Carencias del corazón: lecciones de un comerciante

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De un lado a otro iba el comerciante, vendiendo y entregando sus productos en todas partes. A veces se dirigía a los barrios más acomodados de la región, mientras que en otras ocasiones visitaba lugares más modestos. Su oficio y las diversas rutas del comercio le permitieron conocer múltiples realidades y paisajes. Un día, reflexionó:

"He aprendido en mis trayectos que el origen de las carencias es la resignación y la desesperanza. Si uno se deja dominar por la desilusión y permite que los fracasos determinen su futuro, envenenará su corazón con mediocridad, impidiendo concretar las promesas del esfuerzo. Escuchar los consejos de la indolencia y priorizar la comodidad lleva inevitablemente hacia la miseria. La pobreza no depende de un lugar, posesiones u ocupaciones, sino de la actitud. Es quedarse estancado ante un mundo que avanza, cambia y mejora continuamente. Es aferrarse a pensamientos de inferioridad, porque como uno piensa, así actúa y sueña.

En mis viajes, he visto suburbios humildes llenos de hermosas casas y barrios ricos con calles descuidadas. He conocido personas sencillas, dueñas de muy poco, pero llenas de sabiduría, y también gente rica, dueña de mucho pero carente de valores. También he encontrado pobres llenos de arrogancia y adinerados humildes de corazón. Por tanto, he llegado a comprender que la pobreza no es cuestión de ubicación o bienes, sino la consecuencia de rendirse ante la realidad".

Gloria a Jesús. 

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