La copa de José
"José tomó viandas de delante de sí para ellos; pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que la de cualquiera de los demás. Y bebieron y se alegraron con él".
Génesis 43.34. RVR (1995).
Una de las narraciones más conmovedoras de la Biblia es, sin lugar a duda, la historia de José. Este relato abarca una amplia gama de experiencias humanas: traición, injusticia, celos, envidia, mentiras, arrepentimiento, perdón, fe, redención, restauración y reconciliación. Al recorrer los capítulos que narran su vida, resulta casi imposible no sentir una profunda emoción o encontrar similitudes con nuestras propias vivencias, pues en algún momento todos hemos estado en la posición de José o en la de sus hermanos. Personalmente, cada vez que leo esta historia, me conmuevo profundamente. Surgen en mí sentimientos de profunda admiración y gratitud: admiración hacia José, pues perdonar es el regalo más valioso que alguien puede ofrecer a otro, y gratitud hacia Dios, porque su gracia nos permite arrepentirnos y cambiar, brindándonos la oportunidad de un nuevo comienzo. Sin embargo, lo que deseo analizar de esta historia es el último aspecto del arrepentimiento, la cúspide de la redención, que consiste en el entendimiento. A esta cúspide se le denomina "arrepentimiento completo o total".
"Teshuba" o arrepentimiento, es una capacidad exclusiva que Dios otorgó a los seres humanos: la habilidad de pedir perdón y, a la vez, de concederlo. Este acto de arrepentimiento es, por tanto, una oportunidad que poseemos para comenzar de nuevo y corregir nuestros errores. Esta cualidad es posible únicamente gracias a la infinita misericordia de Dios, quien desea que todos los hombres sean salvos y se acerquen a la verdad a través de un único mediador, Jesucristo.
Cristo se entregó a sí mismo para rescatar a la humanidad, ofreciendo en él perdón de todos nuestros pecados. Solo en Jesús podemos alcanzar el auténtico arrepentimiento, porque un esclavo no puede liberarse a sí mismo. Necesita a alguien justo, alguien que goce de la libertad y la conozca plenamente; alguien puro, que esté por encima de la realidad del prisionero, y que no sea tentado por las sombras. La puerta de la celda no puede abrirse desde adentro. Si el recluso sigue utilizando los mismos métodos, continuará cayendo en las mismas transgresiones. El subyugado requiere de una verdad más pura y elevada, que le muestre el camino hacia el fin de su encarcelamiento.
El arrepentimiento es un don celestial que nos enseña que no estamos irrevocablemente condenados por nuestros errores. Nos ofrece la posibilidad de cambiar, de mejorar; nos libera de ser prisioneros de nuestro pasado y de las limitaciones impuestas por nuestro entorno o nuestros comienzos. Si nos arrepentimos con sinceridad, se nos concede el poder de borrar lo que hicimos mal y empezar de nuevo. Como se proclama en Isaías 43:19: "He aquí que yo hago cosa nueva." Por lo tanto, el arrepentimiento es la oportunidad divina de renunciar a la injusticia; es el privilegio de rectificar, enmendar y corregir, asegurándonos de que no quedemos condenados para siempre por nuestros pecados.
Las puertas al arrepentimiento siempre están abiertas; el hombre que ha vivido apartado de Dios puede volver a conocerlo, el extraviado puede regresar a su hogar, y aquel que ha fallado tiene la oportunidad de comenzar de nuevo. El arrepentimiento, en esencia, significa retornar a Dios. Por lo tanto, mientras un hombre tenga aliento de vida, tiene la oportunidad de arrepentirse, tal como lo enseña Eclesiastés 9:4: "Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos, pues mejor es perro vivo que león muerto." Esta enseñanza subraya el valor del tiempo de vida, porque mientras una persona habite en este mundo, tiene la oportunidad de corregir su camino. Sin embargo, cuando el malvado muere, también muere su esperanza, ya que la vida es, en esencia, la oportunidad de mejorar. La vida es tan valiosa que, incluso para la Biblia, un malvado vivo es potencialmente mejor que un justo muerto, porque el justo, una vez dormido, ya no puede hacer nada más. Como bien dice la frase: "más vale tarde en este mundo que temprano en el otro." Esto significa que la vida nos ofrece la oportunidad de cambiar, mejorar y prosperar espiritualmente, mientras que una vez se ha pasado al otro mundo, ya no se tiene la oportunidad de realizar correcciones.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...