Dos semanas después, se había vuelto algo cotidiano que Harry viniera a mi casa a comer, a tomar un té o a solamente hablar de nuestros días. Parecía irreal que algo así estuviera pasando, cuando hace menos de un mes, eran contadas las palabras que intercambiábamos por mensajes de WhatsApp.
- ¿Qué te parece esta portada, cariño?-. Me preguntó Harry en cuanto terminé de acomodar mis nuevos libros de Literatura. Acercándome, miré la imagen y luego de analizarla detenidamente, suspiré. No era la mejor, sin dudas.
-Creo que no es la más adecuada, Hazz. Los colores no generan el contraste adecuado para que resalte el título y por ende, toda la portada-. Tomándome el atrevimiento de sentarme en su regazo, comencé a editar la imagen en el programa de Photoshop y en cuestión de segundos, logré consolidar la idea que tenía en mente.- Creo que ya está-. Guardando una copia, dejé que la visualizara, en tanto caía en la cuenta del atrevimiento que me había tomado.
-¿Dónde aprendiste sobre edición?-. Preguntó.
- En la Licenciatura. El título es compatible para realizar este trabajo también-. Contándole un poco más sobre la cátedra en la cual nos enseñaron sobre el proceso editorial, me sobresalté al escuchar el pitido de un nuevo correo.- ¡No me digas que la enviaste, Harry!-. Tapándome el rostro de la vergüenza, sentí que besaba mi hombro antes de leerme lo que le había dicho uno de sus colegas.
- "No lo sé lo que hiciste, Harry. Pero la portada quedó perfecta."-. Sorprendida, no pude ocultar mi emoción y girando parte de mi cuerpo, me tiré sobre él para festejar el triunfo. Para cuando él me rodeó con sus brazos, todo esa adrenalina se había ido, dando paso al nerviosismo y a una intimidad que debíamos evitar siendo amigos.
-Lo siento. Me dejé llevar por el momento-. Con mis mejillas teñidas de rojo, me levanté y fui hacia la cocina. Necesitaba tomar un poco de distancia y más cuando mi corazón latía tan fuertemente, que parecía que iba a salir de mi pecho.- Tranquila. Solo fue la emoción del momento. Nada más. -. Me dije, tratando de calmarme. Aunque lo amara, sabía que lo mejor era tenerlo como amigo, para así no arriesgar mi corazón nuevamente.
-Anna, si te molestó algo de lo que hice, lo lamento-. Escuchando sus disculpas, supe que la situación también había sido confusa para él. Estábamos intentando ser amigos. Nuestro esfuerzo no debía ser en vano.
- No pasó nada, Harry. Solo fue la emoción del momento-. Tomando dos pocillos, coloqué los sobrecitos de té y los llené con agua caliente. Esos nos relajaría un poco luego de tanta tensión. Escuchando que sonaba el timbre, le dije que atendiera en tanto yo sacaba del horno unas galletas de chocolate y preparaba todo para ir al patio trasero. Era un hermoso día soleado y pensaba aprovecharlo al máximo.
- Era el cartero. Te dejó estas cartas-. Con su ceño fruncido, me las dio, en tanto tomaba la bandeja por mí y la llevaba a la mesa donde tomaríamos el refrigerio. Allí, dispuso todo y sin entender su cambio de actitud, comencé a beber mi té, intentando pensar en otras que fueran más agradables, como por ejemplo, en el éxito que había tenido mi libro. ¿Sería oportuno invitar a Harry para festejarlo esta noche en una cena íntima o sería un total descaro de mi parte? Escuchando que me decía algo, le pedí que volviera a repetírmelo. Sin duda alguna, estaba soñando con los ojos abiertos.- Te pregunté sobre por qué no usas el apellido "Styles". Sé que estamos divorciados pero tienes derecho a usarlo mientras ninguno de los dos no nos volvamos a casar-. Bajando mi pocillo, pensé en lo que iba a decir. No quería que se sintiera ofendido y mucho menos que termináramos más tensos de lo que ya estábamos por lo sucedido anteriormente.
- Harry, sé que es una tradición bastante arraigada aquí el usar el apellido del marido. Y aunque lo considere una manifestación del patriarcado, nunca me sentí rebajada al usarlo. Sin embargo, cuando te volviste famoso, consideré que era mejor no seguir con él. No es como si tu apellido fuera muy común en el país-. Explicando las razones de por qué lo había hecho esperé que me entendiera. No quería solo reducirlo al sentido de pertenencia que suponía usarlo.
