56. Afrentas

1.7K 319 156
                                    

Momentos antes del cierre...

—Se ve preciosa —susurró Sabo, casi inaudible. Estaba acostado en su cama, debajo de la colcha blanca. Sonreía tiernamente mirando la pantalla de su móvil. Una de sus compañeras del consejo estudiantil, le hizo una videollamada desde que la obra dio inicio, permitiéndole así, ver a (Tn) desempeñando su papel—. Mi bella Julieta. Ella... siempre será mi Julieta.

Hubieron muchas escenas realmente incómodas para Sabo a medida se desarrollaba el acto, sin embargo; todo era tolerable para él porque sabía que (Tn) era feliz, ya que estaba cumpliendo uno de sus sueños al interpretar el personaje, al que su madre le dio vida en sus años de estudiante.

A pesar de todo, no dejaba de resultarle un poco frustrante el pensar que no pudo ser el Romeo de (Tn). En definitivas, sólo quería que ella estuviera bien, lo demás no importaba.

Entretanto, cerca de la galería, en el instituto Shinsekai...

—¿Dónde está el auditorio? —se preguntaba, mirando hacia todos lados—. Creo que me estoy perdiendo de la obra. —miró su reloj de mano—. Es tarde ya.

—¡Te dije que no quiero! —se escuchó repentinamente—. ¡Suéltame!

El desorientado chico frunció el ceño y volteó hacia el fondo, allá donde terminaba la acera bajo el largo y amplio caedizo de concreto blanco y tejado negro, que conectaba un edificio con otro.

—¡Hey! —exclamó acelerando su paso—. ¡Suéltala! —le exigió al rubio que sostenía por la fuerza, a la chica que usaba una sudadera gris con capucha.

—No te metas, Roronoa. —demandó el rubio—. Bonney y yo tenemos asuntos pendientes.

La mencionada estaba cabizbaja. Moría de la rabia y la impotencia al haber sido descubierta por el entrometido chico, que no la dejaba entrar al auditorio.

—No me importa. —declaró Zoro—. He dicho que la sueltes.

—Suéltame ya Cavendish. —masculló Bonney, tirando fuerte de su mano.

—Muy bien, pero tú y yo hablaremos después. —declaró muy serio. Le dio una mirada cargada de dureza a Zoro, quien le devolvió el gesto.

—Devuélvemela —pidió Bonney, extendiendo la mano hacia Cavendish.

—No, la llevaré conmigo. Es peligroso dejar suelta a una lunática como tú, con algo como eso en su poder. —dijo, acomodándose aquello de lo que hablaban, debajo de la chaqueta, entre su pantalón y la espalda baja—. Además, no es tuya.

—Kid me la obsequió hace un ti...

—No es cierto, y lo sabes, Bonney.

—Pero...

—Deja en paz a Eustass y (Tn), ten dignidad y no te entrometas más.

—Tcht... —rechistó, volteando la cara. Su enfurecida expresión no le servía de nada. Maldecía la hora en la que Cavendish la miró intentando escabullirse en los camerinos. ¿Por qué tenía que encontrárselo?

«¿Meterse entre el mariscal de campo y (Tn)?» Pensó Zoro. Comenzó a sacar algunas conclusiones.

—Y otra cosa —añadió Cavendish—, deberías parar de fumar —le aconsejó, quitándole el cigarrillo de los labios, para lanzarlo al suelo y pisarlo con el pie izquierdo, haciendo círculos, hasta lograr apagarlo—. Quiérete un poco y no dañes tus pulmones con esas cosas.

—¿Y a ti qué te importa? —cuestionó Bonney, bajando la mirada. Abrazaba su costado derecho, sobre el yeso de su brazo roto.

—Debería importarte a ti. —contrapuso, colocando la mano derecha sobre el hombro de Bonney, por unos segundos. Volteó hacia Zoro—. Roronoa... supongo que estás perdido nuevamente. —dijo acertadamente, por lo que Zoro enarcó la ceja y frunció el ceño. No era cómodo que alguien le recalcara su mal sentido de la orientación—. El auditorio está hacia allá —señaló a su izquierda, con dirección a un edificio a unos cincuenta metros de distancia.

Romeo y Julieta... se odian ━━ [Finalizado]《17》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora