"Sus pies descienden a la muerte, sus pasos se dirigen al Seol".
Proverbios 5:5 RVR (1995).
El éxito y el fracaso espiritual no ocurren instantáneamente; son el resultado de procesos graduales. En el éxito, se asciende peldaño tras peldaño, mientras que en el fracaso se desciende escalón por escalón. Ningún resultado espiritual en la vida de las personas es espontáneo. Como está escrito en el libro de Santiago 1:14-15 (NBLA): "cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte". Esto nos enseña que el ascenso o la caída en el progreso espiritual es responsabilidad de cada individuo.
La muerte espiritual, conocida en hebreo como "Karet" significa estar desconectado espiritualmente de Dios; es un castigo o consecuencia de un continuo descenso moral. Esto implica que el pecado no ocurre repentinamente, sino que el ser humano desciende progresivamente hasta consumarlo. Es fundamental entender que este proceso comienza en la carne. Charles Spurgeon escribió: "No hay pecado en ser tentado, pero hay pecado en rendirse a la tentación".
Dios no considera responsable a una persona por un pensamiento maligno como si lo hubiera puesto en práctica, ya que nuestro cerebro es como una máquina receptora que constantemente recibe todo tipo de pensamientos. El rey Salomón expresó: "Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre", enseñando que somos continuamente bombardeados con un sinfín de ideas, lo que resulta casi imposible de evitar. Sin embargo, lo que sí podemos evitar es que esos pensamientos permanezcan en nosotros y controlen nuestra mente, llevándonos a pecar.
Por esta razón, el Señor nos incentiva a resistir, a permanecer en la fe y a no relacionarnos con ideas o personas que puedan conducirnos a transgredir, ya que esa es la manera de hacer que el enemigo huya nosotros.
El apóstol Santiago utiliza el término "cuando la pasión ha concebido". El verbo concebir significa fecundar, es decir, hace referencia a la formación de un nuevo individuo a partir de la combinación genética de sus progenitores. En el contexto bíblico, esto se relaciona con la unión de elementos externos a la verdad en la vida espiritual de una persona.
Las pasiones del mundo sensorial llevan al hombre a un plano imaginativo, convenciéndolo de realizar actos por los beneficios egoístas que cree obtener, desenfocándolo de las repercusiones de sus acciones (Gen. 2:5-6). Cuando estas ideas se acoplan a nosotros, las justificamos, tal como Eva hizo al ver el árbol del conocimiento del bien y del mal y concluir que era bueno para comer. Así surge el pecado.
Cuando este pecado se completa, se procrea una nueva vida, una realidad alejada de Dios. De este modo, Santiago muestra cómo las pasiones sensoriales y las justificaciones personales nos desvían gradualmente de la verdad, llevándonos a un estado de desconexión espiritual con Dios.
Uno debe tomar medidas de seguridad y construir a su alrededor cercas morales con el objetivo de prevenir la caída en transgresiones significativas. Estos cercos invisibles son similares a las barreras en los precipicios que evitan que una persona ruede. No son mandamientos bíblicos, sino conductas preventivas basadas en la debilidad personal y la identificación de puertas por donde entra el pecado en su vida. Así, uno se torna más riguroso en ciertos contextos, consciente de que la influencia puede hacerlo pecar.
Por ejemplo, quien no tiene control con el alcohol, aunque la Biblia no prohíbe beber, puede optar por no sociabilizar con amistades que lo conduzcan a hacerlo, sabiendo que beber sin moderación sería una tentación irresistible. Estas cercas sociales protegen a la persona de sus propios impulsos y evitan enfrentarse a tentaciones que no puede controlar. Es más fácil no asistir a una reunión donde habrá alcohol que negarse a beber una vez estando en la fiesta.
En resumen, estas cercas morales actúan como medidas preventivas, ayudando a mantener la integridad y la conexión espiritual al evitar situaciones que pueden llevar a la transgresión.
Satanás tiene la capacidad de distorsionar la realidad, haciendo que lo negro parezca blanco, que la comodidad se confunda con el placer y que las pérdidas se perciban como ganancias. Tal como dice el rey Salomón: "Los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más suave que el aceite, pero su final es amargo como el ajenjo". Proverbios 5:3-4, RVR (1995). Lo cierto es que, cuando uno no conoce las fuentes de placer auténtico, termina equivocándose y obteniendo algo mucho menos valioso. Esto sucede de forma gradual, a medida que la persona se va distanciando de Dios. Para explicar mejor este fenómeno, recurriré a la analogía de la rana hervida.
En algunas culturas, se considera un manjar comer sapo cocido. El problema es que el sapo debe cocinarse vivo. Si se lo pone en agua hirviendo, saltará fuera de la olla de inmediato. El secreto es cocinarlo en agua a temperatura ambiente y a fuego lento. El sapo está diseñado para detectar cambios drásticos de temperatura y huir, pero puede tolerar pequeños incrementos de calor, adaptándose a la nueva temperatura sin darse cuenta del peligro acumulado. Por ejemplo, si la temperatura del agua aumenta de 20° a 25°C, el sapo piensa que solo son 5° y no representan un peligro, por lo tanto, se adapta. Cuando el agua llega a 30°, el sapo, ya acostumbrado a los 25°, vuelve a pensar lo mismo. Así, continúa adaptándose a cada pequeño incremento, sin sumar las pequeñas variaciones y detectar el peligro real. Finalmente, cuando el agua llega a 100°C, es demasiado tarde para él. Su incapacidad para reconocer el peligro acumulado hace que termine cocido.
En resumen, el sapo se adapta gradualmente a pequeños cambios de temperatura sin percibir el peligro acumulado, lo que finalmente lo lleva a su perdición.
Así mismo ocurre con el descenso en la vida del ser humano. Cuando nos relacionamos con nuestras pasiones, con personas que no practican nuestra fe y tienen una moralidad diferente, comenzamos a absorber sus valores y a imitar su manera de resolver los problemas. Esto ocurre de forma muy gradual; empezamos a cambiar sin notarlo y, cuanto más tiempo nos vinculamos, más se modifica nuestra conducta. Con el tiempo, nos sucede igual que al sapo: no percibimos que esos pequeños cambios se van acumulando, y cuando nos damos cuenta, ya es demasiado tarde.
Debemos elegir con mucho cuidado las ideas o pensamientos que alimentamos, el ambiente en el que vivimos, nuestra pareja, nuestro lugar de educación y los amigos que escogemos. Tanto el descenso como el ascenso poseen algo en común: ambos se realizan de manera progresiva.
Gloria a Jesús.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...