La ofrenda de la viuda
"Jesús llamó a sus discípulos y dijo: Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento".
(Marcos 12:43-44. Nueva Versión Internacional).
El contexto del templo y las ofrendas
El templo de Israel manejaba grandes cantidades de dinero, ya que no solo era un centro religioso, sino también el núcleo de la administración nacional. Albergaba instituciones como el poder legislativo y judicial, bajo la autoridad del sumo sacerdote, quien administraba diversos ministerios y presupuestos. En este contexto, la nación judía no era solo una religión, sino un sistema estructurado con múltiples funciones.
Jesús, sentado frente al arca de la ofrenda, observaba cómo el pueblo depositaba sus contribuciones en lo que funcionaba como un banco nacional. Estas ofrendas financiaban diversas áreas, incluyendo la ayuda a viudas y huérfanos. En especial, los judíos que vivían fuera de Israel contribuían con grandes sumas, lo que los hacía ser vistos como generosos y justos ante el pueblo.
Sin embargo, lo que captó la atención de Jesús no fueron las grandes sumas donadas, sino la humilde ofrenda de una viuda. Mientras los ricos daban de su abundancia, ella entregó todo lo que tenía, dos blancas, el equivalente a unos cinco dólares hoy. Esta acción, aunque insignificante en términos monetarios, tuvo un significado profundo para Jesús: reflejaba una entrega total y sincera.
La vulnerabilidad y la verdadera grandeza
Ser viuda en aquel tiempo significaba pobreza y desamparo. No obstante, esta mujer no dudó en darlo todo para el servicio de Dios. La pregunta es: ¿qué vio Jesús en esta ofrenda para considerarla más valiosa que la de los ricos?
El mundo tiende a medir el éxito en términos de logros materiales y posición social. Sin embargo, la prosperidad no es el verdadero éxito, sino solo un medio para alcanzar un propósito mayor. Es como la alimentación: necesaria, pero no el fin en sí mismo. Filipenses 3:19 advierte sobre aquellos que convierten lo terrenal en su objetivo de vida: "Su dios es el vientre, su gloria es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal".
Jesús nos enseña que el verdadero éxito radica en vivir con propósito, alineados con la voluntad de Dios. Si nuestros bienes, conocimientos o talentos benefician a otros, estamos colaborando con la obra de Dios. De este modo, la vida cobra sentido y alcanzamos la verdadera felicidad. Como Jesús dijo: "Vosotros sois la luz del mundo".
Medir la vida en días significativos
En Génesis 35:28-29 se dice que Isaac murió "lleno de días". Esto no alude solo a su longevidad, sino a la plenitud con la que vivió. Cada jornada aprovechada para hacer el bien cuenta como un día vivido plenamente. El éxito, entonces, no es un evento aislado, sino la suma de pequeños actos significativos. Jesucristo lo expresa con claridad en la historia de la viuda: "Echó todo lo que tenía".
Dios no mide a las personas por lo que logran, sino por el esfuerzo que ponen en ello. El mundo valora la cantidad; Dios, la intención y el sacrificio. Los ricos donaron mucho en términos numéricos, pero apenas representaba una fracción de lo que poseían. En cambio, la viuda, con su entrega total, demostró una fe y una confianza en Dios superiores.
Matemáticamente, podríamos decir que alguien con un potencial de 10 que solo da 8 ha fallado en dar su máximo. Mientras que quien tiene 6 y entrega 6 ha dado el 100%. Así, Dios valora más el esfuerzo total que la magnitud del resultado.
El verdadero valor de la ofrenda
Para los sacerdotes y el pueblo, los ricos parecían más generosos porque daban en abundancia. Sin embargo, Dios, que ve los corazones, sabe el verdadero esfuerzo detrás de cada acción. Él evalúa a cada uno según su potencial y condiciones. Como dice Gálatas 6:5: "Porque cada uno cargará con su propia responsabilidad".
Dios no premia la cantidad, sino la calidad de la intención. En este sentido, la ofrenda de la viuda es un ejemplo de integridad. Malaquías 1:13 advierte contra las ofrendas dadas sin sinceridad: "Al traer lo hurtado, lo cojo o lo enfermo y al presentarlo como ofrenda, ¿lo aceptaré yo de la mano de ustedes?"
La viuda no ofrendó para recibir reconocimiento, sino porque confiaba en Dios. Su acción reflejaba una dependencia total en él, como dice Salmos 37:5: "Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará". Mientras los ricos daban por obligación o para ser vistos, ella dio con una fe sincera.
Conclusión
El verdadero éxito no radica en cuánto tenemos o damos, sino en cuánto de nuestro corazón ponemos en ello. Como dice 1 Juan 3:18: "No amemos de palabra y de lengua, sino de hecho y en verdad". Cada acción cuenta cuando se hace con sinceridad y entrega total. Dios no compara, sino que valora el esfuerzo individual de cada persona.
Gloria a Jesús.

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Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...