Capítulo 4

201 27 2
                                    

Ya era de noche.

En mi enorme mansión se escuchaba en cada lugar la música movida que hacía que muchos mostraran sus pasos de bailes. Ya estaba ansiosa de bajar las escaleras y que todos prestaran su atención en mí. En mi belleza. En la belleza de mis ojos verdes claros, mi figura la cual perfecciono y tonifico cada día y mi sonrisa que sé que cautiva a muchos.

Habían pasado unos cuarenta minutos cuando, de repente, llegó mi madre a la habitación para avisarme que era la hora de mi grandiosa entrada.

Normalmente, mi madre se viste muy a la moda, pero es esta ocasión se pasó. Su vestido espalda afuera con mangas, ajustado a su cuerpo y largo, color negro con brillos, la hacía ver como toda una perra de las finas. De la clase alta. O sea, lo es, pero, de verdad que en esta ocasión se pasó de sexy. Es que, ni parecía ser mi madre, a lado de mí solo daba la imagen que era mi hermana mayor.

–me alaga esa mirada de asombrada con la que me ves.

–mamá, te ves muy hermosa. Es que... te ves muy diferente. –expresé pasada de sorprendida. Este era uno de los pocos momentos en que podía hablar con mi madre con cumplidos, muy sincera y sin gritos o peleas.

–tú también te ves hermosa mi amor. –dijo al darme un fuerte abrazo. Al separarse, me tomó de mis manos. Sabía que aquí venían unas palabras de madre melancólica al ver a su hija espectacular en su cumpleaños. –Angelina, quiero que sepas que, a pesar de las discusiones que hemos tenido, te amo con todo mi corazón. Por nada en el mundo te daré la espalda o no te brindaré mi ayuda para cuando lo necesites. Recuerda que, más que tu madre, soy tu amiga en la cual puedes confiar. Te amo mi niña. –terminó de decir al darme otro fuerte abrazo. Escuché que moqueó. La separé y la miré fijamente.

–verás que nunca te defraudaré y haré que te sientas muy orgullosa de mí.

–eso espero, hija mía. –me sonrió. –ahora, vamos a hacer tu entrada a los invitados. –avisó al limpiar las pocas lágrimas que botó. Me tomó de la mano y caminamos juntas.

Cuando me encontraba cerca de las escaleras tomada de mano de mi madre, los aplausos de las personas hicieron que mi autoestima se elevara a mil. Me encantaba que todos tuvieran sus ojos puestos en mí.

Sé que, mi vestido dorado con brillos, largo hasta los talones con una abertura en mi pierna izquierda, con un escote algo pronunciado para hacer notar mis senos, los cuales están algo grandecitos, de unas tiras algo gruesas en los hombros, hizo que no solo la estúpida de Tiana sintiera envidia de mí. Aunque, sé que no todo iba a ser envidia, sé que a muchas otras chicas y hasta a mujeres adultas, les gustó mi vestido.

Ver la alegría de mis amigas, me hizo sentirme muy feliz en ese instante. No paraban de dar ciertos brincos. Ver el rostro de orgullo por parte de Mauricio, me causó más alegría. Y, encontrarme con la mirada de mi querido Anthony, pues, sí, me hizo sentir muy feliz, pero al mismo tiempo, me excitó. Es que, su traje formal, su peinado y su sonrisa de coqueto, me hizo agua ambas bocas. O sea, la de arriba y la de abajo.

–buenas noches a todos. Me siento muy agradecida de que todos se encuentren aquí, celebrando el cumpleaños de mi bella hija Angelina. Siento mucha alegría de que tenga un año más de vida. A pesar de ciertos problemas que hemos tenido, tan normales de madre e hija, nunca he pensado en desearle el mal o maltratarla como lo haría otras madres sin corazón. Es todo lo contrario, le brindo mi confianza, mi amor y mi cariño para que siempre se sienta contenta y tenga la seguridad de que, su querida madre, siempre estará con ella. –terminó de hablar mi madre. Sí, se pasó con sus palabras porque, todo eso solo constaba de un cincuenta por ciento. Pero, aun así, muy en el fondo la amo. Sé que, si le sucediera algo, tardaría un largo tiempo en recuperarme.

Después de tantas palabras y aplauso, me encontraba con mis amigas y mi guapo novio bailando. Los amigos de Anthony, también bailaban con mis chicas. Aunque, la mirada de incomodidad de Natalia, para nada que me estaba gustando. Así que, la salvé de ese chico que se le notaba que, solo quería meterle la mano debajo de su vestido, el cual, es corto. Sé que, si tenía el atrevimiento de hacerlo, no solo Anthony le partiría la cara, también lo haría Elisa, Diana y hasta Mauricio, ya que le tiene un gran cariño.

La tomé de su brazo y jalé hacia mí. –lo siento tonto, es mi turno en bailar con mi mejor amiga.

Aquel chico estúpido, se enojó, pero mi mirada intimidante, lo hizo alejarse. Se acercó a Anthony para tomar unos tragos.

–gracias por librarme de ese idiota. Ya me estaba dando asco su aliento a culo.

–para eso estamos las amigas. –le dije al regalarle una sonrisa, manteniendo mi mirada fija en ella.

–¿si te cuento algo, no te sentirías incómoda?

–te gustan las chicas. –tuve que ser tan directa como siempre. Natalia sonrió apenada y bajó la cabeza. No soporté ni un segundo que hiciera eso, por lo tanto, la tomé del mentón e hice que volviera a levantarla. –no me incomoda quien eres o tus gustos. Para mí, sigues siendo perfecta y mi mejor amiga. Siempre tendrás mi apoyo, nena y nunca te olvides de eso. –terminé de decirle con una sonrisa y la abracé. Amaba a mi pendeja, sin importar nada. Ambas crecimos juntas, conocemos todo lo de cada una y siempre, hemos sido inseparables.

–gracias. Eres la mejor entre ellas dos. –me dijo al señalar a las otras. Una lágrima se escapó y la limpié con mucho cuidado.

–no se trata de ser la mejor, se trata en aceptarte. Recuerda que no debes sentir vergüenza de quien eres, no permitas que nadie hiera tus sentimientos y te haga sentir como una porquería o como un bicho raro. No eres nada de eso, eres una persona común quien también ama y tiene los valores más admirables. –sé que mis palabras estaban causando felicidad a Natalia. Sus lágrimas lo decían todo. –así que, levanta esos ánimos, disfruta este momento con nosotras y si quieres mirar a otras chicas, me avisas, yo también te acompaño. Todas las mujeres además de tener un lado pervertido, también tenemos un lado lésbico, aunque no muchas quieran aceptarlo.

Natalia soltó una risa. Se veía más confiada. Me gustaba verla así. –es cierto lo que dices. Por eso te amo, mi hermosa y loca perra. –me rodeó su brazo por mi cuello y pegó un grito de felicidad al levantar su copa.

Algunos voltearon a vernos y yo le seguí el juego.

–¡DISFRUTEMOS HASTA EL AMANECER! –ahora grité con alegría.

Todos también gritaron y hasta levantaron sus copas como si concordaran conmigo. A lo lejos vi a Anthony que no podía quitar su mirada en mí. Ambos nos mirábamos sensualmente mientras le hacía un sexy baile de lejos.

Las gemelas se cansaron de bailar con los chicos y se nos juntaron. Nos meneábamos sensualmente, tomábamos del vino, el cual para nuestras madres era sin alcohol y simplemente disfrutábamos del momento.

La felicidad entre nosotras era notable.

Y, una sola cosa que nopodía sacar de mi cabeza, era el placentero momento que me esperaba. ¿Qué posenueva haríamos en esta ocasión? ¿Debería hacerle un baile mientras me desnudofrente a él? –me preguntaba mentalmente. Había muchas opciones, las cuales, yaesperaba hacer.



Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora