Capítulo 41

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Mauricio.

Dos semana después.

Ya todo estaba en su respectivo lugar. Nuestra casa estaba totalmente limpia, la nevera estaba llena, el jardín estaba hermoso gracias a las bellas flores que la señora Teresa había sembrado. Ella es nuestra vecina de alado, y Waldo le había pedido el favor.

Puedo decir con certeza de que, he recibido un gran cambio. La otra casa era enorme. Con casi diez habitaciones y un enorme jardín. Ahora, esta casa, solo cuenta con cuatro habitaciones y un jardín que es algo pequeño pero muy agradable de ver.

La primera noche, había sido algo difícil. Para ambos se sentía extraño estar en un lugar que apenas conocíamos. Sí, era acogedor, con muy nítidas habitaciones y cómodas camas, pero ambos sentíamos que no pertenecíamos ahí. Bueno, aún.

Tengo claro que nos espera un largo camino por recorrer en nuestro nuevo hogar. Nuevas aventuras y presiento que todo mejorará para nosotros. Principalmente presiento que conoceremos a mejores personas que nos traerán paz a nuestras vidas y nos traerán buena suerte con cada una de nuestras metas. Pues, ya empezamos aquí con Waldo. ¿Quién más se nos incluirá? Es una incógnita que me trae nervios.

Viernes por la noche. Me encontraba en la casa como de costumbre.

Salí del baño secando mi cuerpo con mi toalla. Me coloqué mi ropa cómoda y salí a la sala para ver una película. Estaba con ganas de hacer algo interesante, pero, mi ansiedad me detenía. ¿Por qué? No lo sabía. No me entendía.

–¿te tomaste tus pastillas? –le pregunté a mi hermanita luego de que saliera del baño después de haber vomitado toda su cena. Le pasé una servilleta y un vaso con agua. Angelina solo me miró con sus ojos humedecidos sin decirme nada para luego irse a sentar al sillón.

Últimamente ha estado vomitando tanto que me he sentido preocupado. Cada vez que tengo que ir a la universidad le pido a Waldo que la acompañe cada cierto tiempo, en caso de que se desmaye como le sucedió una vez. Que comento que, en esa vez, me alteré tanto pensando que algo muy malo le había sucedido, pero, una sonrisa jocosa de su parte me calmó. Como siempre.

–¿quieres otra cosa para comer? ¿pizza? ¿cereal? ¿waffle? –pregunté al colocarme a un lado de ella. Nuevamente no dijo ni una palabra y solo me miró con sus lágrimas ya expuestas. Últimamente también ha estado muy sensible.

–gracias por todo hermano. –pronunció Angelina entre lágrimas al darme un fuerte abrazo de manera inesperada. –gracias por todo el apoyo me has brindado.

–mírame Angelina. –le pedí gentilmente. Ella lo hizo y a duras sonrió al yo regalarle una sonrisa también. –siempre vas a contar conmigo para las que sea. Jamás te abandonaré y ten eso por seguro. De las pocas personas que he conocido, tú eres la más especial y a la que absolutamente nadie podrá robar tu lugar.

–¿qué hice para merecerte hermanito?

–nunca hacemos nada para merecernos a una persona, todo ya está planeado por el destino o por Dios, porque ellos son los enterados de los desafíos que tendremos que pasar y al tipo de persona que vamos a necesitar. O sea, ya yo estaba destinado en llegar a tu vida para salvarte en tus derrumbes y apoyarte cuando piensas en renunciar.

–espero ser algo positivo en tu vida y no solo una molestia.

–jamás lo serás.

–gracias. –pronunció con alegría y aun con sus ojos humedecidos.

Permanecimos viendo una película de comedia juntos, pero casi ni prestábamos atención ya que, solo hablábamos de nuestro día. De mi parte, le había comentado a Angelina que estuvo bien todo, a acepción de que me mantuve preocupado por ella. Y que, además, mi padre me había llamado tan solo para pedirme que regresara a la casa. Obvio le dije un "no", en seco y le cerré.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora