Semillas

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Parábola del Sembrador

Marcos 4: 3-9

"—Oíd: El sembrador salió a sembrar; y, al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y se la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y brotó pronto, porque la tierra no era profunda; pero cuando salió el sol se quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó, creció y produjo a treinta, a sesenta y a ciento por uno."

La parábola del sembrador la podemos encontrar en la mayoría de los evangelios, pero los libros de Mateo y Marcos, presentan de distinta manera el incremento de la siembra. En el libro de Mateo 13, apreciamos un orden que parece ser descendiente, "Cien, Sesenta y treinta" en cambio, en el libro de Marcos 4, se presenta un orden de manera ascendente, "Treinta, Sesenta y Cien." Una posible interpretación de este orden es debido a la capacidad de las semillas, si bien, todas las semillas de esta parábola tienen la capacidad de dar frutos, la cantidad que produjeron fue de acuerdo con las habilidades que poseían. El libro de Mateo dice: "cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta" como queriendo especificar, que cada semilla rindió el máximo de lo que era capaz de entregar. En cambio, en Marcos dice: "y produjo a treinta, a sesenta, a ciento por uno." Queriendo decir, que el rendimiento se produjo de manera gradual y constante hasta llegar al máximo de lo que era capaz de ofrecer cada semilla. Jesús nos dice que la semilla es la palabra de Dios, por lo tanto, los frutos que el hombre entrega son de acuerdo al crecimiento que tiene en ellos la palabra de Dios, y la cantidad de estos, dependerá de cómo ejerce la palabra de acuerdo a las habilidades y entendimiento de cada persona. Como dice Dios por medio del profeta Isaías 55.11, RVR,1995. "Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié" No obstante, la diferencia en el orden de los frutos también podría interpretarse como los frutos de la semilla número dos, "la que creció rápido, pero como su tierra no era profunda, cuando salió el sol se quemó, y como no tenía raíz se secó". Esta planta representa a la persona que crece en sabiduría, pero su saber no supera su inclinación al pecado, por lo tanto, su sabiduría no perdura y se termina apartando. Cuando las malas cualidades de una persona aventajan a su sabiduría, si este se dedica a estudiar, el conocimiento que logra adquirir, lo obligara a contenerse de aquellas conductas perjudiciales que tanto disfruta realizar y a las cuales está acostumbrado. Pareciéndole que ese saber implica realizar un gran esfuerzo, por consiguiente, abandonará la sabiduría porque está solo le provoca desazón, a esto se refiere el rey Salomón cuando dice: "Pues en la mucha sabiduría hay mucho sufrimiento; y quien añade ciencia, añade dolor." Eclesiastés 1.18, RVR, 1995. Es decir, que entre más conocimiento adquiera la persona instintiva, más conciencia tendrá de que no podrá conservar los bienes que consiguió o que no es correcto disfrutar de todo lo que se le antoja, entre otras muchas cosas más. Por ende, experimentará mayor decepción y angustia. La adquisición de sabiduría y conocimiento es algo muy positivo porque al hacerlo el hombre aumenta sus propias capacidades espirituales, es decir, el tamaño de su alma. Sin embargo, este crecimiento puede causar sufrimiento al hombre apegado a lo material, porque va en contra de los deseos de la carne, los cuales son intensos. Si el hombre está demasiado sumergido en este mundo, entonces, al adquirir sabiduría, le provocará aflicción, porque a medida que crece su alma, rivalizará con sus deseos corporales, los cuales considera más apreciados que los placeres espirituales. En este contexto, la raíz representa la firmeza, la virtud; la fe en Jesucristo la cual lo provee de las conductas positivas que forman el buen carácter. La tierra con poca profundidad representa a la facilidad de aprender, el cual los sabios comparan con el "hombre embudo", que es aquel que su conocimiento entra, por un lado, y sale por el otro. En otros términos, es aquella persona que comprende inmediatamente lo que le explican, pero no tiene capacidad de memoria, solo lo hace por un tiempo determinado y debido a la falta de compromiso y constancia, termina olvidando lo que aprendió, impactando negativamente el nivel y la cantidad de la producción de sus frutos. El sol representa el deseo, el cual perjudica al hombre si este constantemente se expone a él. Empero, la parábola dice "se quemó" haciendo referencia al hombre que sede a la tentación, en cambio, "se seca porque no tenía raíz", hace relación a que no tiene la capacidad de arrepentirse y de recuperarse del error, por lo tanto, no lo vuelve a intentar. Y a pesar de oír y estudiar la palabra de Dios, no la respeta, porque le es muy difícil apartarse de aquellas cosas que apetece su carne y de sus costumbres. Abandonando de esta manera la verdad y el bien, a causa de los hábitos previamente adquiridos. Entonces, todo el esfuerzo realizado en su periodo de "crecimiento" termina siendo vano, ya que no puede seguir compartiendo sus frutos con nadie más. Finalmente se termina secando, porque pierde interés en la palabra de Dios. Por otra parte, la buena semilla es el hombre que logra compartir lo bueno que logra hacer en este mundo y termina acrecentando progresivamente la entrega de sus frutos, como está escrito en el libro de proverbios 4.18 "La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto". En el libro de Marcos la cantidad de frutos va en un orden ascendente, de una salieron treinta, sesenta y cien, lo que representa el desarrollo total del potencial. En otros términos, se refiere a alcanzar la cúspide del crecimiento según las capacidades de la semilla. Esto nos enseña que, si nos atrevemos a dar lo mejor de nosotros, el Señor nos respaldará y hallaremos éxito en todo lo que emprendamos, por ejemplo, si decides compartir la palabra de Dios, otros la conocerán y producirá en ellos la capacidad de entregar, producir y repartir sus propios frutos.

Gloria a Jesús.

Un café con Dios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora