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Niall

Había pasado más de un mes desde la charla en el hotel entre Harry y Anna, y las consecuencias se hacían notar: no intercambiaban casi palabras, solo algunos monosílabos, y se evitaban, a tal punto que solo estaban en presencia del otro una hora durante la semana. Pero, como pareja intermediaria, sabía que una vez que la puerta de nuestros hogares se cerraba, ambos se extrañaban, añorando la presencia del otro.

Para ese punto, ya me encontraba fastidiado y bastante cansado de ir de un lugar a otro. Eran dos hogares, y dos personas necesitadas de amor, contención y sexo, por lo que al final del día, solo deseaba llegar a la cama y dormir por un largo tiempo, sin la latente preocupación de que algunos de los dos me necesitara.

Una mañana, me di cuenta que ya no podía manejar esta situación solo, y pedí ayuda. En compañía de Allesandro, quien había sido testigo ocular del deterioro y poco rendimiento de Harry en estas últimas semanas en la pasarela, llamamos a mi mamá y a la mamá de Harry, mi futura suegra, para hablar del tema e idear un plan para dar fin a este conflicto. Ellos pensaban que ninguna de las dos sabía algo, y mucho menos que yo me había tomado el atrevimiento de hablar con Anne, cuando todavía no habíamos formalizado en una ceremonia nuestra relación con Harry, su hijo.

- Entonces, ¿quedamos así, mamá Anne?-. Sintiendo mis mejillas enrojecerse, esperé que ella me contestara. Todavía no me acostumbraba a la idea de llamarla así, pero me alegraba que quisiera tener cercanía conmigo, la otra pareja de su hijo.

- Sí, hijo. Ni bien tenga el día y la fecha del vuelo llamo a Harry y le anuncio mi inminente llegada-. Riendo por su travesura, negué con la cabeza. Nos llevaríamos más que bien.

- Yo también, haré lo mismo, consuegra. Llamaré a mi hijo, como quien no quiere la cosa, y le anunciaré mi visita-. Riendo entre ellas, tuve por un momento miedo por la complicidad de ambas, pero supe que era necesario para que solucionáramos este conflicto antes de que fuera imposible hacerlo. Despidiéndome de ellas, Allesandro que permaneció en silencio viendo mi interacción con mi mamá y suegra, sonrió.

- Pensar que muchos te subestiman, pequeño Niall, pero yo no lo haría. Es mejor tenerte como amigo que como enemigo-. Haciéndome reír, acepté tomar una taza de té, para luego emprender mi viaje hacia el hotel donde todavía seguíamos alojado con Anna, y empezar con la primera parte del plan.

Anna

Caminando del baño a la cama por segunda vez, acomodé las almohadas y echándole un ojo a Ed que estaba acostado, durmiendo en su cuna, me acosté también. Mi rutina solo consistía de salir de la cama, hacer mis necesidades, atender a mi hijo y tener sexo con Niall. Me sentía tan cansada, tan desanimada, tan sensible, que no podía parar de llorar por cualquier recuerdo que viniera a mi mente sobre yo y Harry. Lo extrañaba pero me mordería la lengua antes de decirlo en voz alta.

Escuchando que mi nuevo celular vibraba sobre la mesa de luz, intenté borrar de mis mejillas las huellas de aquellas lágrimas de dolor y viendo que se trataba de mi suegra, la mamá de Niall, di rápidamente un poco de color a mis cachetes y acomodé mi cabello, el cual había tenido una mejor vida días atrás y al cual le faltaba una buena nutrición.

- Hola, mamá Maura. ¿Cómo estás?-. Saludé, con una gran sonrisa sincera en mi rostro. Viendo que Niall se asomaba por la puerta de entrada, lo llamé con una de mis manos, para que estuviera presente en la charla que tendríamos con su madre.

- Hola, cariño. Yo estoy muy bien, ¿vos? ¿Mis nietos? ¿Cómo vas con tu embarazo, cariño? ¿Niall te está atendiendo como se debe? ¿Está siendo un buen marido?-. Intentando no reír frente a su avalancha de preguntas, aunque reconocía su verdadera preocupación, y frente a la cara sonrojada de Niall, me dediqué a prestar atención a lo que estaba haciendo. ¿Estaba preparando sus famosas alitas de pollo fritas?

One Shots H. S. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora