El espíritu de Elden

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Apunté con todo mi corazón
Queriendo llegar al tuyo


Aquello era una visita que dejó a todos sin aliento. Doyoung y Yuta vieron como John se movía con seguridad. Al acercarse al dragón apuntó a las corrupciones ir surgían de él.

John no sabía lo que estaba haciendo, no sabía si funcionaría. El dragón le miraba lleno de dolor, suplicando para que el alto le pudiera liberar. Inspiró hondo y apuntó, era imposible fallar aquél tiro.

La flecha que salió disparada se clavó en la sustancia morada. Nada más tocarlo se deshizo de forma que el pelinegro perdió aquella preciada flecha. No servía se nada atacarle con flechas normales.

-Son flechas normales. Aquello que rodea a Elden es odio y maldad a causa de los humanos. Aunque le lances miles de flechas no servirá de nada.- Yuta tenía razón. Necesitan alguna forma de purificar las flechas.- Doyoung, si es cierto que eres hijo de las Diosas significa que podrías bendecir las flechas.- Doyoung se sorprendió ante aquella propuesta.

El príncipe no era conocedor de aquél poder, incluso no sentía que fuera capaz. John le tendió una flecha y el peliblanco la sujetó entre sus manos. Suplicó a las diosas para que esa flecha pudiera salvar al dragón pero aquellas palabras fueron palabras vacías.

Efectivamente aquella flecha seguía siendo una flecha normal. Doyoung no tenía ningún poder que le permitiera purificar y bendecir. Siguieron buscando respuestas. El dragón había cerrado los ojos para hacer más llevadero el dolor. Yuta caminó al rededor del lugar. Un pequeño lago separaba al dragón de ellos. Lo miró con curiosidad, había a algo más. El pelirrojo confiaba en su intuición y esta le indicaba que eso era más que un lago. No perdía nada por probar.

-John, necesito que me prestes una de tus flechas- El peligro le entregó una de ellas. Doyoung le miró de forma nerviosa. Necesitaba que esa idea tonta de bañar la flecha en ese agua funcionara. Aunque no lo hubiera mostrado, el peliblanco estaba dolido por su ineptitud.

John volvió a apuntar, esta vez susurrando para si mismo una plegaria de esperanza. Le dolía ver a el dragón de aquella forma. Salvarlo les ayudaría a retirar la maldición del reino Zora pero también entregaría libertad a aquella criatura. Era la hora de que la magia volviese al reino.

La flecha se dirigió con gran rapidez hacia el ser. No dudó, no se desvió. Fue un disparo limpio que nada mas tocar la corrupción produjo un estallido que liberó la piel del dragón de toda maldad. Las escamas azules y plateadas volvieron a relucir en su cuerpo y los ojos plateados del dragón se abrieron con esperanza. Doyoung lleno de sorpresa abrazo al pelirrojo. Su absurda idea había funcionado. El pelirrojo se tensó al recibir el repentino abrazo del príncipe. Yuta no estaba adaptado a las muestras de cariño pero comprendía a la perfección la reacción de Doyoung. John los miró desde lejos con un atisbo de sonrisa. Aquella reacción de Doyoung era muy usual cuando él era joven. Cuando aprobó el examen de entrada a la academia reaccionó de la misma forma. Aquella reacción le había devuelto el aura infantil que solía poseer el príncipe.

John continuó despejando el cuerpo del dragón de toda corrupción que tuviera. Una vez libre de ellas Elden abrió sus grandes alas y se levantó. En el pico de la montaña el gran ser místico les hizo una reverencia.

"Habéis demostrado ser dignos. Hijo de los Zora, tu instinto ha guiado a los elegidos. Hijo de los Sheikah, tus certeras flechas han demostrado tu valor. Hijo de las diosas, no sufras, eres el pilar sin ti no habrías encontrado mi ser. Os agradezco vuestra ayuda y perdono al reino Zora por sus errores del pasado. No os soy de ayuda en vuestro viaje pero creo que esto os servirá de ayuda."

El dragón se elevó emprendió su vuelo lejos de aquel lugar. Su cuerpo resplandecía entre la aurora boreal. Doyoung observó a aquel ser maravillado, era hermoso. Hacía mucho frío pero el lugar era hermoso. Estar allí pese a todo lo que había sucedido era más que un premio y sobretodo si estaba cerca de él.

John le se acercó a Doyoung. El peliblanco sonreía hacia el dragón, parecía un niño. John quiso sostener su rostro y mirarle directamente a los ojos. Aunque John podría correr el riesgo de recibir un guantazo por parte del príncipe.

-Por ello funcionó, se trata de una fuente sagrada. Es agua sagrada.- Apuntó Yuta. El lugar en el que antes había estado el dragón era una de las fuentes sagradas. Una estatua de la diosa se regía delante de una cueva que conducía al interior de la montaña.

-Será mejor que entremos a averiguar que hay dentro- Le ánimo John mientras agarró la mano de Doyoung para conducirle por el lugar. Aquello fue un movimiento arriesgado del que tanto John como Doyoung sorprendieron. El primero por el valor que consiguió reunir para dar aquel pequeño paso para aproximarse al príncipe y el segundo al sentir que John no temía a tomarle de la mano como solía hacer cuando eran jóvenes.

Yuta les siguió un tanto alejado. Mentiría si dijera que no se sentía un tanto fuera de lugar junto a ellos dos. Aun así estaba contento, a lo lejos podía ver el reino Zora y la lluvia había dejado de atormentar el lugar. Lejos se podía ver aún el dragón, este le había producido previamente rencor. Ahora tras ver su sufrimiento había comprendido el comportamiento de aquel ser. Elden había perdido a su hijo. Comprendía el dolor pero también había comprendido que el dolor que albergaba en su corazón solo podría dar lugar a más tragedias. Yuta debía seguir caminando hacia delante y aceptar el pasado.

John y Doyoung se adentraron a la cueva. Estaba iluminada por bellos cristales que le condujeron hasta el final. En el final había unas escaleras que condujeron hasta un pequeño lago en el que un gran elefante de metal se encontraba semi hundido.

-Es la bestia divina. Es Van Ruta- Dijo Doyoung completamente ilusionado. John y Yuta le miraron con extrañeza. No entendían nada de lo que estaba diciendo Doyoung. El peliblanco se dio cuenta de que los otros dos no entendían nada. -De Yuta lo comprendo pero que no me escuches tú me duele.- John se encogió de hombros y juntó las manos en forma de perdón- En la biblioteca de los Sheikah estuve estudiando los textos ancestrales y en ellos se hablaba sobre el cataclismo y formas de lidiar con él.- Yuta y John se miraron perplejos. John recordaba algo de ello pero no a la perfección. Doyoung suspiró cansado.- Ese gran elefante de metal sirve para destruir al cataclismo.-

Los tres se giraron y miraron fijamente a aquella bestia. John vio lo ilusionado que se encontraba. Yuta le miró con preocupación, él no quería acercarse a aquel bicho.

-Será mejor que volvamos, no es momento para meternos en una máquina destructora del mal-

El camino de vuelta consistió en Doyoung dotando mil insultos hacia John por haberle obligado a volver. Mientras tanto Yuta se reía y John se tapaba los oídos pensando en los manjares de pescado que comerían al volver.

Al final habían formado un grupo un tanto acogedor.


𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora