A medida que envejecemos, nuestras sonrisas se desvanecen,
la inocencia comienza a desviarse; junto a los recuerdos, junto a la infancia.
A medida que envejecemos, el tiempo pasa más rápido,
perdemos más, y cada vez es más difícil encontrar momentos inolvidables.
Pero a veces hallamos un destello que trae de vuelta la esencia olvidada,
ese casto regocijo revela quienes somos y quienes deberíamos ser;
Enseñándonos que reír, no es la máscara terminante,
ni los gestos que disfrazan el corazón.
Reír, es desvestirse de la preocupación; un desprecio hacia el daño.
Reír, es la alegría del alma que agradece a Dios la oportunidad de existir.
"y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Mateo 18.3, RVR,1995.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...