Levadura: un llamado a la humildad
"¿Cómo no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardéis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?" (Mateo 16:11. Reina-Valera, 1995).
Las metáforas son herramientas poderosas que nos permiten aludir a conceptos complejos sin mencionarlos directamente. El Señor Jesús las utilizó con sabiduría, apelando a conocimientos previos y familiares para su audiencia, lo que facilitaba la comprensión y asimilación de sus enseñanzas, un enfoque que David Ausubel describe hoy en día como el aprendizaje significativo, en el que lo conocido se vincula con lo nuevo.
En este contexto, cuando el Señor Jesús menciona la levadura, lo hace para ilustrar la hipocresía de la doctrina religiosa de su tiempo, representada por los fariseos y saduceos. En Mateo 23:13-36, el Señor Jesús expone con claridad la corrupción espiritual de los líderes religiosos de su época, acusándolos de orgullo. Además, en Marcos 12:38, se menciona la hipocresía y la codicia material que caracterizaba a muchos religiosos. Las advertencias del Señor en Mateo 23:8 y 23:12 nos instan a evitar actitudes que nos desvíen del camino correcto y nos alejen de un servicio genuino a Dios. Este llamado a la integridad resuena con las palabras del apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 2:4: "No procurando agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones".
En este sentido, la levadura simboliza el ego y nuestra tendencia hacia lo material, como señala Erich Fromm al referirse al "modo tener de la existencia", donde el enfoque en el yo y las posesiones nos aleja de un propósito más profundo y espiritual.
El ego: inflando nuestra naturaleza
La levadura es una sustancia que, al fermentar, provoca la fermentación de otras sustancias con las que entra en contacto. De la misma forma, cuando el ego crece en nosotros, nuestros deseos y el sentido de posesión se intensifican. Sin embargo, cuando la sabiduría celestial penetra nuestro corazón, nuestra alma crece cultivando la humildad. Por el contrario, si nuestro ego se expande, también lo hacen nuestra vanidad y orgullo. Albert Einstein lo expresó así: "Cuanto mayor es el conocimiento, menor es el ego; cuanto menor es el conocimiento, mayor es el ego".
El orgullo nos lleva a estar pendientes de los elogios, la admiración y la apariencia, lo que impide que nuestras decisiones y juicios se basen en la justicia, sino en el mantenimiento de nuestra imagen. El ego se acostumbra a las felicitaciones y se resiste a la crítica. Por eso, el rey Salomón nos enseña en Eclesiastés 4:13: "Mejor es el muchacho pobre y sabio que el rey viejo y necio que no admite consejos" (Reina-Valera, 1995).
El hombre orgulloso, con un espíritu altivo, busca siempre tener razón, lo que se convierte en el principal obstáculo para el verdadero aprendizaje. En cambio, la persona sencilla está dispuesta a aprender y a aceptar correcciones, pues tiene un espíritu humilde. Como dice el rey Salomón en Proverbios 13:20: "El que anda entre sabios será sabio" (Reina-Valera, 1995).
Los momentos más enriquecedores de aprendizaje suelen ser aquellos en los que no planificamos ni nos preocupamos por demostrar lo que sabemos. En esos momentos, nuestra mente está abierta al conocimiento sin la intervención del ego. No estamos compitiendo con los demás ni buscando destacar; nos entregamos completamente a la actividad y al aprendizaje. Sin embargo, en áreas donde creemos tener conocimiento, nos cuesta aceptar la enseñanza de otros. Este bloqueo nos impide disfrutar plenamente del presente, ya que estamos a la defensiva, buscando la aprobación de los demás. El ego, que proviene de la inseguridad, intenta desesperadamente impresionar a los demás con logros que, al final, no tienen valor ante Dios.
Humildad: el camino al verdadero conocimiento
El ego está siempre impaciente por demostrar lo que sabe, mientras que la persona humilde está en constante renovación, reconociendo que su conocimiento es limitado y temporal. Como afirma el rey Salomón en Proverbios 11:2: "pero con los humildes está la sabiduría" (Reina-Valera, 1995).

ESTÁS LEYENDO
Un café con Dios 2
SpiritualUn Café con Dios 2 - Relatos cortos para esos días fríos... En los momentos de incertidumbre, en esos días donde el frío no solo se siente en la piel, sino también en el alma, Un café con Dios 2 llega como un refugio de fe y esperanza. Este devocio...