Contra la corriente: la lucha por mantener la identidad espiritual

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"Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos".

Jeremías 15:19 (NVI).

La vida es semejante a una escalera mecánica en descenso: si alguien deja de subir, inevitablemente será arrastrado hacia abajo.

En 1951, el experimento de Asch demostró cómo la presión social puede influir en el juicio de una persona. En este experimento, los participantes debían responder a una serie de preguntas simples, como determinar cuál de las líneas mostradas era la más larga. Sin embargo, en la sala de pruebas, solo uno de los participantes era un verdadero sujeto de estudio, mientras que los demás eran cómplices del experimentador, instruidos para dar respuestas incorrectas.

Cuando el grupo fallaba intencionalmente, el verdadero sujeto de estudio negaba la evidencia de sus propios sentidos y terminaba cediendo a la influencia del grupo, creyendo o confiando que los demás estaban en lo correcto. Otros participantes, aunque conscientes de la respuesta correcta, preferían seguir la corriente del grupo para evitar la incomodidad de contradecir a los demás y evitar conflictos.

La conformidad informativa ocurre cuando alguien sigue a un grupo porque se convence de que lo que este dice es correcto. Por otro lado, la conformidad normativa sucede cuando alguien se adapta al grupo por temor a ser marginado. El experimento de Asch reveló que la gente negará la evidencia de lo que sabe y cederá a la influencia y presión del grupo.

No obstante, el Señor nos ordena en el libro de Éxodo 23:2 RVR (1995): "No seguirás a la mayoría para hacer el mal, ni responderás en un litigio inclinándote a la mayoría para hacer agravios".

Algunas personas prefieren desenfocarse de su identidad por miedo a quedarse solas, siendo este uno de los principales motivos por los cuales se prefiere negar la fe. No obstante, el camino de la fe es un camino solitario que demanda sacrificios, pues buscamos agradar a Dios y no a los hombres. Muchas veces, uno debe alejarse incluso de quienes ama, porque sus creencias nos distancian del Señor. Tal como Sara, la esposa de Abraham se dio cuenta de la influencia negativa que ejercía Ismael sobre Isaac, y le pidió al patriarca que lo expulsara.

La filosofía educativa de Agar era muy diferente a la de Sara, y la Biblia nos muestra cómo Sara tenía razón, ya que Ismael terminó convirtiéndose en un arquero y un violento cazador. Su comportamiento pudo haber influido de manera perjudicial en la vida de Isaac.

Jacob por otra parte se esforzó y fue obediente al buscar esposa en Harán (actualmente en territorio de Turquía), ya que en ese lugar había un nivel básico de temor a Dios. Sin embargo, para transmitirles la fe que heredó de su padre, tuvo que sacar a sus esposas de esa tierra, pues los familiares de sus mujeres eran idólatras y podrían haber influido negativamente en el proceso de conversión.

Si hubiera pasado lo contrario, si Jacob se hubiera casado con mujeres locales del mismo modo que su hermano Esaú, habría amargado la vida de sus padres. Las familias idólatras de sus esposas y todo el ambiente local habrían ejercido una poderosa influencia imposible de detener, contaminando los valores transmitidos por Abraham con la asimilación pagana de esos orígenes. Por lo tanto, la elección de un cónyuge es fundamental en la vida, ya que la armonía familiar depende cien por ciento de la conexión que nos esforzamos por construir con Dios.

El peligro de la asimilación ocurre cuando nuestra relación con personas que no comparten nuestros valores, principios y fe pasa de un plano de cordialidad y respeto a una relación social que puede desenfocarnos de nuestra identidad. Personalmente, alguna vez tuve que renunciar a amistades de la infancia, pues quienes son hoy en día no benefician mi progreso espiritual. Fue una decisión difícil porque romper con un lazo emocional es doloroso, especialmente cuando se trata de recuerdos de la infancia. Sin embargo, a veces son necesarias las rupturas, ya que podríamos estar compartiendo con alguien que no nos conviene, solo por ser fieles a la nostalgia.

Hoy, gracias al Señor, puedo ver lo afortunado que fui. Muchos de mis ex-amigos continúan en los mismos caminos, y me pregunto: ¿qué sería de mí si no fuera por la gracia de Dios? Es por esto que, en ocasiones, el Señor nos distancia de personas que fueron muy importantes en nuestras vidas, porque en quienes se convertirán no nos favorecen en el desarrollo de nuestra fe. No debemos lamentarnos porque cuando Dios quita, también entrega. No debemos llorar por lo que perdemos, sino emocionarnos por lo que está por venir.

Debemos tener el valor de renunciar a aquello que nos estanca y aprender a decir ¡No! a las amistades que nos distancian de Dios. A veces, el enemigo no busca destruirnos, sino asimilarnos. Ambas son estrategias diferentes, pero con el mismo fin: una usa la fuerza y la otra la hospitalidad. Como dice Proverbios 1:13-14, RVR (1995): "Hallaremos toda clase de riquezas, llenaremos nuestras casas con el botín, ven une tu suerte a la nuestra y hagamos una bolsa común entre todos".

Recordemos que nuestra alma es como una zarza que debemos mantener encendida, aun cuando los vientos implacables de la asimilación soplen en nuestra contra. El fuego de nuestra zarza debe arder con más fuerza, pues la llama del alma iluminará el sendero hacia la verdad. Será la luz que nos guíe en medio de las sombras, rumbo a nuestro verdadero hogar.

Gloria a Jesús.

Un café con Dios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora