1.

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Cuando logré salir del trabajo, no pensé en la comida que mi esposa, Anna, seguramente había preparado, sino más bien en lo que haríamos ese día en nuestra habitación.
De solo pensarlo, mi pene dolía y era imposible evitar que no se marcara sobre la tela de mis pantalones ajustados.
Tratando de que nadie me viera en esa situación, me adentré en mi auto y acomodando el material, que compré esa mañana en una tienda de juguetes sexuales, bajé el cierre de mi pantalón y tomando mi miembro, comencé a masturbarme, sin importarme si alguien entraba al estacionamiento y me veía, en cuestión de segundos, envuelto de sudor y con mi semen saliendo a borbotones.
Tiempo después, cuando me limpié de mis propios fluidos, manejé a casa, en tanto pensaba en cómo había pasado de ser un hombre que no tenía sexo a ser uno que lo tenía cada día, y de mil maneras diferentes, junto a Anna, que jamás dejaba de sorprenderme. Se suponía que yo era el experto pero ella siempre lograba estar un paso adelante, aunque no supiera cómo.
Ni bien llegué, oculté lo que traía en mi portafolio y lo dejé en nuestra habitación para bajar a cenar, aunque fuera imposible concentrarme, cuando mi propia polla rogaba tener los labios de mi mujer sobre ella, o estar enterrada en los más profundo de su coño, para expulsar hasta el último chorro de semen en él.
-¿Cómo te fue amor? ¿Todo bien en el trabajo?-. Preguntó, luego de dar un largo beso de bienvenida.
- Sí, todo bien, amor. ¿Vos?-. Devolviéndole el interrogante, traté de ocultar mi excitación, pero el solo hecho de sentarme era una odisea, ya que la presión que sentía en la parte de mis genitales era insoportable. Solo bastaba que Anna me dijera "córrete" y lo haría como un púber delante de sus propios ojos. Pero, asombrosamente, sin notar mi extraño comportamiento, Anna siguió la charla amenamente, hablando de su trabajo y de los trabajos prácticos que había dado a sus alumnos y que tenía que corregir para mañana.
-Siendo los primeros días del ciclo lectivo ya me siento totalmente agotada. Solo quiero tirarme en la cama y dormir-. Asintiendo a sus palabras, pensé que si seguía un solo momento más a su lado, me vendría sobre el mantel. Llevando mi plato y el suyo hacia el lavavajillas, me excusé rápidamente y fui hacia el baño. Debía solucionar un pequeño problema antes de que explotara frente a nuestras narices.
- Oh, Dios-. Gemí, cuando comencé a acariciar la punta de mi pene y luego, toda su longitud. Estaba tan rígido que solo necesitaba un toque más, y estaría listo para descargarme.
- Harry, ¿acaso no viste el deter...?-. Sobresaltándome por la presencia de Anna, no supe qué decir frente a su mirada acusatoria.- Harry, si mal no recuerdo, tengo derecho a chuparte la polla y a follar cuantas veces quiera contigo, ahora que soy tu esposa y amante, ¿no es así?-. Acercándose, no tardó en pasar unos dedos por la longitud de ella y en hacer presión.- Entonces, ¿por qué me estás negando ese derecho?-. Arrodillándose, pasó su lengua de corrido y antes de posar sus labios en la punta de mi polla, me dijo: sabés que me encanta chupártela-. Sin agregar nada más, tomó cada centímetro y follándome con su boca, acarició a la par mis testículos con sus dedos. Y solo eso bastó para que tomara su cabello y mantuviera apresada y rígida su garganta, mientras todo mis fluidos caían y llenaban su boca. Una vez que todo acabó, pese a sentir mis piernas temblorosas, me detuve a mirar si se encontraba bien. Ella siempre solía decir que le dolía un par de días su mandíbula cuando tomaba tan profundo mi polla.
Acariciándola, observé cómo se limpiaba los restos de semen de la comisura de sus labios con sus dedos y se los lamía. Ella sabía cómo calentarme y ponerme a mil de nuevo.
-Por cierto, ¿qué sorpresa me has traído esta noche?-. Intentando no delatarme, sonreí. Podía ser muy inteligente pero no estaría preparada para lo que vería a continuación.
-¿Por qué no lo vemos juntos, cariño?- Ofreciéndole la mano, la ayudé a levantarse y la guíe hacia nuestra habitación, en completo silencio. Esta vez sería yo quien la sorprendería.
- Quítate la ropa. No la necesitarás conmigo-. Agregué, con cierta ironía. Acercándome a mi maletín, lo abrí y saqué una bolsa de cartón oscuro, y llevándolo hasta la cama, donde ella solo me esperaba con un par de diminutas braguitas y sostén de encaje, tomé asiento. Subiéndola sobre mi regazo, no dudé en besarla y en hacer un poco de fricción con nuestros sexos necesitados. Quería poseerla lo antes posible.- Abre el regalo, amor y acabemos con este suplicio-. Susurré, besando su cuello y clavícula. Manteniéndola todavía sentada, le pasé el regalo y viendo cómo ella tomaba lo que había dentro, no pasé desapercibido cómo sus ojos se oscurecieron rápidamente y sus labios se secaron, dejando escapar un leve gemido.
-Me compraste el dildo que yo quería-. Dijo, admirando la textura y el largo del juguete sexual que ahora tenía entre sus manos.
-Creo que estás pasando un detalle por encima, amorcito-. Dejándola sobre la cama, me subí sobre ella y mirándola por un buen rato, sonreí con malicia.- Este no es cualquier dildo, Anna. Es una réplica de mi propia polla, con la que todas las noches te follo y con la que te hago poner de rodillas en el baño, solo para rogar por un poco más de mi semen en tu sistema-. Corriendo con mis dedos su braguita, tomé el dildo y comencé a pasar su punta sobre su clítoris, que ya estaba más que sensible.- Mírate, amor, suplicando por dos pollas-. Murmuré, en cuanto adentré dos de mis dedos en su canal inundado de sus fluidos, que me moría por tomar con mi boca.
-Harry, no aguantaré tanto si me sigues acariciando así-. Logró decir, en cuanto adentraba una parte de él y lo sacaba, con el fin de ponerla en su límite.
-Esta vez no te haré rogar, Anna. Pero la próxima, será distinto-. Bajando sus bragas y dejando que se quitara su brasier, me acomodé entre sus piernas, las cuales levanté para ponerlas a un costado de mis caderas.-Por cierto, Niall te mandó saludos-. Adentrando poco a poco el dildo, como si lo hiciera con mi propio pene, no paré hasta llegar a la empuñadura. Viendo su expresión, supe que lo iba a disfrutar mucho más de lo que esperé.- ¿Qué debería responderle, amor?-. Sacando y entrando el dildo, la piqué.- ¿Le digo que se nos una la próxima vez? ¿Le digo que no te parece tan descabellado tener sexo con los dos? ¿O que no esperas la oportunidad para tener toda su polla en tu coño? Dime-. Comenzando un vaivén rápido, chupé su clítoris al mismo compás, robándole más de un gemido.-Sé que estás cerca pero no te dejaré correr si no me dices qué es lo que debo hacer con Niall-. Sin escuchar todavía una respuesta de su parte, seguí con el próximo paso. Dejando el dildo dentro de su coño, tomé un poco de sus fluidos y lo froté sobre la abertura de su ano, como una especie de lubricante, y una vez mis dedos abrieron camino, mi polla no tardó en tomar cada centímetro. Con dos pollas en su interior, sería difícil no sacarle la información que quería.- Última oportunidad, cielo-. Le dije, antes de comenzar a embestirla con fuerza. Sabía que estaba cerca pero que no cedería tan fácilmente. Dándola vueltas, hice que apoyara su rostro sobre una de las almohadas, y viendo lo hermosa que se veía ofreciéndome su coño y ano, usé mi último recurso.- Una cosa más me olvidé de decirte, Anna. A diferencia de los demás dildos este permite que lo llene con mi propio semen-. Volviendo a poseerla, la embestí con golpes fuertes y rápidos.- Así que, dime, Anna. ¿Qué debería decirle a Niall? A menos, que no quieras sentir mi propia semen bañando tu coño de arriba a bajo y goteando por...-.
- ¡Dile que venga! ¡Que puede follarme cuando quiera!-. Gritó, dejándome más que satisfecho. Sabía que quería tenerlo pero que no se animaba a tener sexo con otro hombre, pese a que le había dicho que yo también quería tener sexo con él.
- Así lo haré, amor mío. Él estará feliz de ser partícipe de nuestros propios juegos-. Contesté, antes de dar mis últimas arremetidas a duras penas, en tanto estimulaba su clítoris y preparaba el dildo para que expulsara mi semen, a la par que yo lo hacía en su otro conducto.
-¡Harry! Oh, Dios mío. Esto es maravilloso-. Logró decir, antes de temblar por su propio orgasmo. Sí, que lo era y no tardaría en suceder de nuevo, aunque esta vez lo haríamos con un polla más que real.
-Descansa, Anna. Mañana será otro día. Mañana, vendrá Niall-.

Hola. ¡Bienvenidos! Gracias por acompañarme y por elegir esta serie de one shots. Es la primera vez que lo hago, y aunque dudaba de su éxito, no puedo creer que ya estemos llegando a las 100 mil leídas.
Por tan motivo, he decidido revisar y corregir cada one shots, con el fin de ofrecerles siempre lo mejor. Recuerden, este éxito también es de ustedes.

Les mando muchos saludos.

Matt.

One Shots H. S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora