"Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda".
Mateo 25:33 RVR (1960).
Las cabras y las ovejas pertenecen a la misma familia animal, la Bovidae, aunque son especies diferentes con características bien definidas que las distinguen. Entre las diferencias más notables están las físicas: la forma de la cola, el tipo de pelaje y los cuernos, además de su complexión. También varían en su comportamiento y alimentación. Las cabras, más curiosas e independientes, contrastan con las ovejas, que suelen ser más sociables y dependientes del grupo, lo que las hace más cercanas al ser humano. Esta necesidad de vivir en manada es vital para su supervivencia, ya que encuentran en la colectividad su fuerza y protección.
Curiosamente, esta dependencia del grupo en las ovejas refleja también la naturaleza humana, pues nuestra fortaleza proviene de la conexión con un ser superior. Charles Spurgeon lo expresó claramente: "Nuestro fruto procede de Dios como unión (...) si no estuvieras unido a Jesucristo, con seguridad serías una rama infértil". De manera similar, el crecimiento espiritual no es un esfuerzo individual, sino una colaboración entre nosotros y el Espíritu Santo. Como señala Rick Warren: "El Espíritu de Dios trabaja con nosotros, no simplemente en nosotros". Warren, (2012). Aunque para algunos la dependencia de Dios podría parecer una debilidad, es en realidad nuestra mayor fortaleza. Separados de él, somos incapaces de lograr nada. Así nos lo recuerda el Señor Jesús, en Juan 15:5 (PDT): "Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, producirá mucho fruto, pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada".
Las ovejas son criaturas inofensivas cuyo mejor método de defensa es vivir en grandes grupos. Si su número fuera reducido, serían presa fácil para los depredadores. Su única estrategia para sobrevivir es formar grandes rebaños, ya que esto disminuye las posibilidades de que cada oveja sea cazada: los depredadores simplemente no pueden atraparlas a todas lo suficientemente rápido. Con pocos recursos físicos para defenderse, su única fortaleza radica en la confianza que depositan en el colectivo. La fuerza de las ovejas no está en su individualidad, sino en la cooperación con su grupo.
De manera similar, el ser humano puede lograr mucho más cuando trabaja codo a codo con los demás. La unidad y la colaboración fortalecen nuestras acciones y nos permiten alcanzar objetivos que serían imposibles en solitario. El Señor Jesús nos lo recuerda en Mateo 18:19 RVR (1995): "Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos".
A menudo, es fácil confundir las diferencias entre una oveja y una cabra, especialmente cuando se crían en rebaños mixtos. Desde lejos, todas parecen iguales, pero al acercarse, se vuelven evidentes sus diferencias. Esto puede compararse con las acciones de los hombres: desde una perspectiva distante, todas parecen similares. Sin embargo, a medida que el Señor examina los corazones, revela las diferencias que a nuestros ojos pasan desapercibidas. Lo que para nosotros puede parecer igual, Dios lo distingue por las intenciones que lo impulsan. Como dice Proverbios 21:2 (NBLA): "Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el Señor sondea los corazones".
En la parábola de las ovejas y las cabras, el Señor nos enseña que hay dos clases de siervos: los empáticos y los egoístas. Ambos formulan la misma pregunta: "¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Mateo 25:37-43, RVR (1995). Sin embargo, aunque sus palabras son iguales, sus respuestas difieren porque las intenciones de sus corazones no lo son. Así, el Señor nos enseña a reconocer las verdaderas motivaciones que nos guían y la sensibilidad que cada uno muestra hacia su prójimo.
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Un café con Dios 2
SpiritualUn café con Dios 2. Relatos cortos para esos días frios...