59. Cosechas lo que siembras

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—¿Qué quieres Carina?

—Hola a ti también, Kelvin. —saludó sonriendo de manera altanera. Se encontraban en el food court del centro comercial.

—Vaya, luces del asco —se mofó al sentarse a la mesa, del otro lado estaba ella.

—Tan encantador como siempre. —suspiró cansada.

—Bueno, en aquellas ocasiones... —dijo de manera sugerente, inclinándose hacia en frente—, no tuviste objeciones con mi encanto.

—Y de eso vengo a hablarte.

—¿Quieres más de esto, nena?

—No, idiota. —puso los ojos en blanco—. Esos días se han acabado.

—¿Por qué? ¿Conseguiste volver con Eustass?

—No. —respondió luciendo algo triste—. Me voy del Shinsekai —Kelvin enarcó la ceja, incrédulo—, y ya que me marcho... quiero decirte que de nuestros encuentros secretos, surgió un pequeño imprevisto.

—No me digas que te enamoraste de mí. —comentó, sonriendo soberbio.

—Claro que no, sabes que a quien amo es a Kid —bajó la mirada por un segundo. Sacudió la cabeza y enmarcó una gran sonrisa. No quería lucir tal cual se sentía: derrotada—. Acabaste embarazándome, imbécil.

—¿Qué... mierda? —masculló, espantado.

—Tranquilízate, perdí nuestro bebé, no serás padre a los dieciocho.

Entretanto...

—Responde: ¿ya me reemplazaste? —le cuestionó Kid a (Tn), acechándola hasta hacerla pegar la espalda contra la puerta. La notaba nerviosa.

Aunque no era el momento, deseaba cogerla por detrás de las rodillas, enroscársela en las caderas, y besarla como si fuese a arrancarle los labios. ¡La había extrañado tanto...!

No dormir a su lado por tres noches, y no verla por tres días, le había parecido una horrible eternidad.

—N-no quiero hablar contigo... —logró articular, después de haberlo mirado a los ojos por varios segundos, sin decir nada.

Lo había extrañado tanto, que lo único que deseaba era lanzarse a su pecho y abrazarlo como si nunca fuese a soltarlo. Pero no. Debía ser fuerte. Tenía que ser firme y no ceder ante su necesidad de sentirlo suyo. Él... no era suyo.

—Pues yo tengo mucho que hablar contigo. —dijo, mostrándole la pantalla de su móvil. Tocó el botón de "reproducir" y automáticamente (Tn) comenzó a verse a sí misma, dando el discurso sobre sus supuestos amoríos con todos los chicos que había mencionado.

Por un instante (Tn) se sintió horrorizada puesto que no se puso a pensar que alguien podría grabarla, aunque rápidamente dejó de darle importancia a ese hecho. Estaba harta de las habladurías, y ya no quería ir contra la corriente.

—Es lo que ves.

—¿Así que te acostaste con todos ellos a mis espaldas? —inquirió Kid, tentativamente. Sabía que no era cierto, pero quería ver hasta dónde llegaba con ese acto. Guardó el móvil en su bolsillo, sin dejar de mirarla a los ojos ni por un segundo.

—¿Acaso querías que lo hiciera frente a ti? —le cuestionó, ceñuda. Kid cambió su semblante, su sonrisa soberbia se fue desvaneciendo hasta convertirse en un gesto endurecido. Ella comenzó a buscar la manera de quitarse el dije de sable de luz, ese que llevaba en el cuello—. Esto es tuyo. —lo cogió de la mano para asegurarse de entregar la joya.

Romeo y Julieta... se odian ━━ [Finalizado]《17》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora