Capítulo 44

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Angelina

Tanto júbilo había entre cada uno de nosotros que fuimos a celebrar.

Ya me valía un carajo salir y que me reconocieran como la hija de la alcaldesa que filtraron sus fotos desnudas, porque, mi felicidad y mi perfecta compañía era lo mejor que podía tener. Claro, solo hace falta Mauricio y Dalila.

Fuimos a una de las plazas más hermosas de la ciudad. Me trae buenos recuerdos, ya que era este lugar en donde mi papá salía a despejarse. Nunca entendí porque pensaba que podía despejarse con tantas personas caminando de un lado a otro. Además, me traía ese recuerdo de cuando íbamos a comer helado, para luego ir a la librería en busca de algunos libros de su amor, Olivia. También libros para mí. Él es la razón por la cual me empezó a gustar la lectura.

Él solía dejar en ciertas páginas, notas en un pequeño papel, diciéndome lo mucho que me amaba, lo mucho que era especial para él y como siempre me dejaba pensamientos de sabiduría de su parte.

Sin duda alguna, tuve al mejor papá. Ojalá pudiera decir lo mismo de mi madre. Quien, era, bueno es, amante a lectura. Nadie la podía interrumpir porque ese momento lo consideraba sagrado y especial para ella. No aceptaba llamadas y menos aceptaba hablar con nadie.

En fin, esta plaza solo me trae gratos recuerdos. Con los que sonrío. Y hasta siento que revivo un poco ahora con mis personas favoritas, ya que, Waldo dio la grandiosa idea de hacer lo mismo que hacía con mi padre. Saborear un rico helado, para luego ir a la librería en busca de un excelente libro.

Al entrar a la librería, las miradas de ciertas personas posaron en mí. Podía escuchar sus "susurros" y también interpretar lo que decía cada una de sus miradas. Unas de sorprendidos, otros de lujuria. Y como siempre, llega esa pregunta a mi cabeza ¿Me lo merezco? ¿Cuándo acabará esta mierda?

–¡hey! Recuerdas el video que te mostré de una chica a quien le estaban dando duro.

–¡uf! La que tiene unas tetas muy apetitosas y un cuerpo que es fácil que lleve a uno a pecar. ¡claro que la recuerdo!

–bueno, está aquí. ¿Qué tal si le pedimos su número para que nos pase más fotos?

–está buena la idea y ella también, pero recuerda que está embarazada y con chicas así, prefiero no meterme.

–no seas imbécil. La barriga ni tan siquiera se le nota, además, creo que hasta abortó.

–bueno, fue lo mejor que pudo hacer. Esa perra no le esperaba nada bueno en su futuro. –comentó una voz femenina. –además, que le ven de buena. Te apuesto que ya tuvo que haber probado varios penes tanto en su boca como en su vagina.

–no seas envidiosa. Su cuerpo es el más bello que he visto en mi vida. Y saben, les juro que pronto la llevaré a mi cama y le daré tan duro que...

El chico no pudo terminar de hablar ya que un fuerte golpe que dio Waldo, con mucha ira, en el estanque de madera de los libros, lo hizo callar. Todas las miradas se pusieron en nosotros y Waldo solo hizo de dar unos pasos cortos para enfrentarse a esos chicos que no sabían que estábamos del otro lado escuchando toda la porquería que decían de mí.

–¡es de esa manera en que te expresas de una mujer! ¡he! ¡¿Qué pasaría si todo lo que dices se lo dijeran a tu hermana o a tu madre!? ¿Te gustaría?

–señor, le pedimos que se calme, oscino llamaremos a la policía. Está atacando a un menor de edad. –avisó un joven empleado de la librería.

–ojalá te encuentre cuando seas mayor para hacerte pagar. –Waldo lo suelta con brusquedad. –y tú, eres mujer. ¿Cómo te atreves en decir algo así? No se supone que entre mujeres se deben apoyar. ¿Cómo te sentirías si estos imbéciles te faltan el respeto al decir esas asquerosas palabras? Sí, se sentiría feo. Te sentirías horrible porque muy en el fondo sabes que ninguna mujer debe ser denigrada de esa manera tan solo por haber cometido un error. Me das asco niña.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora