Un día, un joven escritor se disponía a trabajar en un nuevo capítulo de su novela cuando un griterío lo distrajo. Al asomarse por la ventana, vio que el alboroto provenía de un asalto que había sido frustrado por un grupo de adolescentes. Mientras golpeaban al ladrón, los jóvenes le gritaban: "¿Cómo es posible que le robes a tus propios vecinos?" Sólo se marcharon cuando consideraron que la paliza era suficiente para darle una lección.
El ladrón, tras un rato en el suelo y aun tambaleándose, se levantó como pudo y se alejó antes de que llegara la policía. El joven escritor, conmovido y entristecido, se preguntaba qué había llevado a aquel hombre a convertirse en un criminal. Sin poder encontrar una respuesta, se dijo a sí mismo: "no pude estar allí para evitar el robo ni la paliza que recibió el ladrón, entonces, ¿qué puedo hacer para ayudar?"
Más tarde, sintiéndose desanimado y perdiendo el interés por escribir, el joven escritor decidió visitar a su madre. Al llegar, vio a su pequeño sobrino, que solía quedarse allí mientras sus padres trabajaban. Notó en él una tristeza profunda; el niño no tenía hermanos ni un compañero con quien jugar. Sus padres siempre llegaban agotados, y su abuela, ya mayor, no tenía la energía para jugar con él. Fue entonces cuando el escritor decidió dedicar su tiempo a su sobrino. Jugaron al fútbol y se divirtieron muchísimo, compartiendo risas y alegría.
Cuando regresó a casa, el joven escritor encontró la respuesta a sus inquietudes. Aunque no había estado presente en la infancia del ladrón ni conocía las circunstancias que lo llevaron por ese camino, sí estaba presente en la vida de su sobrino. Comprendió que lo que podía hacer era estar allí, mostrarle que creía en él y preocuparse de verdad; aprovechar cada oportunidad para brindarle amor y compañía. Porque solo aquellos que nunca han conocido el amor son capaces de hacer daño a los demás. Quizás aquel ladrón que vio por la ventana fue, en su momento, un niño que no tuvo a alguien que lo guiara, alguien que se preocupara, alguien con quien jugar.
"No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final". C.S. Lewis.
Gloria a Jesús.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...