-Aunque no esté conforme con tu decisión, tienes razón. Lo que menos hubiera querido era que los paparazzis te acosaran. Es bastante duro lidiar con ellos-.-Haciendo una mueca, poco después relajó su rostro y hasta una pequeña sonrisa asomó por sus labios.- Por suerte, el dinero de tu manutención fue depositado instantáneamente, y usado adecuadamente por lo que vi en las fotos que hay en tu living-. Intentando que mi rostro no delatara ninguna señal de que no estaba en lo correcto, me sobresalté al escuchar cómo maldecía.- ¡Por el amor de Dios, Anna! Dime que lo retiraste antes de que mi paciencia sea colmada-. Cerrando mis ojos, dije que no y un silencio espeso reinó entre nosotros.- Yo entiendo que no quieras mi dinero pero eso te corresponde por ley, Anna. ¡Nadie en sus cinco sentidos abandonaría medio millón!-. Levantándose, comenzó a caminar de un lado para otro.- Deberé averiguar qué sucedió con ese dinero. Seguramente, habrá generado intereses y si antes no te gustaba la idea de tener medio millón, ahora deberás pensar en otro medio millón más-.Tragando saliva ante la inminente fortuna que tenía guardada en mi cuenta anterior, me dije que nadie me podía obligar a recibir ese dinero, ni siquiera él.
- Harry, no puedes obligarme a aceptarlo. Creo que dejé claro a la hora de divorciarme que no quería nada tuyo-. Exclamé con vehemencia.
-Entonces, ¿qué quieres, Anna? Porque es evidente que mi amor tampoco quieres-. Me dijo, sin importar que su tono de voz fuera en aumento. Intentado decirle que eso era no cierto, él negó con la cabeza antes de decirme algo que rompería la frágil relación que habíamos creado durante ese tiempo.- Fue un error ser amigos. Fue un error pensar que algo cambiaría luego de este tiempo -. Sintiendo que mi garganta se cerraba por las ganas que tenía de decirle todo lo que sentía, me mantuve allí, quieta, solo rogando que todo pasara rápidamente. Ofreciéndome una mirada cargada de resignación, tomó sus pertenencias y en cuestión de segundos, nuevamente estaba fuera de mi vida. ¿No era lo que realmente quería? Pero ¿por qué dolía tanto?
Sin embargo, las catástrofes en mi vida recién empezaban. Al día siguiente, el decano de la facultad pidió urgentemente una reunión conmigo lo que no me alarmó. Seguramente, sería para hablar sobre las críticas favobles que había recibido mi libro de los mejores especialistas en Literatura. Internamente, guardaba la esperanza de que esto fuera el último eslabón para que finalmente me contrataran permanentemente. Pero luego de la charla me daría cuenta de lo que equivocada que había estado.
- Por favor, tome asiento, señorita Anna-. Sin dirigirme una sonrisa de bienvenida, él siguió revisando unos papeles que tenía en sus manos hasta que ruido de su teléfono rompió el silencio en el que nos veíamos sumergido.- Bien, hágala pasar, por favor-. Sin entender por qué llamaba a otra persona a una reunión que competía únicamente a los dos, comencé a pensar en que las cosas no iban nada bien y eso lo pude confirmar cuando una señora de porte serio y refinado entró a su despacho y tomó asiento en el asiento contrario, sin dirigirme una sola palabra o mirada.- Bien. Señorita Anna, le presento a mi hija, Julia Owen-. Aceptando la presentación, esperé a que me explicara finalmente el motivo que nos reunía a los tres.- Ella será la que a partir de ahora tomará su lugar frente a la cátedra de Literatura Latinoamericana. No lo hago por favoritismo ni nada. Solo que encontré ciertas irregularidades en su expediente que me hicieron considerar a mi hija como mejor opción-.
- ¿De qué irregularidades me está hablando, señor decano?-. Intentando conservar la calma, conté los segundos en los cuales él le pidió a su hija que saliera para hablar en privado.
- Bueno. Por empezar, señorita Anna, usted está divorciada. Sé que él reglamento no dice nada con respecto a ello pero sí sobre el matrimonio, y usted no ha contraido nupcias nuevamente con nadie-. Buscando defenderme contra tal atropello, él me pidió que aguardara.- También, me parece inadecuado que su exmarido sea famoso, ya que usted puede verse envuelta en infidades de pleitos, que nos queremos que ensucien la imagen de la facultad. Por lo dicho, creo que usted no está calificada para este puesto-. Asombrada, frente a lo que había expresado, quedé un momento en silencio, evitando que el enfado me cegara.
- Señor Decano, nunca pensé que esta institución educativa se manejara con una mentalidad tan retrógrada y arcaica. Además, creo que con mis años de experiencia y los meses que he estado aquí, he demostrado ser la candidata idónea para el puesto. Sin embargo, me quedó claro que prima más mi estado civil y mi relación con mi exmarido que mi propia inteligencia-. Levantándome de mi asiento, lo vi directamente a los ojos, antes de decirle las últimas palabras que escucharía de mi boca-. Con el tiempo, se dará cuenta de ello. Que tenga un buen día-. Con una sonrisa más que falsa, salí de ahí y me dirigí a buscar mis pocas pertenencias que tenía en mi despacho. Esa institución había dejado de ser mi lugar de trabajo a partir de ese momento.
Varias semanas pasaron para que me recupera de ese último golpe. En momentos como ese, había comprendido cuánta falta me hacía tener un amigo con el cual me pudiera desahogar pero Harry no estaba ahí, y esta vez, él no tenía la culpa. Escuchando que mi teléfono sonaba, lo prendí y me sorprendió cuando me encontré con un mensaje suyo, cuando había estado evitando mis mensajes y llamadas.
"Por favor, revisa tu correo". Fue lo único que escribió, lo que hizo que mi poca esperanza se desvaneciera de golpe. Intentando no pensar más en ello, le hice caso y en cuanto vi los mensajes de las universidades de Oxford y St. Andrews agradecí estar sentada. Ambas instituciones me hacían saber que repudiaban el accionar que habían tomado desde la universidad de Cambridge, y además, me solicitaban que me acercara hasta sus respectivas cedes para hablar de una posible vacante dentro del ámbito de Letras, para la cual estaba más que calificada.
Cuando finalmente tuve las entrevistas y me decidí por la universidad de St. Andrews, me poseyó una gran felicidad, que no dudé en llamar a Harry para contárselo. Sin poder comunicarme con él, no desistí y luego de hablar con varias personas de la revista, decidí ir hasta el restaurante donde iba a reunirse con un posible inversor, para un proyecto que iba a realizar la revista con la marca Gucci. Al verlo, todo el dolor que había sufrido por su ausencia, desapareció. Aunque lo quisiera negar una y mil vez, lo quería a mi lado, y ya no se lo ocultaría más. Aguardando ansiosamente a que los minutos pasaran, en cuanto él quedó solo, no dudé y me acerqué hasta su mesa.
- Hola, Harry-. Sintiéndome tímida frente a él, me recogí algunos mechones de cabello y lo tiré para atrás.- ¿Tienes unos minutos libres para mí? Necesito hablar contigo-. Esperando que dijera algo, me sentí más nerviosa al ver que no decía nada y que la incertidumbre se adueñaba de sus ojos.
- Lo siento, Anna. Tengo que tomar un vuelo hacia Italia dentro de unas horas y necesito preparar mis cosas para el viaje. En otra oportunidad será-. Levantándose de su lugar, camino rápidamente hacia la salida pero si darme por vencida, lo seguí. No podía perder esa oportunidad.
- Sé que me equivoqué y desde el fondo de mi corazón te pido perdón. Pero acaso ¿eso es motivo para que me estés evitando de esta manera? Me duele mucho no tenerte más como mi amigo, Harry-. Confesé, mostrando cuán vulnerable me volvía frente a él. Viendo que se detenía, supe que había captado su atención.- Sé que todavía hay muchas cosas que resolver entre nosotros pero quiero que nuestra relación de amistad funcione. ¿Acaso vos no lo quieres también?-. Girando lentamente, él negó con su cabeza y sin darme tiempo a reaccionar, lo tuve rondeándome con sus brazos en cuestión de segundos. Sintiéndome completamente dichosa, lo rodeé con los míos y me perdí en su fragancia, que sorpresivamente era la que le había comprado años atrás.
- Claro que también lo quiero, Anna. Más de lo que vos pensás-. Sintiendo la tibieza de su aliento en mi rostro, levanté mi mirada hacia la suya, y viendo cuánta sinceridad había en sus ojos verdes, tomé la iniciativa y lo besé. Quizás estaba excediendo mis propios límites con tal acción pero era mi forma de agradecerle la oportunidad que me estaba dando. A veces no era una mujer tan fácil de tratar pero él me aceptaba con mis fortalezas y debilidades, y eso valía más que todo en este mundo.
- Gracias, Harry-. Le dije y volví a abrazarlo por unos minutos más.
- Creo que podía acostumbrarme a esto-. Golpeando levemente su estómago, él río y poco después, me invitó a ir a su departamento. Como había dicho anteriormente, él debía viajar a Italia y ayudándolo a preparar todo, le conté sobre el problema que había tenido con el decano y lo que pensaba de sus actitudes tan machistas. Él, escuchándome atentamente, me dio la razón y luego dio su propia opinión, la cual no era muy diferente a la mía. Seguidamente, también me contó cómo se había enterado de la noticia y cómo había tomado contacto con las demás universidades.
- Realmente, no sé cómo agradecerte lo que has hecho, Hazz. Me siento tan avergonzada de que lo hayas hecho, cuando yo rechacé días antes todo lo que me habías ofrecido por ser orgullosa-. Haciendo una mueca ante mis últimas palabras, él tomó algo de su escritorio y me lo dio. Era un cheque. Aceptando, lo guardé, sin mirar a cuánto ahora ascendía mi cuenta bancaria. Me daba pánico tener tanto dinero a mi nombre.
- Todos nos podemos equivocar, amor. Yo solo los convencí de que te entrevistaran y vieran de lo que se estaban perdiendo. Todo es tu mérito-. Acercándose, no lo detuve cuando él fue quien me besó. Disfrutando de la suavidad de sus labios, me reí nuevamente cuando él susurró lo siguiente: "a este paso terminaremos siendo amigos con derechos". No estábamos lejos de ello, pensé.
Cuando pasaron unos días desde su partida y desde que me integré a mi nuevo trabajo, me vi lo bastante estresada como para sentirme paralizada y no saber cómo continuar la escritura del discurso que iba a dar frente a mis nuevos directivos y estudiantes la próxima semana.
- Entonces, ¿no tienes inspiración para continuar con tu escritura?-. Me dijo, en cuanto nos conectamos por videollamada.- Bueno. No sabía que mi ausencia podía afectarte hasta ese punto-. Haciéndome reír por sus ocurrencias, volví a mi estado de desesperación hasta que sus ojos se iluminaron de golpe y de picardía.
- ¿Qué estás pensando, Harry? Esa mirada no me gusta nada-. Intentando no ponerme más roja de lo que ya estaba, me abaniqué con mis manos, para que el calor de mi cuerpo disminuyera.
- Creo que tengo una solución pero deberás confiar en mí y decirme que sí, sin preguntar nada más-. Abriendo mi boca una y otra vez en busca de alguna palabra, me tomé el tiempo suficiente para decirle finalmente que sí. Sabía que ardería en el infierno luego de semejante decisión pero correría el riesgo.
Cortando la llamada, seguí sus instrucciones y en cuestión de segundos, estuve desnuda bajo las sábanas de mi propia cama, aguardando los siguientes pasos a seguir. Escuchando el primer audio que me había enviado, me estremecí con su voz rasposa y grave. Haciendo lo que él me pedía, pasé mis dedos por mis pechos y bajando por mi abdomen que se movía rápidamente por el aumento de mi respiración, llevé un par de dedos hasta mi clítoris que lentamente comencé a masajear. Sobresaltándome por la primera descarga de placer que tenía al combinar mis propias caricias con la voz de Harry, seguí en aquel rollo de placer, olvidándome momentáneamente de Harry, hasta que una llamada entrante de su parte hizo que lo recordara. En medio de aquella oscuridad, no fue necesario apagar las cámaras, aunque con nuestras respiraciones erráticas y el sonido de nuestros propios fluidos fue suficiente para dejar que la imaginación volara y muestra liberación llegara finalmente. Gimiendo su nombre, dejé que mi orgasmo me consumiera, en tanto lo escuchaba pronunciar el mío en medio de sus propios jadeos de placer.
- ¿Estás bien?-. Me preguntó luego de algunos minutos, cuando logramos calmar nuestro líbido y nuestra sensatez hizo acto de presencia. Sin embargo, no me arrepentía de nada.
- Sí, estoy bien-. Bostezando, evidencié lo relajada que había quedado.- Creo que dormiré muy bien esta noche-. Acomodando mi bata de seda por encima de mi cuerpo desnudo, prendí la luz y mostré los estragos que habían quedado luego del acto sexual- No me arrepiento de lo que hemos hecho, Hazz-. Le dije, en cuanto vi nitidamente su rostro.
- Yo, menos. Indudablemente, es una forma muy interesante y práctica de combatir el estrés, ¿no te parece?-. Sonrojándome frente a sus palabras, poco después, reí. Era incorregible, pero así y todo me gustaba. Hablando un rato más, finalmente nos despedimos.
Días después, pese a intentar mantener la comunicación entre nosotros, fue imposible hablar más de dos minutos. Para cuando tuve noción de lo rápido que había pasado el tiempo, ya me me encontraba sobre el estrado, a punto de dar mi discurso y aunque deseaba con el corazón que Harry estuviera allí, supe que él también tenía que perseguir su propio éxito.
Acomodando mis papeles, miré a mi público rápidamente antes de comenzar a decir mis primeras palabras. Si bien era un ámbito extraño para mí, sabía que estaba en el lugar correcto, haciendo lo que realmente me apasionaba, y no había forma de equivocarme cuando lo hacía con el corazón. Confortándome con mis propias palabras, seguí adelante y me fui soltando, hasta que me animé a hacer algunos chistes que hizo reír a mis propios colegas y estudiantes. La Literatura no tenía por qué ser aburrida cuando tenías a la persona correcta como profesor.
- Por todo lo dicho, me complace presentarme oficialmente frente a ustedes y agradezco a esta institución por ofrecerme el respeto que merezco por todos mis años de estudio y experiencia educativa, además, de no considerar un impedimento que no sea el estereotipo de mujer que este país a intentado inculcar sistemáticamente a todos, por todos los medios posibles, desde que hemos nacido. Sin embargo, al darme esta oportunidad, al estar escuchándome ahora, al estar en esta universidad, sé que tenemos más posibilidades de cambiar con nuestro granito de arena este mundo. Muchas gracias-. Recibiendo con humildad los aplausos y las palabras de bienvenida de mis colegas, fui ofreciendo mi atención a cada persona que se acercaba hasta que solo quedé yo en aquel salón donde había dado nuevamente inicio a mi vida académica. Escuchando el eco de los aplausos de alguien que parecía haber llegado tarde, me giré sobre mis talones y mi corazón se detuvo en el preciso momento en que lo vi a Harry. Sonriendo ampliamente, esperé que se acercara y tomara la iniciativa de decir o hacer algo.
- Tu discurso fue espectacular-. Frunciendo el ceño, no entendí lo que quería decir. Yo no lo había visto en el público.- Poco después de que comenzaras con tu discurso, me acomodé a un lado del escenario y te escuché. Eres una mujer muy inteligente, amor y me alegro que ahora sepan darte el valor que te mereces-. Acariciando mi mejilla, me dirigió una mirada llena de amor, que rompió el último pedacito de muro que quedaba para que amara incondicionalmente a ese hombre de nuevo.- Si me permites quiero decirte algo más, Anna-. Me dijo en cuanto vio que quería hablar. Aceptando tácitamente, no esperé que escuchar sus próximas palabras me afectara tanto.- Te amo, Anna-. Ni bien las procesé, me puse a llorar sin contener ninguna de mis lágrimas.- ¿Por qué lloras, cariño? Lo que menos quería era hacerte sentir mal-. Negando con la cabeza, lo besé rápidamente antes de darle una explicación.
- Solo lloro de emoción, Hazz. No esperaba escucharte diciendo que me amabas y mucho menos, anhelar, poder decírtelo también sin ningún impedimento de por medio-. Tomando un poco de aire y sonriendo de oreja a oreja, se lo dije.- Yo también te amo, Harry-. Y no bastó mucho más, para que volviéramos a besarnos y a amarnos por el resto de nuestras vidas.
Luego de ese momento, Harry no tardó en pedirme que sea su novia y poco después, en que nos comprometiéramos. Sin embargo, todo marchaba lo suficientemente lento para que nada nos tomara de sorpresa. Y tanta espera dio sus frutos, porque luego de diez meses, volvimos a casarnos y a vivir juntos, aunque ahora nada había sido sacrificado de por medio. O casi nada, pensé al recordar la expresión del decano de Cambridge cuando me vio recibiendo una condecoración por los duques de Cambridge, algo que sin duda le costó su propio ego, al tener que participar en dicha ceremonia.
Pero eso, formará parte de otra historia.Holaaaaa. ¿Todo bien? Luego de tanto tiempo, que pareció eterno, terminé este one shot. No quedé muy conforme debo confesar pero espero que les guste y que como siempre, me dejen sus comentarios. Los aprecio un montón.
Los adoro.
Matt.
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One Shots H. S. (+18)
FanfictionHarry , Anna y Niall, una pareja nada convencional, una pareja de tres.