"Entonces dijo a sus discípulos que le tuvieran siempre lista la barca, para evitar que la multitud lo oprimiera, pues, como había sanado a muchos, todos los que tenían plagas se echaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, al verlo, se postraban delante de él y gritaban: ¡Tú eres el hijo de Dios! Pero él los reprendía para que no lo descubrieran."
Marcos 3.9-12, RVR,1995.
En nuestra vida no podemos decidir que nos ocurría, eso depende de Dios, pero lo que sí está en nuestro control, es que hacemos con lo que nos sucede. Por ello, nuestras victorias se producen cuando nuestras acciones están coordinadas con los tiempos de Dios, pues, actuar precipitadamente o en contra de su voluntad, puede llevarnos al fracaso de nuestros proyectos u propósito. Así lo aprendemos de la solicitud del Señor Jesús cuando pide el distanciamiento de la multitud. Y es que, al más mínimo error el enemigo buscará tomar ventaja para sabotearnos, por eso debemos entender que todo tiene su tiempo y su hora, y por más entusiasmo que uno posea, si realmente no estamos preparados para asumir grandes desafíos, terminaremos causando más daños que beneficios.
Jesús conocía perfectamente los tiempos establecidos por el Padre, es por eso que decidió tomar las precauciones necesarias, es decir, establecer una justa distancia. Empero esta justa distancia, también es una señal sobre la diferencia que existe entre los hombres y el Señor. Así como existe desigualdad entre el pastor y la oveja, tener siempre la barca lista, establece la diferencia de calidad que se halla entre nosotros y él. Si bien el pastor y la oveja; Jesús y la multitud, están compuestos por materia que perece, como dice 1 de Juan 5-6: "Éste es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre" Lo que realmente nos diferencia es la esencia.
Distancia, en aspectos espirituales, es un límite que nos habla de respeto, una separación de temor y de reverencia que hace referencia al acercamiento que debe tener el súbdito hacia el Rey. Por lo tanto, significa acércanos es cuando él lo permita y desee. Respetar este límite es semejante a aquel hombre que se quiere abrigar con una fogata, solo lo puede hacer cuando permanece en el alejamiento correcto, mas, si se aproxima demasiado, se quemará y aquel beneficio se volverá en algo perjudicial. Esta explicación puede sonar un poco contradictoria, pero si lo analizamos bien, no es así. El Señor desea que nos acerquemos a él como dice Santiago: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros." Pero, la solicitud de distancia en este relato, considero que no es para alejarnos de Jesús, sino más bien para acercarnos mucho más a él. Debemos tener con el Señor, una relación de amor, pero también de temor. Y esto es lo que representa la distancia, el balance entre estos dos aspectos, los cuales nos permiten vivir más cerca de su presencia. El Señor Jesús está en la barca, la multitud en la orilla, aun así, es el lugar más alto en el que la multitud puede estar, a esa distancia podemos ser administrados, pero esa brecha no recalca lejanía, sino más bien, disparidad. Cuando entendemos nuestro sitio, conocemos y alabamos mucha más grandeza del Señor, tal como dice el rey David "Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi" Salmos 16:7, NVI. El término bendecir, se atribuye generalmente al individuo con mayor autoridad, es decir, el con más importancia le otorga la bendición al otro. Bendecir significa declarar o reconocer de quién proviene todo lo que tenemos. Cuando bendecimos a Dios, no le estamos deseando que obtenga lo que le falta, sino más bien lo que estamos haciendo, es reconocer que él es la fuente, el origen de todas las bendiciones.
El Señor está cerca de nosotros, pero esta cercanía, esa distancia alcanzable en la oración, puede formar la peligrosa ilusión de que somos el centro del universo, provocando en nosotros arrogancia. Jesús está en la barca, nosotros en la orilla, otorgándonos humildad, distanciándose para que asumamos nuestra realidad, porque sin él no podemos tener salvación. Lo trivial de nuestra existencia, lo insignificante de nuestra realidad material, solo puede ser superada cuando nos acercamos a su eternidad.
Que la gente se comience a quedar en la orilla de la playa (San Marcos 4.1) significa que van comprendiendo que, a pesar de estar en carne, Jesucristo, no es igual a ellos, van reconociendo lo imponente de su grandeza y de su autoridad, por lo tanto, lo van necesitando mucho más. En resumen, distancia en este contexto significa respeto. Empero, hay algo más que debemos aprender, al igual que el Señor solicito distancia, nosotros debemos distanciarnos del pecado. Es decir; hacer la diferencia entre nuestro cuerpo y nuestra alma.
Esto no es un llamado a que nos apartemos de la sociedad, sino solo en aquellas ocasiones en que la sociedad nos ocasiona daño o nos tienta a pecar. Debemos entender que hay momentos para acercarnos, como, por ejemplo: Cuando Jesús se acercó al leproso y lo toco. Y momentos para alejarnos, cuando en la multiplicación, el Señor se apartó de todos para orar. Todo depende de nuestra intención, nos acercamos a los perdidos con la intención de salvarlos, y no con el objetivo de deleitarnos. Como dice en Jeremías 15.19, NVI: "Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos."
Es de suma importancia levantar barreras que nos separen emocionalmente de aquellas circunstancias que nos pueden conducir a pecar. Las barreras son cercos de contención que evitan el riesgo de cometer una transgresión grave. Estas barreras son una especie de cercas que se instalan unos pasos antes de llegar al precipicio, las cuales evitaran que cuando nos acerquemos a un lugar. Nos impiden acercarnos demasiado y si andamos distraídos por lo hermoso del paisaje, seamos librados de caer en el acantilado. En otras palabras, las barreras, son prohibiciones autoimpuestas que nos ayudan a no transgredir, o cosas de las cuales decidimos renegar o abstenemos para eludir la formación de una costumbre perjudicial o adicción y así mantenernos en la prudencia. Por ejemplo, prohibirnos o limitarnos alguna acción que sabemos no podemos controlar y que sintamos que nos están alejando de Dios. Tal como una persona que sufre una fuerte adicción al alcohol, donde los profesionales aconsejan a esa persona que se distancie, que no frecuente un lugar, ni fiestas en donde se bebe, ni salir con amigos que lo conduzcan o motiven a recaer. Todas estas "prohibiciones" no son mandamientos, sino más bien, restricciones adicionales que tomamos de forma voluntaria cuando consideramos que nuestra vida espiritual está en peligro, ya que es mucho más fácil evitar entrar a un bar que negarse a una copa cuando ya está en tu mano. En otras palabras, con pequeñas acciones es como evitamos un mal mayor. Estas medidas adicionales pueden evitar que pequemos, es por eso que no debemos confiar en nosotros mismos, tal como dice proverbios 3:7, NVI. "No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal." No debemos pensar que, aunque se haya alcanzado o adquirido cierto nivel espiritual, las cosas más bajas ya no nos afectarán, al contrario, esa confianza puede evitar que nos sigamos esforzando por ejecutar las conductas que fortalecen o mantienen nuestra santidad. Por ningún motivo pensemos como tales cualidades ya las poseemos, es imposible que se aparten de nosotros, pues, como dice el Señor: "Mirad, pues, cómo oís, porque a todo el que tiene, se le dará, y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará". Debemos ser humildes y recordar, que la fortaleza del sabio radica en su sencillez, y la debilidad del necio en su confianza.
Establezcamos barreras cuando sintamos que son necesarias, así como el Señor genero la distancia con la multitud, nosotros debemos aprender a generar la nuestra con el pecado. Que estén ceñidos nuestros lomos y nuestras lámparas encendidas. No nos confiemos, por eso tomemos las medidas necesarias para evitar situaciones que después no podamos controlar.
Gloria a Jesús.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...