Capítulo 36

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¡ÉL ESTÁ AQUÍ! Gritó mi corazón con abundante alegría, cuando un día por sorpresa, Dylan me visitó.

Nunca pensé que su presencia me haría sentir la persona más feliz del mundo. Bueno, era obvio que me haría sentir muy feliz porque, lo extrañé demasiado, pensé mucho en él y me arrepentía por haberle pedido que se alejara de mí.

Apenas ambos nos vimos, corrimos el uno al otro a abrazarnos. Nos miramos fijamente con una tentación de querer besarnos, pero, de mi parte no podía hacerlo. Al estar enterado de todo, me juró y me prometió que siempre podía contar con su apoyo. Que no me iba a abandonar en los momentos más difíciles que me presentara la vida y que, principalmente sería ese amigo confidente o quizás algo más, que permanecería junto a mí sin importar las dificultades, peleas o demás.

Mauricio estaba encantado de que él estuviera conmigo. Hasta trataba de insinuar de que él fuera el papá o padrastro de mi hijo o hija. ¡Guao! Que extraño se siente decir o pensar en algo así. Nunca imaginé una escena como esta en mi vida. Pero bueno, a pesar de esos comentarios, él no los tomaba a mal. Hasta se ponía de acuerdo con Mauricio y me tocaba la panza, aun teniéndola algo plana. A veces, se acercaba a mi vientre para hablarle a ese bello ser que crecía. Le decía que siempre lo iba a cuidar, que siempre estaría a su lado y que nunca lo iba a abandonar. Ese gesto, en ese momento, me hizo llorar.

A los días, cuando me puse al tanto con Dylan, volvió a mi casa. No me estaba sintiendo tan bien con los vómitos y los mareos. Cuando lo supo, en tan solo minutos apareció.

–¿qué película veremos? –preguntó Mauricio al entrar a mi habitación, teniendo en sus manos una gran bandeja de botanas. Muchas me apetecían, pero, mis malditos vómitos solo me hacían sentir asco a todo.

–no lo sé. No tengo ninguna en mente. –respondió Dylan mientras acomodaba mi área de estudio. –nena. ¿Cuándo inicias tus exámenes? –me preguntó al terminar de arreglar, para luego sentarse a un lado de mí, en mi cama.

–inicio la próxima semana. El profesor Eider me va a ayudar para que pueda hacer los que considero más fáciles, dos en un día.

–pero, eso es algo normal en cada colegio. ¿No? –pronunció Mauricio con duda.

–en el que asisto se hace uno cada día. –dijo Dylan al abrir un paquete de doritos.

–¿cómo se maneja esos días de exámenes en tu colegio? –me preguntó Mauricio.

–hacemos dos en un día. Pero claro, en días intercalados. –respondí sin ánimos, ya que me estaba sintiendo mal. De repente, no aguanté más y corrí al baño para vomitar la sopa que una de las mucamas me había ofrecido. Cuando estuve por salir del baño, el intenso olor a aerosol Mauri había tirado me hizo regresar al inodoro para botar un poco más.

Estos síntomas la verdad que no me gustaban para nada. Lo que comía lo votaba. Me mareaba y sentía dolores de cabeza. Ya quería que esto pasara. Aunque, recordando mis días atrás, en mi primer control de embarazo, la señora Erika me había recomendado una pastilla para controlar el vómito, la cual no compré por tener la cabeza en otro mundo. Así que, tomé mi carpeta en donde guardaría todo del embarazo y saqué una receta.

–¿puede comprar esto? –le pedí a Mauricio con una cara toda apagada y él la tomó mientras miraba su celular.

–deberías descansar un poco. –aconsejó Dylan al verme demasiado mal. Pero bueno, tengo que aguantar, así como aguanté varias cogidas y varios rounds del idiota.

–descansaré cuando se me quiten las ganas de ver una buena película con ustedes.

–¿esto qué es? –preguntó Mauricio al ver la receta en su mano. En serio que estuvo muy concentrado en su celular que ni prestó atención a lo que le dije.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora