Angelina.
Me encontraba nuevamente sola en casa.
Del aburrimiento que sentía me puse a doblar una ropa mía y de Mauricio. ¡Ha! Por cierto, también me encontraba doblando toda la ropa que la señora Gisel y yo habíamos comprado aquella vez que fuimos a la plaza.
De tan solo ver la ropa de mi futuro, bebito o bebita, me causaba la sensación de las mariposas en mi estómago.
-ya deseo poder conocerte y tenerte en mis brazos. -susurré al colocar una ropa de bebé en mi vientre. La puse frente a mí y mis ojos se humedecieron. Me sentía feliz, pero al mismo tiempo ansiosa de lo que sea que me espera en un futuro y hasta me sentía un poco triste, por mi papá, quien me gustaría que estuviera conmigo y un poco por mi madre, por todas las palabras que me dijo sin mostrar una pizca de arrepentimiento.
Solté un fuerte suspiro y continué en doblar la ropa. Doblé unas de Mauricio y Dalila. De inmediato la dejé en su habitación. Continué con la mía, ya que al parecer he sido la única que ensucia mucha ropa. La cual algunas lavé a mano y otras en la lavadora. Esa máquina que tuve que aprender a usar con Dalila y con un poco de internet. Sí, no sé si sea la única chica adinerada que no sabe emplear una lavadora. O más bien, ex adinerada.
Por el momento, Mauricio está sobreviviendo con su trabajo y con un ahorro que su madre le había dejado desde que tenía dieciocho años. Y de mi parte, estoy sobreviviendo con los ahorros que mi padre me dejó, del cual Waldo se hace responsable.
-¡voy a botar esta mierda! -enuncié con un poco de rabia, al tener frente a mí y en mis manos una ropa interior de encaje que utilicé con Anthony.
Rápidamente, me fui para mi habitación, y al mismo tiempo llevé mi ropa doblada. Al terminar de acomodarla, saqué toda esa ropa interior de encaje y sexy que usé con el imbécil y mal pujado de Anthony Williams. El chico que me hizo trizas en tan solo unos segundos y en varias ocasiones.
Cuando ya tenía mis casi once ropas interiores que usé con él, los llevé a la puerta trasera. Busqué los fósforos para prenderlo. Estaba algo difícil que se prendieran amontonados, así que, los hice uno por uno.
-prometo olvidarte, aunque ya lo he estado haciendo. También prometo no odiarte, porque me enseñaron que ese sentimiento daña nuestro corazón y alma. Para mí es suficiente que en unos meses o en un futuro sufras de un gran remordimiento por todo el daño que me causaste y también a tu propia hermana.
Continuamente, el sonido del timbre, hizo que me devolviera a la sala.
-¡ya voy! -avisé en un grito.
Al abrir la puerta, mariposas revolotearon en mi estómago. No entiendo por qué me sentí tan nerviosa al verla. Su mirada en mí, era como si estuviera algo sorprendida de volver a verme. Ella me miró de arriba abajo y se enfocó más en mi vientre, pues, solo tenía puesto una licra larga con un top crop. Se volvió a girar sin decir más nada.
-¡oye! ¡Espera! -pedí al sobarle un poco su mano.
-¿para qué quieres que me quede? Para que me vuelvas humillar. -soltó un soplido con enojo. -por cierto, una pregunta, ¿por qué no lo abortaste? ¿No sientes que le vas a dar una mala vida a esa criatura? ¿No crees que vas a perder tu juventud por ese embarazo?
Sus palabras, fueron casi a las que le dije una vez. Agaché mi cabeza y dejé caer mis lágrimas. Considero que ya puedo sentir lo que ella sintió aquella vez cuando la humillé.
-cuanto lamento por las palabras que te dije. De verdad lo siento mucho. En ese entonces solo tenía un escudo de autodefensa para que nadie me lastimara y pienso que me dejé llevar por ese estúpido escudo.
-¿te refieres a los malos tratos que recibías en tu casa? ¿Lo de tu madre?
-sí. Esa actitud, esa persona, no era yo. Me dejé llevar tanto que quedó viviendo en mí por un largo tiempo solo para que nadie me destruyera.
-pero aun así lo hicieron.
-sí. -ambas quedamos por un rato en silencio. -¿me podrías vender dos de tus dulces?
-claro. ¿Quieres de fresa, vainilla o de limón?
-uno de fresa, a mi hermano le encantan esos dulces.
-y a ti te gusta el de limón.
-sí, ¿Cómo lo sabes?
-siempre te veía comprar ese.
-déjame buscar el dinero. -apresurada fui a mi habitación por mi cartera para pagarle. Volví a la puerta y le entregué su dinero.
-oye, huele a algo quemándose. ¿Estás cocinando algo?
-sí, la ropa interior que usé con quien es el papá de mi criatura. -reaccioné. ¡carajo! ¡cierto! ¡mierda! Cuando me acerqué a la puerta trasera, una cortina que cubre la puerta también se estaba quemando. Quedé paralizada. Creo que estaba algo tonta viendo cómo se quemaba la cortina. De repente, llegó la chica de los dulces, de quien aún no sé su nombre, y con un balde de agua, regó encima de la cortina y de mi ropa interior. Ambas nos miramos y nos reímos.
-¡qué manera de borrar recuerdos del pasado!
-creo que es original. -volvimos a reírnos. Y entre carcajadas y con un poco más de conversación, sentí que ambas de inmediato hicimos una conexión. Volví a pedirle disculpas y ella lo aceptó, mostrando su sonrisa.
Permaneció por casi una hora en mi casa. Estuvimos hablando de lo que me sucedió y mis lágrimas no paraban de salir, pero un abrazo de su parte me calmó. También le pedí que me hablara de ella, y me comentó que tiene un hijo, que vive con su madre, que tiene un trabajo que no pagan tan bien. Le pregunté cuál era, pero no me quiso contar. Comentó que en su tiempo libre le gusta hacer dulces y venderlos,
Y que, por una parte, se siente feliz de haberme encontrado. De haber encontrado en mí la verdadera Angelina. Me aconsejó con lo del embarazo y hasta me aconsejó de la situación que aún estoy pasando con las fotos y videos. Me sentía como si estuviera dando una terapia, hasta que me comentó que ella está estudiando en la universidad la carrera de psicología para así ayudar a quien lo necesite, escucharlos y que se desahoguen con ella con todo lo que cargan. De verdad que todo dentro de mí gritaba "¡ERES LA MEJOR!"
Ahora la tengo a ellatambién. Su nombre Liv. Sí, para nada común ese nombre tan corto, cuálsignifica protección, calor y refugio. Realmente que le va.
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Madre adolescente
Teen FictionLa vida de Angelina era muy lujosa. Tanto, que trataba a los demás como personas insignificantes por no estar a su nivel. Su madre era la alcaldesa y su padre, fallecido, era dueño de una compañía de moda. Hasta que, fotos y vídeos íntimos fueron f...