Doyoung se despertó con el dulce olor de pastel a manzana, Le recordaba a los días en los que estudiaba hasta altas horas de la madrugada y John se aseguraba de que descansase invitándolo a comer el pastel que solía hacer su madre. Solían ver cómo las nubes eran arrastradas por el viento, como las hojas de los cerezos empezaban a caerse y las montañas les ocultaban lo infinito que podía llegar a ser el lugar donde vivían.
Le era tan irreal saber que una época de su vida tan importante había terminado. Como se había esfumado entre sus brazos el tiempo sin que él pudiera detenerlo. Tan sólo quería volver a tener 17 años y pasear por las callejuelas de Arkadia siendo feliz.
–¿Cómo estás?– La madre de John estaba sentada al pie de la cama. Doyoung debía de haberse quedado dormido en la previamente fue la habitación de John. El mayor no parecía estar cerca solo su madre que le tomaba de la mano con mucho cariño.
–No recuerdo nada, sólo haber salido muy cansado de la reunión – La mujer inhaló con profundidad nada más escuchar las palabras del príncipe. Aquello era verdad, Doyoung no recordaba bien lo que había pasado. Sus recuerdos se volvían borrosos desde el momento en el que salió de la reunión. Como si su mente hubiera querido bloquear un momento de su vida por su propia salud.
–Es mejor que vengas a comer, John lleva toda la mañana dando vueltas por la cocina incordiando porque quería verte– La mujer alborotó el pelo del príncipe de forma cariñosa y salió de la habitación dejando la puerta abierta.
John no tardó mucho en aparecer por el umbral de esta. Le miraba con preocupación y no se atrevía a entrar encima aso de que pudiera molestar al príncipe. Doyoung no dijo nada, se incorporó lentamente intentando no marearse. Cuando ya pudo estar de pie se dio cuenta de que llevaba la ropa de John y le estaba enorme.
–Tu armadura está en el soporte de armaduras. En la armería de mi padre.– Doyoung se despreocupó de ella. Estaba en el mejor lugar que podía estar. Se acercó a John y le abrazó como un niño pequeño al ver a su madre.
–Me siento super raro, tu madre me ha mirado de una forma muy rara. Me encanta tu familia pero sois gente impredecible.– John río ante los comentarios del peliblanco. Fueron bajando las escaleras hasta el comedor donde la madre de John había servido el desayuno acompañado de pastel de manzanas. De inmediato se acordó de Taeyong, se había olvidado de ir a visitarlo.
–Mi caballero, hoy tenemos una de las misiones más importantes de toda la historia–
Pasaron la mañana conversando con la madre de John. Ella había vuelto a retomar su profesión de enfermera y trabajaba para un centro sanitario a las afueras de la ciudadela. El padre de John se encontraba fuera por ese entonces. John no parecía decepcionado por no haber podido ver a su padre. Entendía que era un hombre el cual necesitaba estar en constante movimiento. Cuando llegó el mediodía ambos jóvenes se dispusieron a marcharse.
La puerta de la panadería se abrió haciendo que la campanilla sonase. Taeyong salió de la cocina para recibir al cliente que acababa de llegar. Para su sorpresa Jaehyun estaba en el local lleno de nervios.
–He visto que Doyoung está en casa de John– El caballero estaba más pálido que los polvorones. Taeyong no daba crédito a lo que Jaehyun acababa de decir.
–Imposible–
Taeyong cerró la tienda y junto al caballero fueron de camino a casa de los padres de John. No pudieron avanzar mucho, a lo lejos el caballero pudo ver como John y Doyoung se acercaban. Iban de camino a la panadería.
Jaehyun y Taeyong se quedaron atónitos nada mas verlos. El príncipe sonreía a John y ambos caminaban juntos como si no hubiera ocurrido nada malo entre ellos. Los ojos de John brillaban al ver al príncipe y Doyoung no para de bromear con él. Doyoung se paró de inmediato, se giró en dirección a Taeyong.
Pillo infraganti al panadero y al caballero. Jaehyun temió por su vida al ver como el príncipe se acercaba y Taeyong no sabía cómo sentirse. Se alegraba de volver a ver a Doyoung pero parecía muy cambiado desde la última vez que lo vio. Doyoung parecía radiante como si todo el aura de frialdad que solía envolverle hubiera desaparecido.
–Se os da muy mal espiar– Anunció John como saludo a ambos. Los cuatro se saludaron después de tanto tiempo separados. Juntos decidieron marchar de camino a la panadería. Taeyong invitaba al grupo.
–No sabia que te llevabas tan bien con Jaehyun– El príncipe y el panadero caminaban por delante. Parecían una pareja un tanto inseparable, tanto que Jaehyung quiso estar en el puesto de Doyoung.
–Es un chico bastante interesante. Siempre me acompaña, me agrada su compañía. Pero eso no es lo importante, me tienes que Donat lo que ha ocurrido y por qué estás tan cambiado.–
Cuando se sentaron John y Doyoung fueron contando lo ocurrido durante el viaje. Omitieron algunas partes como la de que Taeyong se había convertido en un destructor del bien durante unos minutos y que mas tarde se habían besado. También no mencionaron a los Sheikah y todo lo relacionado con ellos
–Eso significa que aun tenéis que ir en busca de dos bestias divinas más– John asintió. El viaje que les quedaba sería a lo largo del oeste de Pothaven.
–Primero iremos al desierto de las siete guerreras. Ojalá alguno de vosotros fuera mujer, solo las mujeres puede entrar en la ciudad Gerudo– Dijo con pesar John. Taeyong miró de reojo a Doyoung, sabía que él había enterado en aquella ciudad. Le trajo un colgante de Opalo fabricado en aquel lugar.
–Encontrareis la forma de entrar, estoy seguro de ello– Mencionó vagamente Taeyong mientras Doyoung le indicaba que no dijera lo que sabía. John miró con confusión al príncipe, había algo de lo que él no estaba enterado.
Estuvieron hablando hasta la noche. Los jóvenes se prometieron entre si ir juntos a las playas de Onaona una vez todo hubiera terminado. Taeyong disfrutó de aquel cálido momento que había surgido. Eran felices, estaban a salvo y todo parecía estar bajo control. La sonrisa de Doyoung le calmó, no le gustaba ver al príncipe preocupado. Al final podía ser verdad lo que había soñado, podría ser que John era el equilibrio que Doyoung necesitaba. Juntos permanecían estables el uno con el otro.
Cuando se marcharon John Y Doyoung de la panadería un aguacero comenzó a caer sin que pudieran llegar a tiempo a la casa de los padres de John. Decidieron resguardarse en una callejuela cubierta por tejas. No pasaba nadie por el lugar y la tormenta no parecía aminorar.
John se abrazó con el príncipe. Se sentía seguro cerca suya, como si el peliblanco fuera su escudo. Doyoung había recogido su cabello en una trenza a un lado de su cuello. John fue besando cada centímetro hasta los labios de príncipe.
La lluvia no paró pero si que se aminoró la fuerza con la que caía. Doyoung aún podía sentir los labios del alto, se mantenían en su mente como un sello de oro. Como el rayo que inauguraba la tormenta se habían besado por primera vez y como la lluvia que precede al rayo se enamoraron lentamente. Habían pasado más de ocho años desde que se habían besado por primera vez.
Una vez tumbado bajo el fuego de la chimenea se acordó de la carta que John le había escrito hacía muchos años. Después de que se dieran su primer beso el caballero le declaró amor eterno y permanecer siempre a su lado. Doyoung la había guardado todo el tiempo como un gran tesoro hasta que volvió a ver a John después de los siete años que habían pasado separados. El príncipe había sido demasiado duro con John, al final los sentimientos que compartían el uno por el otro habían perecido durante el tiempo.
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𝐓𝐡𝐞 𝐊𝐢𝐧𝐠: 𝐉𝐨𝐡𝐧𝐝𝐨
FanfictionDoyoung es el heredero al trono, aún así vive en una aldea muy lejana al castillo. Solo cuando sea mayor de edad podrá volver a aquél gran palacio de colores blancos y dorados. John vive en una pequeña aldea. Todos los días son similares y eso es el...