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Pocos días después que decidimos visitar a la madre de Harry, se cumplió cuatro años desde que nos habíamos casado, y pese a que Harry me había hecho el desayuno, me había regalado un gran ramo de rosas y un precioso collar de perlas, intuía que tendría una sorpresa más por la noche.

La llegada de un amigo de Niall a último momento había incrementado mis sospechas, ya que no faltaron momentos para que los encontrara viéndome descaradamente. ¿Sería Zayn la persona de la cual me habían hablado en el último encuentro? Echándole una mirada rápida, subí a nuestra habitación designada y luego de ayudarlo a Harry a cambiar a Edward de su baño vespertino, dejé que le cantara una suave melodía para que durmiera, en tanto yo me daba una ducha y me arreglaba para la salida romántica que íbamos a tener esa noche con él, a pedido de mi suegra, que nos había reservado una cena en el mejor restaurante de la ciudad vecina, como regalo de aniversario.

Cuando finalmente todo estuvo en orden, nos despedimos de nuestra suegra y en compañía de los demás chicos, Niall y Zayn, quienes se habían sumado para tomar algo en algún bar cercano al lugar donde iríamos, decidimos finalmente partir. Si bien el viaje no iba a ser demasiado largo, sentía que la tensión sexual se podía cortar con un cuchillo.

Poco después de parar en una estación de servicio, Harry me pidió que me cambiara de lugar con Niall, y sin pedirle explicación alguna, lo hice. Estrujando mi pequeño bolso entre mis dedos, me sentí nerviosa. ¿Qué tendrían pensado hacer? Prestando atención a Zayn, este me sonrió y en cuanto menos lo esperé, posó una de sus manos en mi muslo. Sintiendo que mi vientre se tensaba de anticipación, miré cómo Harry y Niall nos miraban por el espejo retrovisor: fue ahí que entendí el motivo del cambio.

Pasaron unos pocos segundos, para que me perdiera en las caricias de sus labios y particularmente, en la de sus finos y largos dedos, que me empujaron cada vez con más fuerza a querer un orgasmo, allí mismo, con un hombre que apenas conocía y había cruzado palabras. En cuanto uno de ellos bordeó y cruzó la tela de mi braga, gemí sin importarme lo desesperada que podía parecer y subiendo sobre su regazo, empecé un vaivén desesperado sobre sus dedos que hacían que mi vientre doliera de placer.

- Es muy caliente verte follar mis dedos pero quiero probar con mis propios labios lo dulce que eres, amor mío. ¿Podrías hacerlo por mí, bebé?-. Asintiendo, no tardé mucho en apoyarme sobre la puerta del auto de mi marido y subir mi vestido, hasta mis caderas, y dejar que Zayn deslizara mi ropa interior por mis piernas hasta dejarla fuera de estas. Luego, con una sonrisa pícara, pasó sus dedos por mi piel sedosa y sin compasión, volvió a adentrar sus dedos en mi interior, a diferencia de que ahora los acompaña con su lengua. Gimiendo nuevamente, me entregué al momento y dejé que me follara con su boca.

Y así, en cuanto mi orgasmo fue inminente, dejé que tomara todo de mí, que me vaciara y limpiara cada rincón de mi vagina con sus labios y lengua. Recordando que tenía espectadores y que estos se encontraban absortos en nuestro encuentro sexual, al decidir parar a un lado de la carretera, me sonrojé. Intentando cambiar de postura, Zayn me detuvo y besando mis labios una vez más, salió del auto. Sin entender por qué lo hacía, cuando vi que Niall hizo lo mismo y que luego tomaba su lugar, supuse que iba a tener diversión por un largo rato más, hasta llegar a la ciudad vecina. Dedicándole una mirada larga a mi marido, este me sonrió y me dijo que lo disfrutara. Y no faltó que me lo volviera a decir una vez más, para que me entregara completamente a Niall, que ya sabía qué puntos tocar para deshacerme.

Cuando finalmente llegamos al restaurante, todo había vuelto a la normalidad, pero nosotros sabíamos que nada era lo que aparentaba. Saliendo del auto, gracias a la ayuda de Harry, este no perdió oportunidad de besarme largamente y de susurrarme lo caliente que lo había puesto. Sonriéndole, tomé su mano y despidiéndonos de los chicos, decidimos entrar al restaurante y disfrutar de una cena tranquila y muy agradable. Para cuando llegó el postre, nos habíamos reído tanto, que parecíamos dos adolescentes en su primera cita. Disfrutando tranquilamente de este, unos segundos después, nos encontrábamos en la acera, abrazados, esperando la llegada de los demás, para la vuelta.

One Shots H. S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora