nubes se comenzaron a acumular debajo de ellos. John se acercó a Doyoung lleno de miedo por lo que podía ocurrir. Era como si el castaño hubiera invocado una tormenta.

Donghyuck rápidamente se quitó el casco y lo dejó caer en el suelo. Respiraba con dificultad, tanto que terminó en el suelo. Doyoung quiso acercarse pero John le detuvo.

Mira sus manos— Doyoung se fijó, en ellas surgían unos pequeños rayos. Lo suficientemente fuertes como para derribar al príncipe.

Cuando Donghyuck pudo respirar con normalidad comenzó a reír como si hubiera perdido la cabeza. John se asustó, no sabía que esperar de ese chico.

El poder de la matriarca, es una pena que sea demasiado fuerte para mí— Y es que el nombre ya lo indicaba. Aquél casco era capaz de generar y repeler rayos. Pero sólo la mujer más fuerte de toda la tribu podía dominar ese poder.

Vámonos de aquí, antes de que nos convierta en cenizas— Doyoung no se negó. Incluso el príncipe temía de los impulsos de Donghyuck.

Juntos se fueron de nuevo a la carpa. Doyoung estaba demasiado cansado para decir nada. Mientras John buscaba las medicinas el príncipe quitaba la sangre del traje. El traje de sigilo se había quedado inservible, incluso si hubiera dejado sin sangre el agujero del hombro evitaba que funcionase correctamente.

Cuando se dispuso a curarle la herida Doyoung estaba mirando fijamente sus manos. Entre las uñas permanecían restos de sangre que no se podía quitar. Estaba paralizado, como si estuviera reviviendo un mal momento. Tomó las manos del peliblanco, aquello despertó al príncipe que le miraba sorprendido.

Cada día me cuesta saber quién soy—

Riju miraba desde el puesto de mando. A lo lejos en medio de una tormenta de arena la gran bestia de metal deambulaba. Bastaba con acercarse a ella para recibir un rayo suyo. La matriarca miró el casco del trueno, nadie entendía el poder de esa joya. Heredada de la séptima guerra, era la mayor reliquia de la tribu. Su madre había arriesgado la vida para defender aquella joya.

𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora