Capítulo 15

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Luego de que Mauricio y yo fuéramos a caminar por una colina muy hermosa y a tomar unos batidos, fue a dejarme a la casa de Anthony. No se sentía tan convencido en dejarme con él. No confiaba en él. No lo pasaba para nada.

Él tenía ese pensar que, si quería tener una relación debía ser con alguien de mi edad, alguien con quien descubra el verdadero significado del amor, no con alguien de quien piensa que va a jugar con mis sentimientos y quizás hasta con mi cuerpo.

–aún es imposible aceptar que él sea tu novio. Ojalá terminen.

Le pegué en su brazo al soltar una risa. –¡oye! Anthony es muy bueno. Él me quiere.

–espero que te quiera de verdad. –pronunció con seriedad. En esas palabras se podía sentir una gran amargura.

–dale una oportunidad. Puedes tener tus dudas de él, pero, intenta conocerlo más. –al terminar mi frase, escuché que llegó un mensaje a mi celular. Cuando leí de quien se trataba, no pude evitar que se me escapara una sonrisa.

Dylan Lewis: hola reina. Espero que tengas un excelente día. Quisiera volver a verte, aunque sea por video llamada. Besos.

Yo: gracias. Será en otra ocasión. Estoy por entrar a la casa de Anthony.

Dylan Lewis: espero que sea pronto. Tus ojos me han embelesado.

Leí ese mensaje casi cinco veces. Aun sonreía y cuando volteé a ver a Mauricio, él se encontraba mirándome con una ceja levantada.

–por la manera tan rápida en que le tomaste una captura, para luego borrar el mensaje, me da a entender que no se trata de Anthony.

Carraspeé. –no. Es un chico que conocí en la cafetería. Es muy lindo.

–y no me digas, tiene la misma edad que el tonto ese.

–no. Tenemos la misma edad. Se llama Dylan Lewis.

–es hijo de la señora Gisell. La dueña de un spa de la ciudad.

–sí. ¿Cómo conoces a su mamá? –pregunté confundida.

–antes de que mi papá se uniera con Paula, ellos dos salían, pero para él, no era nada serio.

–para tu padre nada es serio.

–sí, pero, no quiero que cambies de tema. Cuídate mucho. Mantén tu celular alejado de él para que no haya ningún problema con Dylan. O, mejor no. Ojalá te llegue un mensaje de él, para que el tonto lo lea y terminen. Dylan me cae mejor.

Volví a pegarle, esta vez un poco más fuerte. –ni lo has conocido.

–te recuerdo que mi papá salió con su madre. –Mauri, miró su celular para responder un mensaje. –continúa. –por cierto, estaré con los chicos y unas amigas, si necesitas algo, sabes que te ayudaré.

–Mmm! –emití mostrando una sonrisa. –¿van hacer una orgía? Debes cuidarte mucho.

–en serio me dices eso a mí. O sea, yo, que, teniendo veinticinco años, tengo un largo recorrido y sé más de esos temas que tú.

–¡ay! Lo siento, experto en sexología. Además, aún hace falta meses para que tengas esa edad. –dije al estar bajándome del auto. Me reposé de la ventana. –solo espero que, si vas a tener sexo, te cuides mucho. Aún no quiero ser tía.

–me estoy reservando aún para Amy. –pronunció con una sonrisa.

–¡ay, por favor! Habló el que aún es virgen.

–lo soy. Llevo casi un año sin hacer nada, así que, prácticamente volví a serlo. –respondió sintiendo orgullo de sus palabras.

Solté una carcajada. Mauricio era una de las personas que tenía el poder de hacerme sentir feliz en los momentos cuando me siento desanimada. Por eso me encantaba estar con él. Me encantaba su personalidad y, a pesar de que Anthony no le gustaba que él y yo pasáramos mucho tiempo juntos, aun así, no lo alejaba de mí.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora