Las dos dracmas

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Las dos dracmas

"Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban las dos dracmas y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?"

Mateo 17.24-27 RVR,1995.

Se suele creer que el impuesto anual en Israel era debido a la opresión romana pero es un error, pues, el impuesto anual correspondía a un impuesto otorgado por la ley mosaica. Se debe recordar que el templo de Jerusalén no funcionaba solamente como institución religiosa, ya que los judíos, son una nación y no una religión. Más bien, el templo (Bet hamiqdash) actuaba como el Banco Nacional de Israel. Y el tesoro o su reserva federal, (todo el dinero que se necesitaba para el presupuesto de las mantenciones de los ministerios, secretarios públicos, fondos públicos, etcétera) estaban depositados en las arcas del templo. En el cual todo ciudadano de Israel mayor de 20 años debía pagar anualmente el impuesto de medio ciclo (dos dracmas, que hoy en día sería equivalente a cinco dólares) que sería usado para el sostenimiento del servicio del templo.

Cuando llega el momento de pagar este impuesto, los cobradores de las dos dracmas, vienen a Pedro, preguntándole: "¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?" Esta interrogante produce una especie de encrucijada en el discípulo, pues, si él responde que no, da a entender que Jesús se opone a la ley, ya que en el libro de éxodo 30:16, está escrito: "Tomarás de los israelitas el dinero de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los israelitas delante del Señor, como expiación por sus vidas". Y más aún como el Señor testifico: "No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir". Mateo 5 17, RVR,1995.  Pero, por otra parte, si él respondía que sí, se oponía a su fe, puesto que él creía con todo su corazón que Jesús era el Hijo de Dios. Por lo tanto, afirmar el pago de los impuestos, manifestaba que Jesús era un extraño, porque solo los hijos del rey y sus dependientes no pagaban el impuesto, ellos tenían una condición diferente a la que poseía el resto de la población. 

Pedro sabía muy bien que Jesús estaba exento a pagar cualquier impuesto, porque es el Hijo del dueño del templo. No obstante, también surge otro inconveniente, ¿de dónde sacará el dinero de todo un año en un solo día? Porque cinco dólares en ese entonces, no tenían el mismo valor que poseen hoy. Cuando el apóstol entra en casa, Jesús, ya sabía todo lo que estaba ocurriendo en el corazón del apóstol, y también lo que podría suceder si no paga el impuesto. Si bien por derecho estaba exento, para el Señor lo más importante es glorificar al Padre. Por lo tanto, no solo basta con ser, sino también con parecer; es decir, en la vida es relevante el valor que uno se da a sí mismo, pero también es crucial lo que hacemos para que los demás interpreten ese valor. Jesús sabe que no pagar podría hacer que los demás pensasen que él no se estaba comportando como verdadero judío. Pues, creerían que se oponía a todo lo que ellos entendían que representaba el templo. De modo que el Señor no ofendería a aquellos que por desconocimiento o necedad no sabían, o más bien no querían saber quién realmente es Jesús. Pero como el Señor no depende del reconocimiento de otros para ser, empero, le importa lo que otros pueden llegar a interpretar; evitando así un escándalo innecesario a su propósito. Tal como está escrito en proverbios 3:30. "No pleitees sin razón con nadie, a no ser que te hayan agraviado".  Sin embargo, la mayor preocupación de Pedro no recae precisamente en la falta de dinero, sino más bien en cómo percibían a su Maestro y lo que este podría pensar de Pedro, ya que al decir: "Si paga", se asume que Pedro también piensa que Jesús es un extraño. Pero en esta encrucijada, el Señor consuela al discípulo preguntándole qué opina al respecto, para que así el discípulo revele en la intimidad sus verdaderos pensamientos y sentimientos.

Ahora bien, en este relato podemos hallar dos eventos sorprendentes, el primero es que: Jesús le habla a Pedro antes de que este manifieste lo acontecido. En otras palabras, Jesús sabe lo que ha ocurrido sin estar físicamente allí, pero también discierne lo que está sucediendo en el corazón de su discípulo. Como dice Salmos 139.4, NBLA. "Aun antes de que haya palabra en mi boca, Oh Señor, tú ya la sabes toda."  Esto nos enseña que el Señor nos habla de las soluciones, porque él ya conoce cuáles son nuestros inconvenientes, pues está con nosotros en las dificultades.  Por otra parte, la respuesta del Señor a Pedro, es conforme a las inquietudes del discípulo, ya que este se siente decepcionado de las personas, pues, ven a su Maestro por lo que no es en realidad. Pero también está la preocupación sobre cómo obtendrá el dinero para pagar. Sin embargo, Pedro, no halló paz con la solución a sus inquietudes, sino cuando comprendió que hay alguien que se preocupa y se interesará realmente por su corazó, enseñandonos que nuestra tranquilidad no se halla en la solución a nuestros problemas, más bien se encuentra en la certeza que existe un ser verdadero y superior que está dispuesto a ayudarnos en todos nuestros asuntos.

El segundo suceso que se produce es que Jesús conoce el momento exacto y la forma precisa de solucionar nuestro problema. Y esto se representa por medio dela moneda en la boca del pez, pues El Señor nos proveerá de lo que necesitamos por medio de nuestras capacidades y no por usar las de otros.  Por esta razón, Jesús le dice a Pedro: "ve al mar, echa el anzuelo y toma el primer pez que saques, ábrele la boca y hallarás una moneda." Mateo 17:27 RVR, 1995.  En otros términos: el pez representa lo que necesitamos. Echar el anzuelo, a las herramientas o medios que actualmente poseemos y las habilidades que tenemos sobre ellas. 

Pedro era pescador, vivía del mar, era feliz haciendo lo que hacía, por lo tanto, la habilidad a la que estaba acostumbrado sería la que el Señor utilizará para solucionar el inconveniente. A esto algunos psicólogos denominan "Flow" que se refiere a las actividades que disfrutamos ejecutar. Este estado ocurre cuando sentimos que algo lo estamos haciendo bien, y uno se concentra tanto en la actividad que pareciera que ningún problema tiene relevancia. Tener los objetivos claros, entendiendo en cada momento lo que tienes que hacer y ver que el esfuerzo es retribuido, nos hace olvidar los problemas porque uno se desenfoca de sí mismo. Por tal, el ego disminuye y con el tiempo florece un sentimiento grandioso. El estado de "Flow" puede ocurrir en cualquier actividad, siempre y cuando sea la que a uno le guste realizar, porque generalmente los que hacen lo que les apasiona suelen ser más felices que aquellos que no.

El fin de cada labor no es encontrar el reconocimiento de la gente sino agradar a Dios, y para eso no necesitamos hacer grandes cosas, solo tener un corazón humilde y dispuesto, ya que Dios no ve la labor, sino el corazón con el cual se sirve.

Lo importante no es el trabajo que tienes, sino la razón por la que estás trabajando. No necesitamos hacer algo sumamente valioso para recibir prosperidad, tal como dice el rey Salomón en Proverbios 13.7: "Hay quienes presumen de ricos y no tienen nada, y hay quienes pasan por pobres y tienen muchas riquezas".  Más bien que nuestro deseo sea conforme a la voluntad de Dios. Si trabajamos por las razones correctas, haciendo lo que nos apasiona, el Señor siempre nos prosperará. Pues, el servicio más productivo es el que proviene de las manos de una persona alegre.

Gloria a Jesús. 

Un café con Dios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora